A Cristina Fernández trataron de mantenerla callada durante toda la campaña electoral, el principal fundamento refería a que cada vez que abría la boca era para marcarle la cancha al entonces precandidato y luego candidato presidencial, Alberto Fernández.
Pero había algo más detrás del silencio de la hoy vicepresidenta electa: tratar de ocultar su verdadera personalidad, aquella que espanta y asusta. No solo a ajenos, también a ciertos propios.
Luego de la victoria de la fórmula presidencial del Frente de Todos, comenzó la verdadera hostilidad, las amenazas y el enojo. Es cierto que durante la campaña Alberto había hecho lo propio, pero no infligía el mismo temor.
No fue el ex jefe de Gabinete kirchnerista quien dijo que había que temerle a dios y a él. No, fue la propia ex presidenta. Y, hay que reconocerlo, en impartir terror, no solo es la mejor, sino, además, la primera.
Lo único que no pudo evitar el jefe de Estado electo, fue la retahíla de presentaciones de “Sinceramente”, el libro que publicó CFK y que se encargó de presentarlo más de 20 veces.
En las mismas presentaciones, pudo observarse a la misma Cristina de siempre. Histriónica, irónica, confabuladora, aunque, es destacable también, su inteligencia y elocuencia. Nunca evitó hablar de la porquería del ahora Gobierno saliente
Ahora, luego de la rotunda conquista, la nueva presidenta de la Cámara alta no deja lugar a la imaginación a la hora de despotricar contra quien se le cruce en el camino. Como bien se dice, “la realidad supera a la ficción”.
Ello pudo verse en la indagatoria en el marco de la causa conocida como “Vialidad”, donde, sentada ante los jueces que comprenden el Tribunal Oral Federal (TOF) 2; Jorge Gorini, Rodrigo Giménez Uriburu y Andrés Basso; Cristina evocó cuanta barbaridad pudo.
Incluso hizo mención a la victoriosa elección al invitarlos a llamar a su compañero de fórmula a indagatoria. Regocijándose al advertirles a los jueces que quisiera verlos haciéndole preguntas a un presidente. Básicamente reconociendo la injerencia del ejecutivo sobre la Justicia.
Pero durante ese lapso del proceso judicial, la viuda de Kirchner se mostró, como se dice popularmente, “sacada”, fuera de sí, con frases argumentales amenazadoras hacia quienes tienen que juzgarla: “La historia a mí me absolvió y a ustedes la historia los va a condenar” es un claro ejemplo de ello. Otro, y quizá aún más preocupante fue su última frase: “preguntas van a tener que contestar ustedes, no yo”.
En las últimas horas, además, sorprendió con una carta que publicó en sus redes sociales en la que habla de una resolución judicial que le prohibió a ella entregar el mando en 2015 al entonces presidente electo Mauricio Macri.
La carta se redactó sobre la base del rencor, como es usual por parte de la hoy vicepresidenta electa, pero allí recae una duda que es imperiosa: ¿Por qué evitó mencionarlo durante estos cuatro años y se limitó a postearlo a horas de asumir la presidencia del Senado? Más aún, ¿Por qué eludió escribirlo en las 577 páginas de su libro recientemente publicado?
Según expresa en su obra, “Muchas veces, después del balotaje, pensé en esa foto que la historias finalmente no tuvo: yo frente a la Asamblea Legislativa, entregándole los atributos presidenciales a… ¡Mauricio Macri! Lo pensaba y se me estrujaba el corazón”.
Agregando que “Es más, ya había imaginado cómo hacerlo: me sacaba la banda y, junto al bastón, los depositaba suavemente sobre el estrado de la presidencia de la Asamblea, lo saludaba y me retiraba”.
Según ella: “Todo Cambiemos quería esa foto mía entregándole el mando a Macri porque no era cualquier otro presidente. Era Cristina, la ‘yegua’, la soberbia, la autoritaria, la populista en un acto de rendición”.
De las palabras de su propio libro se puede concluir que fue la propia ex primera mandataria quien no quiso entregarle el mando al hoy presidente saliente.
Es dable insistir en la pregunta, ¿Por qué nunca mencionó que la Justicia no se lo había permitido? ¿Por qué justo ahora, a tan solo horas de asumir? ¿Por qué acaso con la prepotencia con la que supo destacarse durante toda su carrera política?
Todo demuestra, en todo caso, que no volvieron mejores, y menos aún la dueña de los votos, por el contrario regresó histriónica, irónica y confabuladora, aunque sin dejar de lado su inteligencia y elocuencia.