Uno de los principales objetivos de la cuarentena que se inició el 20 de marzo pasado se ha cumplido en la Argentina, al lograr extenderse hasta 25 días el tiempo de duplicación de casos de coronavirus, por lo que el Gobierno dispuso avanzar a una nueva instancia en la mayor parte del país.
Tras un confinamiento de más de 50 días, la Fase 4 que anunció el presidente Alberto Fernández significa una pequeña recompensa para la sociedad que cumplió con las medidas de prevención que dispuso la Casa Rosada frente a la pandemia y también un alivio para los sectores del andamiaje productivo doméstico que podrán reanudar sus actividades.
Pero al mismo tiempo, la decisión de flexibilizar la cuarentena inaugura un nuevo camino de desafíos para el Gobierno y el grupo de especialistas médicos que asesoran al Presidente, ya que, según sostienen los propios expertos, es crucial salir del aislamiento de manera ordenada, controlada.
Y el propio Fernández, junto con sus colaboradores más cercanos en esta misión, como el ministro de Salud, Ginés González García, deben garantizar que así sea, tratando de asegurar que el país no sufra una "recaída" después de tanto esfuerzo realizado en la lucha contra la Covid-19.
El mismo jefe de Estado resaltó este viernes en la Quinta Presidencial de Olivos la "epopeya" que lleva adelante el "pueblo argentino" para superar esta situación excepcional por la que transita el país en sintonía con la mayor parte del mundo, a causa de la pandemia de coronavirus.
El Gobierno sabe que debe apelar a la "responsabilidad ciudadana", como condición para seguir transitando por un proceso atinado de salida de la cuarentena, sin necesidad de "volver para atrás", en el caso de que aumenten los contagios porque la población no cumple con sus obligaciones.
De hecho, así lo subrayó también Fernández. Pero también la Casa Rosada y los demás Ejecutivos provinciales o comunales tienen que moverse a partir de ahora con sumo cuidado, con precaución, evaluando cada paso para evitar tropezar, por ejemplo, como sucedió aquel "viernes negro" con los jubilados agolpándose en la puerta de entidades bancarias.
En esta carrera con obstáculos que desarrolla la Argentina en busca de llegar al final de la emergencia sanitaria con el menor costo posible en vidas humanas, el principal foco de preocupación se concentra ahora en la ciudad de Buenos Aires y en el Conurbano, especialmente en las zonas más vulnerables.
La Nación trabaja en conjunto con el Gobierno porteño y con la Provincia para atender la particular situación que se registra en barrios con carencias, allí donde los contagios han aumentado con mayor celeridad con respecto a los 25 días de tiempo de duplicación en promedio en el país.
Un caldo de cultivo
Las adversas condiciones de vida en las villas del Conurbano y de la Ciudad -por ejemplo, en la 31 y en la 1-11-14-, sumadas al hacinamiento y a la modalidad de "cuarentena comunitaria" que por necesidad se realiza allí, generan un peligroso caldo de cultivo para la proliferación de la enfermedad.
En este sentido, para tomar noción del riesgo potencial que se agazapa en esas barriadas alcanza con echar un vistazo a lo que sucede por estos días en Brasil, con los contagios en las favelas, sobre todo en San Pablo y en Río de Janeiro, o en Estados Unidos, con los estragos que causó el coronavirus en las minorías étnicas más pobres, en especial, en Nueva York.
Si bien se trata éste de un virus "importado", traído a la Argentina por quienes viajaron al exterior y regresaron al país contaminados -personas de clase media o media alta en general-, con la irrupción de la enfermedad en zonas vulnerables una luz de alerta roja y potente se ha encendido para el Gobierno.
Flanqueado por el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y por el mandatario bonaerense, Axel Kicillof, en la conferencia de prensa que brindó este viernes, Fernández dejó en claro que es consciente de la situación y justamente por ese motivo, entre algunos otros, al AMBA no se le permite avanzar a la Fase 4, sino que permanecerá en la Fase 3.
De todos modos, Rodríguez Larreta anunció su intención de flexibilizar ciertos aspectos de la cuarentena en la Capital Federal y Kicillof también planea suavizar algunas medidas para propiciar la reanudación de actividades productivas, aunque ambos deben solicitar autorización de la Nación.
En medio de este contexto extraordinario, los mandatarios siguen aprendiendo "sobre la marcha", aunque claramente no deberían darse el lujo de apelar a métodos de "prueba y error" tomando en cuenta que se trata de la salud de la población y de vidas humanas lo que está en juego.
Favorecer, por ejemplo, condiciones para que se produzca una mayor movilidad de personas en la vía pública supone lógicamente incrementar el riesgo de contagio en las regiones más afectadas por la enfermedad, como el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Por eso es importante ser prudentes.
En el interior del país la situación es más alentadora, incluso en grandes ciudades como Córdoba o Rosario, con relación al AMBA. La Casa Rosada habilitó, entonces, el pase a la Fase 4, aunque la Argentina en su conjunto de a poco va asumiendo la idea de que cuando este calvario finalice, la población no necesariamente volverá a su vida anterior tal como solía ser, sino que se dará comienzo a una "nueva normalidad" social.
Así parecen estar planteadas las cosas, en un escenario que es probable que encuentre al país y al mundo desarrollando otra forma de vida cuando la pandemia de coronavirus se haya convertido en recuerdo. Emiliano Rodríguez