A medida que nos acercamos al fin de este año, y por lo tanto a un próximo
año electoral en el que la población deberá, una vez más, sumergirse en el
“puzzle” que la obliga a optar por un presidente, gobernadores e
intendentes, arrecian los gestos desesperados del gobierno y su entorno de
funcionarios y alcahuetes por posicionarse, reposicionarse, luchar por nuevas
posiciones o lograr más espacios de poder. Es así como el presidente, bien
cebado por la inacción de una oposición que sólo figura en las planillas o
por ocupar algunas bancas parlamentarias, sigue acometiendo a su gusto contra
quien le venga en gana, prosigue azuzando a jueces complacientes con su política
anti-militar y anti-policial para contentar a los ex “jóvenes idealistas”
ahora enquistados en áreas del gobierno y, peor aún, pretendiendo amordazar a
la poca prensa libre que queda e inyectando estímulos de toda índole a los
medios que le son fieles, convertidos hace tiempo en meros boletines oficiales.
Toda la
luz arrojada desde el Ejecutivo alumbra específicamente sobre los logros
obtenidos en materia económica. Concretamente, en lo que hace a la macroeconomía.
En las sombras son mantenidas muchas otras cuestiones de las que, obviamente, no
se habla al menos públicamente, y de las que procurará distraerse cada vez más
al electorado cuanto más avancen los meses hacia y en el 2007.
Una de
esas cuestiones es el desempleo, que no desciende en lo real, sólo en lo
virtual gracias a los “dibujos” diagramados en los informes oficiales y a
que el gobierno, descaradamente, agrega como “empleados” a los miles de
desocupados a los que otorga la limosna de 250 pesos definida como “Plan
Trabajar”.
Otra es
la tremenda inseguridad existente. No hay ya lugar físico, ni horario, ni
circunstancia alguna en que no peligren comercios, bancos y personas, todos
objeto además de una inusitada violencia que desemboca por lo común en el
asesinato “porque sí”, ya que los asaltantes se ensañan tanto si la víctima
tiene dinero encima como si lleva poco o nada. Algunos intelectuales de
historieta elaboran de vez en cuando sesudas opiniones acerca de la sociología
de la violencia, la presunta psicopatología de los delincuentes o las causas de
tantos delitos, cayendo por lo general en la facilista deducción de que todo
ello obedece a la pobreza, la marginalidad y las drogas. No
aportan, sin embargo, que estas tres gorgonas son precisamente el fruto
ofrecido por el poder a una población desamparada con el objeto de dominar más
amplia y fácilmente a los que considera simples peones de un juego de ajedrez
destinado, precisamente, a acumular más y más poder, prácticamente sin
oposición ciudadana. Mientras tanto, la sociedad que deberá en el 2007
entregar una vez más su voto continúa inerme, totalmente desprotegida por
quienes deben ser los primeros en velar por ella y por una policía que, cuando
no está corrompida, se encuentra atada de pies y manos para actuar como tiene
que hacerlo, gracias al exagerado “garantismo” promovido por quienes se
ocupan de sólo una parte de los derechos humanos, sumado a la falta de
equipamiento y al ahogo de un salario magro para las funciones que debe cumplir.
Y para
continuar con los gestos desesperados del gobierno, tenemos el relanzamiento de
los ataques a la oposición, sobre todo a las figuras que en las próximas
elecciones osarán enfrentarse al autoritario gobernante que va ávidamente por
otro período al comando del país. Estos ataques adoptaron en los últimos días
–y cabe preguntarse qué grado alcanzarán en los meses venideros- la forma de
publicar, en algún medio adicto, datos secretos obtenidos de secretas carpetas
y archivos existentes en la Secretaría de Inteligencia, organismo con
dependencia exclusiva de la Presidencia de la Nación, hoy convertido, desdeñando
totalmente su función de atender a la seguridad nacional para la que fue
creado, en un simple comité de seguimiento, escucha telefónica, interceptación
de teléfonos celulares, correos electrónicos, etc., de políticos, periodistas
y toda persona a la que el poder desee controlarle los pasos diarios y, de ser
posible, extraerle puntos débiles de los que aprovecharse.
Otro
gesto del gobierno, en medio de sus fantasías de que la economía y el dólar, ambos
sostenidos con alfileres, resistirán al menos hasta la reelección
presidencial, si ello es posible –mientras los bolsillos del electorado
siguen sufriendo de escasez y estancamiento-, es el lanzamiento de un plan para
que quienes no cuentan con vivienda propia puedan hacerlo gracias al acceso fácil
a créditos bancarios que supuestamente lo permitirán. Un plan que ya resulta
una utopía por cuanto los ilusos que creen que sólo pagarán a largo plazo una
cuota similar, o poco más, a un alquiler, no tienen en cuenta los gastos extras
y las subas de intereses puestas en práctica por los bancos, además de que
deberían contar, para lograr hacer frente a todo ello, con sueldos al menos
tres veces superiores a los que perciben.
Y para
concluir con los manotazos desesperados de esta gestión –hay muchos más-
tenemos las llamativamente repetidas declaraciones en el sentido de que “no
hay ningún peligro de escasez de energía eléctrica para los meses del
verano”, cuando lo cierto es que en cualquier momento el sistema eléctrico,
que adolece de varias fallas generadas por la falta de mantenimiento e
inversiones, está a punto de colapsar. A punto tal que el tema mereció hasta
un informe del Departamento de Estado norteamericano, que sigue muy de cerca esa
cuestión argentina. Y no es lo único, claro, que ellos siguen de cerca por
estas tierras.
Las aventuras de Alicate Kid
Resultan tragicómicos ciertos personajes de los que
se rodea la administración kirchnerista para delegarles misiones que no puede
cumplir ella misma en la superficie, o directamente utilizarlos como fuerza de
choque. Es así como cuenta con sectores “piqueteros” fieles a punto tal que
sus dirigentes ocupan cargos en la función pública, generalmente en el
ministerio de Desarrollo Social, la “gran caja” comandada por la hermana
presidencial luego de haberlo hecho en el primer tramo del gobierno para después
dejar el cargo al asumir como senadora y, convenientemente, vuelta a colocar allí
por “necesidad y urgencia”.
Uno de
estos personajes, muy mediático en los últimos meses, es el secretario de
Tierra y Viviendas, cargo especialmente creado para él luego de que no pudiera
transformarse en diputado nacional. Se trata de Luis D’Elía, alguien que fue
haciéndose notar progresivamente a partir de sus ataques –prometiendo exhibir
“carpetas comprometedoras”- contra el ex presidente de transición Eduardo
Duhalde, quien lanzara a su vez a la presidencia, con todo el “aparatchik” a
su disposición, al actual ocupante de la Casa Rosada para luego ser despreciado
y considerado un enemigo.
Posteriormente
D’Elía –con la excusa de intentar dilucidar el extraño asesinato de un
compañero- protagonizó la toma, al frente de un grupo y armas en mano
incluidas, de una comisaría, saqueando sus archivos y ocasionando destrozos,
grave hecho del que, a casi tres años de ocurrido, no le generó el más mínimo
inconveniente judicial.
Las
últimas intervenciones del ya emblemático gordito van alcanzando niveles que
podrían desembocar, en cuanto los afectados se enojen, en un incidente
internacional. Primero D’Elía –previa convocatoria a los medios- se
hizo fotografiar alicate en mano cortando los alambres de una entrada a los
campos adquiridos en la provincia de Corrientes por el millonario estadounidense
Douglas Tompkins, quien reside en la Argentina desde hace tres años. Ahora ha
anunciado que, siempre blandiendo su gran alicate, hará lo mismo en los
extensos campos que el titular de la empresa italiana Benetton adquirió en la
Patagonia, promoviendo además la expropiación de ambas extensiones de tierras.
Como
puede apreciarse, el gobierno kirchnerista alterna los actos paranoicos de su
titular y otros muy poco serios, que no dejan muy bien parada precisamente a la
Argentina ante el concierto internacional, con los intentos de pretender
ocultarle a su población el bosque con un árbol, mientras va apelando a
maniobras nada limpias, en medio de otros gestos desesperados, de cara a
sostenerse en el poder por cuatro años más. Y esto, seguramente, irá en
aumento en los meses que desandarán el camino hacia las elecciones que se
llevarán a cabo dentro de un año.
Carlos Machado