Como ya es de público conocimiento, el Gobierno le perdonó al Sindicato de Choferes de Camiones, que conduce Hugo Moyano, una multa que había sido impuesta por el ex ministro de Trabajo, Jorge Triaca, por un total de 809.790.710 pesos.

Desde Tribuna de Periodistas ya se había señalado que la actual administración había dejado de reclamarle ese dinero, por tanto, lo que sucedió en las últimas horas era esperable.

Se trataba de una sanción por negarse a acatar una conciliación obligatoria en el 2018 durante la gestión del expresidente Mauricio Macri. “No puede ser optativo el cumplimiento de la conciliación obligatoria ni para Camioneros ni para nadie” sentenció Triaca en dialogo con diario La Nación.

No obstante, Claudio Moroni, actual ministro de Trabajo, le señaló al mismo medio que “en el expediente nunca se pudo individualizar a ningún empleado sindicalizado como para que se aplicara una multa por violación a una Conciliación Obligatoria. Además, a la hora de calcular la multa, la misma se extrapoló a toda la organización”. De esta manera argumentó el hecho que, es dable remarcarlo, generó un repudio inusitado y generalizado en toda la sociedad.

Sin embargo, Pablo Moyano no quiso responder. El dato es sugestivo per se: ¿Por qué el número dos de Camioneros no quiso brindar respuesta alguna? ¿Qué hay detrás del beneficio que se le brindó al sindicalista? ¿Por qué habrá tomado esa decisión Moroni, obviamente avalada por el presidente Alberto Fernández y el poderoso jefe de Gabinete Santiago Cafiero?

De todas formas, no debería sorprender la resolución, ya que fue el propio jefe de Estado quien, hace dos meses atrás, llamó al camionero “líder sindical ejemplar” y lo tildó de “inmenso”.

Ello lleva a replantear puntuales sucesos que tuvieron lugar a fines del año pasado, cuando Alberto ya era presidente electo y sólo restaba que finalizara el mandato de Macri para comenzar a ejercer las funciones que demandan la primera magistratura.

Se trata de aquellos en los que el Hugo Moyano buscaba meter gente suya en las primeras líneas del Ejecutivo, tales como Guillermo López del Punta al frente del Ministerio de Transporte o a Facundo Moyano, diputado nacional y a la sazón hijo del camionero, como titular del hoy Ministerio de deporte y turismo.

Sin embargo logró “acomodar” funcionarios en las segundas y terceras líneas del Gobierno, el caso de renunciado Carlos Montaña en el Ministerio de Desarrollo Social da cuenta de ello.

Entonces, ¿Por qué, con la amistad que ostentan, Alberto no le permitió a Moyano poner gente en las primeras líneas de Gobierno? Más aún, ¿Por qué tras esos sucesos Hugo Moyano no manifestó queja alguna y se amoldó sin chistar? Ciertamente, algo inusual en el gremialista.

Todo indicaría que la petición de la incorporación de personajes propios que “El Negro” realizó frente al entonces presidente electo, se trató ni más ni menos que de una jugada política.

El objetivo: tratar de despegar a Fernández de la figura de uno de los mayores corruptos que existe en la Argentina. Por entonces, la movida funcionó y los medios deslizaron titulares tales como “Alberto se despega del moyanismo” o similares.   

Lo cierto es que dicha jugarreta política fue funcional a la supuesta “moderación”, no sin que parte de la prensa también tuviera un rol superlativo vendiendo una figura presidencial que, claramente, no era.

Más temprano que tarde, los estrechos vínculos de ambos salieron a la luz, con empalagosas declaraciones y jugosos contratos de por medio.

Es necesario rememorar que el sindicalista “ejemplar” tuvo un impaz en su actitud prepotera y confrontativa durante el Gobierno de Néstor Kirchner, cuyo jefe de Gabinete era quien hoy está al frente de la Casa Rosada.

¿Volverán esos tiempos en los que Moyano caminaba de la mano del Kirchnerismo, hoy con otra figura como comandante de la Nación? La probabilidad está siempre vigente y los hechos que acontecen dicen claramente que sí.

Nuevamente se podrá ver cómo un Gobierno beneficia a lo más inmundo de la corrupción sindical que representa Hugo Moyano, aquel que logra eludir siempre los problemas…. Con apoyo político, claro está.