Alberto Fernández se encuentra en estos momentos con varios frentes de batalla, aún ninguno le explotó en la cara dadas las circunstancias que vive el país (y el mundo) referido a la problemática del Coronavirus.
El aislamiento social, preventivo y obligatorio le da espacio para pensar y analizar las medidas que su Gobierno tomará cuando la cuarentena que cumple la sociedad finalice por completo.
Entre una economía que ejerce como equilibrista, el agotamiento del sindicalismo por la falta de respuesta del Estado y una parte de la dirigencia del partido que encabeza Alberto marcándole la cancha de forma constante; todo parece indicar que, por ahora, la reclusión social le está jugando un papel sumamente favorable.
Sin embargo, ¿Cómo explicará, una vez terminada la cuarentena, que literalmente no hay plata? ¿Cómo hará para frenar a los sindicatos y las organizaciones sociales que parecen desencantados de muchas de las decisiones que toma el Gobierno? ¿Cómo evitará las prácticamente inminentes futuras manifestaciones?
Todo ello pasa por estas horas por la cabeza de Alberto Fernández. Y a ello debe sumarse una cuestión más que ostenta una relevancia superlativa: La búsqueda del poder absoluto de La Cámpora y el sector kirchnerista más duro.
A la vicepresidenta le salió bien la jugada de dejarle el sillón de Rivadavia a Alberto, ya que, en cualquier caso, serviría como chivo expiatorio. De ser necesario, Cristina no dudará en poner mano dura y hacerle pagar al actual jefe de Estado por todas las veces que la despotricó durante casi una década.
Sería la primera vez que le explote la bomba en la cara a un Gobierno peronista. Las consecuencias son desconocidas, ya que fue siempre el peronismo quien se puso la capa de superhéroe y se autodenominó el salvador del pueblo frente a Gobiernos de otro color político a quienes les había hecho perder el poder.
Pero… ¿Y ahora? Si llegase a pasar algo de tal índole ¿Quién se presentará como el salvador? ¿Será el radicalismo? ¿Será el mismo peronismo diciendo que las decisiones de Alberto iban más de la mano con la derecha neoliberal? ¿Será la propia expresidenta CFK quien, con su cuota de cinismo ya harta conocida, especulará y culpará de todo al Coronavirus y las malas desiciones del otrora jefe de Gabinete?
Dicho sea de paso, volviendo más arriba ¿Cómo hará el primer mandatario para explicar que no hay un peso? ¿También recurrirá a la misma práctica de echar culpas en vez de brindar soluciones?
Hasta ahora son preguntas que no encuentran respuesta y, de hecho, ojalá no se produzca una salida anticipada del presidente. Más allá de los deseos partidarios de muchos, ello produciría una desestabilización en todos los sentidos del manejo de la política lo que, ineludiblemente repercutiría en la sociedad.
Es por ello que Alberto está enamorado de la cuarentena, es el refugio de alguien que no encuentra una solución que equilibre todos los problemas que hoy posan sobre su escritorio.
Por ende, puede decirse que, más allá de la situación sanitaria, lo aquí expuesto demuestra que la decisión que tomó el Gobierno de prolongar aún más la reclusión social está íntegramente relacionada con los peores temores del primer mandatario.
Mientras tanto, se consuela haciendo catarsis con sus más cercanos, a quienes les pide consejos que lo ayuden, entre otras cosas, a salir de la disyuntiva que carcome sus pensamientos.