Desde hace aproximadamente siete décadas, la Argentina sufre un evidente deterioro, tanto social como político, pero especialmente económico.
Esto se debe, puntualmente, a algo (una especie de virus) que el peronisimo -y casi siempre directa o indirectamente acompañado por la izquierda- le inoculó a gran parte de la población. Que la culpa de todos los males es de los que generan riquezas, los que generan trabajo, y ellos (los pobres) son oprimidos y explotados por empresarios malvados y despiadados que les chupan la sangre, y que el Estado es lo único que los va a salvar dándoles y regalándoles desde zapatillas hasta una casa, pasando por planes sociales o bolsos de comida.
Basta con mirar hacia atrás para poder comprobar que, al igual que el socialismo, el peronismo fracasó rotundamente. Las pruebas están a la vista: la pobreza y el atraso no solo no desaparecieron, sino que aumentaron exponencialmente. Realidad mata relato.
Como en todo sistema populista, los factores que asegurarán el fracaso son dos: la presencia del Estado en todo lo que pueda intervenir y crear un sistema impositivo tan grande como se pueda, que permita mantener esa estructura burocrática administrativa estatal.
No es necesario ser Máster de posgrado en economía para deducir que esa fórmula, más temprano que tarde va a terminar en el fracaso, como siempre a lo largo de la historia ha ocurrido. Sin embargo, en nuestro país un gran sector del arco político, -y lo que es peor, de la sociedad- siguen insistiendo con lo mismo.
Días atrás, la directora de Asuntos Jurídicos en el Senado y abogada elegida por la vicepresidenta Cristina Kirchner en la Cámara alta para sus batallas jurídicas, Graciana Peñafort, publicó en su cuenta de Twitter: "La Corte tiene que decidir si los argentinos vamos a escribir la historia con sangre o razones", en un tono claramente amenazante dirigido a la Corte Suprema de Justicia.
Al día siguiente, Adriana Puiggrós, quien se presenta como Docente y Doctora en Pedagogía y ocupa nada menos que el cargo de secretaria de Educación del Ministerio de Educación de la Nación, también en la red social Twitter, publicó: "El coronavirus infectó sociedades humanas enfermas de neoliberalismo. La destrucción ambiental llevada a cabo por el capitalismo financiero liberó el virus. El irrefrenable impulso de los dueños del capital produce una espiral que se retuerce engullendo a la sociedad."
El lenguaje, es un espejo de nuestro pensamiento; es nuestro pensamiento. Por lo tanto, no caben dudas de que estas dos funcionarias, ambas peronistas de izquierda, y muy respetadas dentro de su partido y festejantes de las dictaduras que gobiernan Cuba y Venezuela han dejado claramente expresado y reflejado cual es la idea de democracia y geopolítica a la que adhieren.
Y no son las únicas. En esta misma línea podemos incluir una extensa lista de políticos y funcionarios peronistas de izquierda que están en esta misma sintonía.
El poder de penetración del Marxismo Cultural en la mente de los desinformados, holgazanes, resentidos y frustrados es, justamente, a través del arte, la "cultura" y la enseñanza por un lado, y la Lucha por derechos que siempre existieron por otro, pero siempre enfocado desde la izquierda, para dividir a la sociedad. Exactamente lo mismo ocurre con el peronismo y todo gobierno populista.
La izquierda, desde su génesis, siempre necesitó de conflictos, puesto que en sociedades donde hay buena convivencia no tiene razón de ser; por lo tanto, si el conflicto no existe, lo tienen que crear. Tal es así que en los últimos 25 años aparecieron expresiones de conflicto que antes no existían, como los movimientos feministas, indigenistas, ecologistas, LGBT o "mulciculturalistas", que son nuevas formas de conflictos que aparecieron después de la caída de la URSS, y siempre por medio de la violencia, buscando, por supuesto, victimizarse en esos mismos conflictos que ellos generan.
Tanto Graciana Peñafort, como Adriana Puiggrós son el resultado de la inoculación de ese virus que es el peronisimo -y casi siempre- directa o indirectamente acompañado por la Izquierda.
Según Voltaire, “cuando el fanatismo ha gangrenado el cerebro, la enfermedad es incurable” porque es corrosivo, enemigo de la libertad, del progreso, del conocimiento y el responsable por asesinatos, genocidios masacres, guerras, persecuciones, injusticias y violencias de todo tipo".
Hoy nos toca vivir una situación excepcional, la pandemia del coronavirus. Y nos toca vivirla bajo un gobierno peronista. Entonces, si juntamos estos dos ingredientes, ¿que posibilidades hay de que terminemos en buen puerto?
Quiero concluir con una reflexión final y una pregunta. Mi reflexión es: nunca, jamás, en la historia, el peronismo hizo algo para beneficiar a quien trabaja, produce o invierte para generar empleos y recursos.
Y mi pregunta: acaso usted, estimado lector, ¿conoce a una sola persona que haya dejado de ser pobre gracias al peronismo, salvo ellos mismos?