El impacto de la “bomba demográfica” sobre la pobreza en la Argentina fue abordado recientemente durante una entrevista con la economista y ex directora de JP Morgan, María Laura Tramezzani, en el canal Todo Noticias (TN). Allí, Tramezzani plantea una predicción con olor a catástrofe: dado que las mujeres pobres tienen muchos hijos y que, además, los jóvenes ricos y educados se van del país, “en 3 generaciones te da que la Argentina tiene el 80% de su población pobre”. Este argumento es un ejemplo de falacia, está plagado de errores (los números que se dieron son todos falsos), pero su contenido es psicológica y peligrosamente persuasivo.
Chequeado consultó a Tramezzani para conocer la fuente de su afirmación, pero no obtuvo respuesta. Al observar los datos, los errores están contenidos en ambas partes de la sentencia.
Primero, la pobreza es un fenómeno social, no biológico. Las mujeres pobres son mujeres que residen en hogares con ingresos bajos, no que tienen una capacidad reproductiva mayor que las mujeres no pobres. La fertilidad de una mujer pobre es idéntica a la de una mujer no pobre, aunque su fecundidad es un tanto más elevada. Los datos disponibles (ver acá, acá, acá y acá) para la Argentina arrojan una brecha que no supera un hijo de diferencia entre mujeres situadas en tanto en los extremos de la distribución de los ingresos, o de otros activos como la educación.
Que exista una disparidad de fecundidad entre pobres y no pobres no significa que la fecundidad de las mujeres pobres esté aumentando. De hecho, el número promedio de hijos tenidos por estas mujeres está en franco descenso a juzgar por los valores que se obtienen de las fuentes de datos disponibles. Las estadísticas vitales, por ejemplo, revelan que hacia 2005, el 25% de los nacimientos anuales provenían de mujeres con nivel educativo bajo, mientras que, en 2018, última cifra disponible, esta cifra fue del 12%. Esto se da no solamente porque aumenta el nivel educativo de la población femenina (hay menos mujeres en condición de pobreza educativa), sino que estas mismas mujeres tienen, cada una, menos hijos de los que tenían hace 15 años, a pesar de problemas tales como el pertinazmente alto nivel de la fecundidad adolescente entre estas mujeres.
Cantidad de nacimientos según nivel educativo de las madres. Período 2005-2018.
Fuente: Dirección de Estadísticas de Salud (DEIS) del Ministerio de Salud de la Nación.
Segundo. ¿Es cierto que los jóvenes ricos y educados se van más del país que los menos ricos y educados? De darse esto, sería ésta una tendencia muy curiosa y se apartaría claramente de toda la evidencia empírica de los países que disponen de datos para medirla. Esta evidencia sugiere que la gente migra para mejorar sus ingresos. Es por esto que las migraciones son más intensas entre las personas con recursos familiares escasos, del campo a la ciudad, por ejemplo. En la historia de nuestro país hay muchos ejemplos de lo antedicho, comenzando por las migraciones transoceánicas de Europa a América en el siglo XIX, hasta los movimientos territoriales de la población desde las provincias hacia Buenos Aires a mediados del siglo XX. También hay ejemplos en varios países pequeños y pobres de la región, como Cuba, Haití, Nicaragua y Honduras, entre otros, donde la población joven de menores recursos migra y mediante el envío de remesas evita que la pobreza sea mayor de lo que ya es en esas naciones.
Sin embargo, un estudio reciente sostiene que, en Uruguay, la intención de emigrar al exterior es más frecuente entre los jóvenes más ricos y educados que entre los más pobres, lo que se aproxima a lo sostenido por el argumento comentado. Adjudica esa intención a las redes de amigos y contactos, que son más comunes en los sectores de mayores recursos de la sociedad.
Sin embargo, en ese estudio, la Argentina está muy abajo en el ránking de los países de la región ordenados por la intención de migración de estos grupos de jóvenes. Dado que los diferenciales de fecundidad por clases sociales se observan en todos los países del mundo, esto permitiría predecir que el aluvión de pobres llegará antes a Uruguay que a otros países de la región. Sin embargo, Uruguay es el país con más baja tasa de pobreza de toda América Latina y con un descenso superlativo de dicha tasa durante los últimos decenios.
Por último, si las/los jóvenes más ricos y educados se estuviesen yendo del país, debería estar bajando el porcentaje de éstos en la población total de este grupo. No es esto lo que se observa. Según lo que puede detectarse con la Encuesta Permanente de Hogares, entre 2005 y 2019, el porcentaje de jóvenes de entre 30 y 34 años con nivel universitario completo pasó del 20% al 23%.
No sólo los números son falsos, sino que los argumentos esgrimidos carecen de sustento empírico, demuestran un enorme desconocimiento de la información pertinente y una gran irresponsabilidad en el tratamiento de uno de los problemas más graves de los que enfrenta el país: la pobreza, que según el último dato oficial del INDEC alcanza al 34,5% de la población.
*Doctor en Economía y doctor en Demografía, e investigador principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).