La pandemia ha puesto a buena parte del planeta en libertad condicional por razones de fuerza mayor y, a su vez, ha dejado aflorar rencillas domésticas que impiden adoptar medidas globales. En España, uno de los epicentros, el primer gobierno de coalición desde el retorno de la democracia mantiene el estado de alarma e insiste en rubricar con la oposición un gran acuerdo nacional, pero, a los ojos de Carmen De Carlos, columnista y corresponsal volante del diario ABC, de Madrid, y directora del portal Sudamérica Hoy, prima la desconfianza entre unos y otros. “Hay mucha tensión”, dice.
Esa tensión se centra en tres ejes: las medidas sanitarias, el impacto en la economía y las libertades democráticas. Sobre ellas, la presidenta de Transparencia Internacional, Delia Ferreira Rubio afirma desde Berlín: “No se debe ciberpatrullar para limitar la libertad de expresión de las personas”. Eso sería “violar la libertad de opinión”. También advierte que la “nueva normalidad” podría ser uno de los peligros después de la pandemia. Es decir, mecanismos de persecución por medio de pulseras o teléfonos inteligentes que puedan “provocar la estigmatización de las personas”.
En Estados Unidos, a su vez, las restricciones dependen de los gobernadores. Se trata de una “confrontación diaria” con Donald Trump, apunta el periodista Norman Powell desde Atlanta. El gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, “se ha puesto firme”, al frente de una coalición de pares, como el de California, y ha dicho que “el estado de excepción continuará hasta el 15 de mayo”. La idea fija de Trump: apuntar contra China después de haber suspendido el aporte a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y ser reelegido en noviembre.
Al margen de las gestiones de cada gobierno en un mundo en crisis y sin liderazgo, las instituciones educativas, como la Universidad de Belgrano, procuraron adaptarse a las circunstancias con las clases y las evaluaciones a distancia, como señala Mabel Mercado, directora de Calidad Académica de la Pontificia Universidad Gregoriana, de Roma. “Estamos todos en el mismo barco, como decía el Papa”, observa. Europa, agrega, “pensó que la pandemia era era lejos, en China, y “sobre nuestros errores” tomaron medidas otros países.