Si los gobiernos nacional, provinciales y municipales esperan aumentar las alícuotas impositivas y crear unas nuevas ajustadas por inflación, ¿cómo harán para reactivar el consumo si los salarios no se ajustan en función de los índices de precios?
La gran incógnita que hasta el momento desvela a los sindicalistas es cómo harán para frenar los reclamos de sus bases, luego del compromiso asumido con el presidente electo Alberto Fernández de no presionar con demandas salariales.
De esta encrucijada parece que sólo Hugo Moyano parece salir indemne. El líder transportista a partir de sus bases del Sindicato de Choferes de Camiones (SICHOCA), busca obtener un bono de fin de año de 20.000 pesos, en compensación por la inflación pasada.
Se trata de una cifra que supera largamente, un salario mínimo, una jubilación mínima y representa un 60% de la canasta básica que mide la línea de pobreza. Si bien se trata de una retribución por única vez, establece un parámetro de lo que serán las demandas salariales en las próximas negociaciones paritarias.
Si la CGT no pide un bono de fin de año, en un intento por establecer una tregua con el presidente electo, ¿cuánto van a pedir los gremios, al cabo de los primeros 100 días de gobierno, una vez que los paupérrimos salarios privados hayan soportado el paso del ajuste?
De lo que se está seguro es que el ajuste lo va a producir la inflación y el que primero llegue con cobertura, saldrá con menos daño. En términos más llanos, si llueve, el que tenga paraguas se mojará menos.
Algo está ocurriendo en materia de precios y muchos se están cubriendo frente a la incertidumbre y al slogan “colocar dinero en el bolsillo de la gente” que el peronismo triunfante repite como letanía.
De todas formas, hay en el horizonte algunos nubarrones que todavía el futuro oficialismo no está viendo.
Frente a sus planes de aumentar las retenciones, la próxima campaña será paupérrima y la liquidación de stock rurales, estará a la orden del día. Algo similar ocurre en el sector energético frente al intento de pesificar las tarifas.
En Neuquén, en la cuenca de Vaca Muerta, los despidos se cuentan por centenares diariamente y muchas empresas están levantando sus equipos y llevándolos hacia otras latitudes.
En ambos casos, se trata de un fuerte proceso de desinversión, porque las señales son de mayor presión fiscal y un casi seguro default. El peor de los mundos.