Puestos a elegir, los argentinos prefieren a Xi Jinping, Vladimir Putin, Angela Merkel y Emmanuel Macron antes que a Donald Trump. En ese orden, del 35 por ciento de popularidad del presidente de China al escaso 22 de su par de Estados Unidos, el sondeo realizado en 33 países por el Pew Research Center arroja un dato revelador: la predilección de los argentinos por un líder poco carismático de un país comunista con maquillaje capitalista y de otro que lleva dos décadas en el poder sobre la veterana canciller de Alemania, pronta a retirarse, y el presidente de Francia, en apuros con los chalecos amarillos y los sindicatos. Los cuatro mantienen diferencias con Trump.
La mala imagen de Trump por sus “decisiones incorrectas” en la política exterior ronda el 69 por ciento en Argentina y el 60 por ciento en Brasil. Bastante más en México, 89 por ciento, a raíz de su empeño en el muro fronterizo. Por esa razón, el aumento de los aranceles a las importaciones y el retiro del acuerdo sobre el cambio climático y del acuerdo nuclear con Irán, tres de cada cuatro personas opinan igual en Alemania, Suecia, Francia, España y Holanda. En los países árabes, la reprobación de Trump se basa sobre el traslado de la embajada de Estados Unidos de Tel Aviv a Jerusalén, bien vista por el 74 por ciento de los israelíes.
La confianza en Trump, del 22 por ciento en Argentina durante 2019, supera su propio índice, del 13 y del 11 por ciento en 2017 y 2018, respectivamente, pero está lejos de la imagen positiva de Barack Obama. Trump recoge elogios entre partidarios de la derecha y de la ultraderecha en Hungría, España, Francia y Brasil. Los dominios de Viktor Orban, del partido Vox y de los intransigentes Marine Le Pen y Jair Bolsonaro. La rareza de los argentinos es la preferencia por Xi y Putin, parecida en México, Rusia, Sudáfrica, Nigeria y Kenia, a contramano de la imagen favorable en otros países de Merkel y Macron.
“Pocos expresan confianza en el presidente ruso Putin o el presidente chino Xi”, revela el sondeo. El desprecio de Trump a los inmigrantes y su política arancelaria con China, México y la Unión Europea sólo ha sido valorado por los seguidores del partido Rassemblement National (antes, Frente Nacional de Le Pen en Francia), de Alternativa para Alemania (AfD) y de Demócratas Suecos, nombre paradójico de un partido de ultraderecha.
Los argentinos, como la mayoría de los mortales, no quieren a Trump, pero el gobierno de Alberto Fernández lo necesita. “Argentina necesita un rescate de sus deudas abrumadoras –dice Jorge Castañeda, secretario de Relaciones Exteriores de México de 2000 a 2003 y profesor en la Universidad de Nueva York–. Trump no puede asegurar un rescate con facilidad, pero puede bloquearlo”. Eso no depende de la opinión de los argentinos sobre su gestión ni sobre su persona, sino, agrega Castañeda, de “la prudencia y la moderación” frente a los conflictos de Venezuela, tras haberse apartado del Grupo de Lima, y de Bolivia, con Evo Morales en calidad de refugiado.
En esto no influye la impresión de los argentinos sobre Estados Unidos, al margen de Trump. Cuatro de cada 10, en igual proporción, tienen una imagen favorable y desfavorable del país. En Brasil, la opinión positiva asciende al 56 por ciento. En México, la negativa es del 55 por ciento. Si bien los argentinos representan apenas el uno por ciento de la población hispana de Estados Unidos, el número de radicados ha crecido un 158 por ciento entre 2000 y 2017. La mayoría reside en Florida, California y Nueva York. No emigró por George W. Bush, Obama o Trump, sino por un fenómeno recurrente de generación en generación: la crisis. Tan argentina como el dulce de leche.