En los últimos meses, los medios masivos de comunicación se encontraron homogeneizando la información basándose siempre en un tema coyuntural puntual restándole importancia a aquellos hechos que acontecen en la trastienda política.
Primero fue el caso de los rugbiers y el asesinato de Fernando Báez Sosa en Villa Gesell, ahora toda la información sienta bases en el Coronavirus.
No se hace referencia con ello a que sendas informaciones no deban ser tratadas por el periodismo, todo lo contrario, sobre todo en el caso del Covid-19, es necesario que los medios concienticen. No obstante, parcializar la noticia y tratar un solo tema es, lisa y llanamente, despreciar la información.
Es terrible, porque los medios masivos nada dicen de los negocios que empiezan a aparecer en la escena política, como por ejemplo, aquellos negociados con las vacunas que ha revelado anteriormente Tribuna de Periodistas.
Tampoco se cuenta la persecución de Cristina Caamaño (interventora de la AFI) a los agentes de la Agencia Federal de Inteligencia que ingresaron en ese organismo durante la era del expresidente Mauricio Macri.
Ningún medio informa sobre las designaciones polémicas de personas implicadas judicialmente, amigos y familiares del poder.
Nadie cuestiona al ministro de Salud Ginés González García, un tipo tan imbécil que, en plena era de globalización, donde un avión desde China a la Argentina tarda menos de un día, el impresentable atinó a decir que el Coronavirus no llegaría a este país porque “estamos lejos”.
Muy poco y casi nada se ha hablado del peligro que corren los testigos protegidos que brindaron información de calidad y necesaria para destapar las causas de corrupción más importantes de la “década ganada”.
Poco se ha hablado también de la avanzada que prepara el Gobierno contra los medios y la Justicia, con el simple objetivo de consignar la impunidad de unos pocos corruptos y mafiosos.
Ningún medio “grande” tuvo la delicadeza de, cuanto menos, deslizar la trama del fernandismo en favor del tráfico de estupefacientes, ni siquiera cuando las evidencias se encuentran a la vista de toda la sociedad.
Hay muchos temas más que de nada sirve seguir enumerando, tópicos de la más acérrima inmoralidad y sobre todo de la más asquerosa ilegalidad. Se podría mencionar también la inconstitucionalidad.
Lo peor no es que un Gobierno se comporte de tal manera, la Argentina se encuentra, lamentablemente, acostumbrada a la corrupción política. Lo verdaderamente terrible es que los medios de comunicación le hagan el jugo al poder de turno allanándole el camino para que avance en cada uno de sus desaguisados.
¿En qué beneficia al oficialismo el periodismo vernáculo?
Dando la espalda. Comportándose como los tres monos místicos de Hidari Jingoro que se ubican sobre los establos sagrados del santuario de Toshogu. Sí, los medos parecen ser ciegos, sordos y mudos; salvo, claro está, en el caso de un tema en particular que desvié la mirada de la ineptitud, la impericia y la falta de ética de la actual conducción gubernamental.