En los últimos días se lo pudo ver a Alberto Fernández se mostró recorriendo lo que serán las instalaciones del nuevo edificio del Hospital René Favaloro, que intentará contener a los afectados —y eventuales afectados— por el coronavirus. Según el presidente, estará listo en 60 días.
Los kirchneristas aplaudieron a rabiar al mandatario y celebraron la medida. Pero olvidaron que el mismo nosocomio ya había sido inaugurado por Cristina Kirchner en dos oportunidades. La última en el año 2015.
"Esto no es escenografía", dijo la entonces presidente en la que fue la 43° cadena nacional del año, destinada a anunciar la inauguración del mismo hospital, ubicado en la localidad de Rafael Castillo. La foto del día mostraba a Cristina ladeada por el intendente Fernando Espinoza y el excandidato oficialista, Daniel Scioli, en un acto multitudinario, lleno de banderas y pancartas militantes.
En realidad, la construcción del lugar se inició en 2010 en el marco del plan Hospitales del Bicentenario, con una inversión de 96 millones de pesos. El edificio se erigió sobre una antigua plaza municipal.
Según los empleados del hospital, la obra tendría que haberse terminado en 2014 pero los plazos se alargaron: los tiempos electorales apuraron la inauguración y, cadena mediante, se anunció su puesta en marcha.
De ese día quedó una pancarta que puede leerse desde una de las esquinas del predio y reza: "Gracias Cristina y Fernando por el hospital". El cartel está rodeado de alambres que resguardan baldosas apiladas, ladrillos, arena, una mezcladora de cemento y otros materiales de construcción, que son parte del obrador, ubicado a un lado de la entrada principal.
Un enfermero, que prefirió no revelar su identidad, dijo entonces al portal Infobae que el día del acto ni siquiera estaba terminada la vereda de la entrada.
El día que Cristina hizo su inauguración los periodistas pudieron comprobar que los azulejos estaban rotos, las paredes descascaradas, la puerta de metal sin manija que separa el quirófano de la sala de espera, cables de electricidad a la vista, los letreros de los consultorios escritos con marcador rojo y los tubos de luz con telarañas.
Ahora, cinco años más tarde, Alberto Fernández jura que será la gran solución para combatir el coronavirus.