“Positiva”, fue la definición elegida en la Casa Rosada para calificar la presentación del presidente Alberto Fernández ante la Asamblea Legislativa. Realmente al día siguiente se percibían en la sede de gobierno señales de satisfacción a la hora del balance sobre el debut del mandatario abriendo un período de sesiones ordinarias, y esa sensación era resumida por un funcionario con esta referencia: “Esta vez todo el protagonismo fue de Alberto”.
En efecto, a diferencia de la ceremonia del traspaso presidencial ya no hubo consultas a intérpretes de gestos y esta vez nadie reparó en las caras de la vicepresidenta mientras Alberto Fernández daba su discurso; ella se cuidó de no seguir por sí misma la lectura del mensaje mientras su elegido para la presidencia hablaba.
Sí hizo carrera en las redes sociales el video con una presunta discusión entre el binomio presidencial en el Salón Azul del Congreso, donde Cristina pareciera decirle al Presidente un sugerente “acá se terminó”. Detalles de color, sin mayor trascendencia. “La relación entre ambos es mejor que la que esperábamos”, insiste en afirmar un miembro del albertismo, admitiendo implícitamente los reparos que el desafío de la cohabitación presupuso siempre.
En efecto, CFK esta vez no acompañó la lectura del mensaje presidencial, y hasta sonrió satisfecha en algunos pasajes. Por ejemplo, cuando el Presidente lanzó una de sus sentencias más enfáticas, al proclamar: “Nunca más al endeudamiento insostenible”. Pasa que esa frase representa el pensamiento de su mentora. En efecto, el tema del endeudamiento de la era Macri es una de las obsesiones de Cristina Kirchner, quien ha hablado una y otra vez de ese tema en las sucesivas presentaciones de su best seller “Sinceramente”. Sin ir más lejos, el pasado 8 de febrero en La Habana, la vicepresidenta reclamó un “nunca más al endeudamiento”, y fue aún más lejos al pedir una investigación a fondo, sugiriendo que el Banco Central haga un informe sobre la tema de deuda en los tiempos de Cambiemos y quienes fueron sus beneficiarios.
Fue exactamente lo que Alberto Fernández dijo ante el Congreso el domingo pasado: “El Banco Central de la Argentina se encuentra analizando de modo pormenorizado la manera en que nuestro país recibió divisas en concepto de préstamos y el destino que las mismas tuvieron”. Cristina sugirió en Cuba la creación de una suerte de Conadep para hacer esa investigación; por ahora Alberto no se animó a tanto.
El pasado 8 de febrero en La Habana, la vicepresidenta reclamó un “nunca más al endeudamiento”.
El afán investigativo de la exmandataria no pasa solo por la deuda. Referentes ultra K fueron verdaderas usinas de denuncias contra funcionarios durante toda la gestión Cambiemos, y hoy persisten en esa misión. No solo denuncias judiciales: el gobernador Axel Kicillof -el dirigente más ponderado de CFK- dedicó buena parte de su discurso del 2 de marzo en la Legislatura a demoler la gestión de María Eugenia Vidal. Un poco más moderado, Alberto Fernández también pronunció una vez la palabra “tierra arrasada”, leitmotiv kirchnerista que el ministro Tristán Bauer convirtió en documental.
En esa dirección podría interpretarse la decisión de la Justicia de intervenir el Correo Argentino -una empresa vinculada al apellido Macri-, a pedido de la fiscalía y el procurador del Tesoro, Carlos Zannini.
Hay más: el viernes Cristina Kirchner denunció a la exvicepresidenta Gabriela Michetti por “defraudación” y “negociaciones incompatibles” por contratos millonarios para obras que afirman se encuentran inconclusas. La denuncia fue formulada por la directora de Asuntos Jurídicos del Senado, Graciana Peñafort, una sólida abogada que fue ariete del kirchnerismo durante la pelea por la Ley de Medios.
A propósito, desde Juntos por el Cambio en el Senado salieron a denunciar el viernes un avance del Frente de Todos contra los medios de comunicación. La denuncia la hizo un viejo conocido de Cristina, el radical santacruceño Eduardo Costa, quien habló de un “atropello a las instituciones y la violación de reglamentos internos” porque el Congreso dispuso la designación del camporista Rodrigo Rodríguez al frente de la Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual. La medida fue adoptada por una resolución firmada el 4 de marzo por Cristina Kirchner y Sergio Massa, designando interinamente a Rodríguez -quien es además secretario administrativo de la Cámara baja- “hasta tanto sea conformada la Comisión Bicameral Permanente de Promoción y Seguimiento de la Comunicación Audiovisual”. Para Costa, lo que el gobierno busca es “avanzar sobre los medios de comunicación y afianzar el control de los medios públicos”.
La buena estrella del domingo de apertura de sesiones menguó en los días hábiles siguientes, en los que la negociación con los bonistas por la deuda pareció complicarse, concluyendo la semana con el riesgo país a 2.414 puntos, luego de haber tocado antes el nivel elevadísimo post PASO. Está claro que los fondos que hablaron con el ministro de Economía no salieron demasiado convencidos. El reclamo de los acreedores, con el FMI a la cabeza, sigue siendo la necesidad de conocer el plan económico del gobierno. Y el gobierno dice que necesita arreglar primero el tema de la deuda para definirlo. En líneas generales, podría decirse que el plan del gobierno es no pagar la deuda por cuatro años. Difícil convencer a alguien con eso.
Pero tampoco ayuda el contexto de un mundo conmovido por los efectos de la acelerada expansión del coronavirus. Como un deja vu de los peores años del kirchnerismo en el poder, el mundo se conmueve hoy ante el avance de un virus inquietante -como en 2009 pasó con la gripe A-, y el campo vuelve a movilizarse contra el aumento de retenciones -como en 2008-. Protagonista en aquel entonces en su condición de jefe de Gabinete, Alberto Fernández asumió siempre como un gran error el conflicto con el campo por la 125 y lo que menos quiere es revivir esa pelea. No es lo que se advierte en el ala más radicalizada del heterogéneo Frente de Todos, donde varios se entusiasmaron cuando se anunció un paro agropecuario de 4 días. Sin cortes de ruta, pero los tractores ya han traspasado las tranqueras.
Lejos de buscar calmar los ánimos, un empoderado Oscar Parrilli -encabezará la Comisión Bicameral de Fiscalización de Organismos de Inteligencia- se manifestó “orgulloso de que nos ataquen” desde el campo, al que responsabilizó por la crisis que vive el país; mientras que el dirigente social Juan Grabois hizo su aporte llamando “parásitos” precisamente al sector que financia los planes sociales que manejan organizaciones como la del amigo personal de Francisco.
Nada más incómodo que esas expresiones para el Presidente, para quien tampoco fue una buena noticia la libertad de Julio De Vido. Más allá de que la decisión judicial se enmarque dentro de lo que Fernández sostiene respecto de las prisiones preventivas, nada peor que el exministro -con el que nunca se llevó bien- proclamando que su libertad se la debe “al soberano pueblo argentino que echó al macrismo”. Dicho esto haciendo la “V” de la victoria, como se vio a la dirigencia partidaria el jueves, graficando la unidad en el Congreso del PJ en Ferro. Una unidad que algunos sugieren debería exhibirse ya no reeligiendo a José Luis Gioja, sino al propio Alberto Fernández, como exploró el titular del PJ porteño Víctor Santa María. Se verá. Mientras tanto, Jorge Capitanich no baja sus pretensiones, lo que representaría un empoderamiento del cristinismo.
Un cristinismo que tiene vida propia, más allá de lo que pueda haberse visto en el microestadio de Ferro. Ese mismo día se los vio celebrando los cuatro años de vida del Instituto Patria, el think tank del espacio. Con Parrilli encabezando el acto, anunciaron “el fin de la resistencia” y proclamaron que no van a diluirse “ahora que somos gobierno otra vez”. Por el contrario, se afirmó en los discursos que “gran parte de las medidas que viene tomando el gobierno tuvieron su gestación en el Patria”.
Una muestra más del peso de la compañera de fórmula de Alberto Fernández en esta administración, donde son cada vez más notorias las muestras de poder del sector. Por ejemplo con la designación de Federico Bernal al frente del Ente Nacional Regulador del Gas (Enargas). Cristina personalmente pidió por él ante Alberto, quien prefería otro nombre, por considerar a Bernal muy identificado con De Vido. Ganó Cristina, y Bernal será el encargado de revisar el tema de las tarifas durante los últimos años: la rentabilidad de las empresas durante la era Cambiemos y sus inversiones.
Ese fue, precisamente, otro de los pasajes salientes de la exposición de CFK en La Habana, hace apenas un mes.