Primero fue la soberanía previsional y estatizaron las AFJP y a los jubilados les rebajan los haberes. Segundo fue la soberanía hídrica y estatizaron Aguas Argentinas, pero al agua le agregan mucho más cloro porque no pueden garantizar la potabilidad. Tercero fue la soberanía energética y estatizaron YPF, por la que pagaron cinco veces más de lo que vale hoy. Cuarto fue la soberanía alimentaria y quieren estatizar Vicentín que exporta aceite de soja no comestible. Quinto, empiezan los cantos de sirena de la soberanía monetaria. ¿Van por los depósitos en dólares? Veremos.
En ninguna de las estatizaciones tuvieron éxito, ni siquiera cumplieron con sus postulados. En otras palabras, fracasaron rotundamente.
Tal fue el fracaso, que ni siquiera una de las empresas más grandes del país como es YPF tiene viabilidad si resulta condenada en los juicios que enfrenta en el exterior. En otras palabras, YPF hoy vale la mitad de los pasivos contingentes que enfrenta en los tribunales internacionales.
Pero hay más. La soberanía energética está al borde del abismo y del autoabastecimiento alcanzado en 2018, el país está en el umbral de volver a importar gas licuado como lo hizo durante la gestión de CFK con los barcos de GNL.
De acuerdo con el estudio realizado por algunos expertos en energía, si el invierno se transforma en una estación más fría que en los años anteriores, el consumo de gas superará a la oferta doméstica porque las petroleras han dejado de bombear gas desde los yacimientos del sur debido a la abrupta caída de los precios y al congelamiento de tarifas en boca de pozo.
Este es el mayor temor al que se enfrenta la administración de los Fernández: volver a importar gas. Primero porque es un nuevo fracaso y segundo porque eso implica tener que “quemar” divisas para afrontar el invierno cuando no hay dólares. La falta de dólares viene de la mano de tener que asegurar la negociación de la deuda y por la falta de inversiones y exportaciones, debido al cepo cambiario.
Todo esto va conformando un ambiente de escasez de divisas que se manifiesta tanto en la suba de los múltiples tipo de cambio como en las restricciones comerciales. De allí que el propio ministro de Economía, Martín Guzmán, empieza a instalar el tema de la soberanía monetaria y la necesidad de recuperar el ahorro en pesos.
¿De donde sacar las únicas divisas disponibles para atender las importaciones de gas y crear un mercado de ahorro en pesos si no es de los depósitos en dólares? Los “argendólares” son la nueva presa que el gobierno tiene en la mira, en el marco de una política económica que se debate en su propia impotencia.
Las “soberanías” son la muestra más acabada de los fracasos de una clase dirigente decadente.