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Rodríguez Larreta conoció el verdadero rostro de Alberto Fernández

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El Presidente abandona su máscara moderada y se apura a descargar los fallos de la cuarentena
El Presidente abandona su máscara moderada y se apura a descargar los fallos de la cuarentena

Los defensores del “Alberto moderado” siempre encuentran algún argumento para abonar su tesis sobre nuestro presidente: que hay que darle tiempo para que se libere del “yugo cristinista”.

 

En la última semana la tuvieron igual muy difícil porque el único gesto que podría considerarse, viéndolo con los mejores ojos, más o menos conciliador fue la derogación del decreto de expropiación de Vicentín. Y eso ignorando la enorme diferencia que existe entre un moderado y un patotero frustrado: en verdad derogó algo que ya no servía más que para ilustrar su torpeza y falta de cálculo.

En todo lo demás, fue la semana del “vamos por todo” albertistalanzó su remanida reforma judicial en la peor versión imaginable para quienes en serio se preocupan por la independencia de ese poder y su eficiencia, logró hacer aprobar la moratoria impositiva con la cláusula que beneficiará a Cristóbal López, hasta hace poco su empleador, y le torció una vez más el brazo a Horacio Rodríguez Larreta imponiendo su idea de que si los contagios se multiplican en el resto del país es culpa de que él flexibilizó los controles en la Ciudad y los porteños caminan irresponsablemente por los parques o por Avenida Santa Fe.

Hay innumerables evidencias de que la ciudad de Buenos Aires cumplió la cuarentena mejor que el conurbano. Incluida la última quincena de fase 1, que en la jurisdicción a cargo de Kicillof ni se sintió. También de que sus comerciantes y la población en general respetan las reglas de distanciamiento social y los protocolos específicos.

Es asimismo abundantísima la evidencia nacional e internacional respecto a que cuando la cuarentena se agota hay que poner énfasis en otros instrumentos: testeo, rastreo, aislamiento de las cadenas de contagio y los focos de enfermedad. Algo que, de nuevo, se hizo medianamente en el distrito porteño, también en algunas ciudades importantes del interior, pero funcionó bastante mal en el resto del AMBA. Y sobre lo que, encima, ni Alberto ni Axel dijeron una palabra el pasado viernes, cuando se dedicaron en cambio a repetir que si las cosas siguen como van “la única que nos queda es volver a encerrar a todo el mundo”. Algo que, si hubieran aprendido algo de la propia experiencia, deberían saber no va a funcionar, y aún cuando se militarice el país para que funcione, no alcanzaría para moderar el inminente pico de la enfermedad.

Alberto pasó de ser el profesor canchero que pasa de una filmina a otra con una sonrisa y un chiste, al docente enojado con el mal rendimiento de sus alumnos, a quienes culpa de las deficiencias de su pedagogía llamándolos “irresponsables”, “hijos del rigor”, en suma, merecedores de un trato aún más autoritario.

Y el primer alumno en que descargó su frustración, y su propia responsabilidad, fue el hasta aquí manso y “amigo” Larreta, en el que volvió a encontrar a un descarriado anticuarentena, un insensible neoliberal sólo preocupado por las empresas. Y en el que sin duda por sobre todo ve a un peligroso antagonista: seguramente también él leyó las últimas encuestas y vio que su imagen cae mucho y sostenidamente, y en particular su imagen negativa es ya bastante más alta que la del jefe de gobierno porteño.

Hubo algo de celada y de cuchillo en la espalda en la última conferencia del trío que hace pensar que tal vez sea la última. O por lo menos, la última en que se justifique que Larreta se mantenga tan dócilmente enfocado en dar un mensaje técnico sobre la salud en su distrito y las medidas específicas que le corresponden.

Y en cuanto al Presidente, tal vez lo que haya que preguntarse es por qué algunos imaginaron que iba a comportarse de otra manera. Y por qué mantuvieron tanto tiempo abierta esa expectativa. Si aprendió del mejor. Y siempre dijo que su ideal era el primer kirchnerismo, el de Néstor, que fue quien inventó todos los vicios y delirios que hemos vuelto a entronizar en el poder. Con Néstor fue que pergeñó las operaciones para fracturar a sus adversarios y cooptar a los más lábiles de ellos. Con Néstor montó la red de espías y traficantes de influencias que le permitió envilecer y someter aún más a la Justicia Federal que les legara Menem. Y con Néstor se ocupó de arruinar la mejor oportunidad económica que tuvo el país en el último siglo.

Alberto con poder era cantado que iba a ser un problema. En cualquier circunstancia. E independientemente de Cristina. Más todavía lo es cuando está ella al timón de la estrategia general del gobierno, y él se ve crecientemente acosado por una gran variedad de problemas que no puede resolver y de los que tampoco puede escapar.

Asustado por una crisis fenomenal que él mismo ayudó a agravar, y azuzado por la impresión, equivocada, de que de su voluntad depende supuestamente que la Argentina se vuelva un ejemplo mundial a imitar, o un desastre sin remedio, es comprensible que se muestre entre omnipotente y ofuscado, y en ambos gestos se revele su profunda desorientación.

Nada de qué sorprenderse en realidad. Lo único sorprendente es que cada vez más se escuche gente que extraña la época en que Cristina gobernaba sin intermediarios. La señora al menos sabía hacer las cosas. No tenía que derogar decretos. Era cualquier cosa menos una patotera frustrada.

 
 

7 comentarios Dejá tu comentario

  1. Lamentablemente la 'fórmula' es un desastre por donde se la mire, pasó de recomendarnos tomar bebidas calientes a tratarnos de idiotas. Cuando los idiotas son ellos. O no, mejor dicho ellos son corruptos porque los objetivos que persiguen son la impunidad de la vice y de sus cómplices, en eso sí están concentrados, Y están preocupados por la reacción de esos a los que dicen 'cuidar' y que se están dando cuenta que si los hubieran cuidado no estarían inundándose, embarrandoce, etc. etc. Y ahora sí se están dando cuenta que esas obras sí son importantes para la salud. No se comen, pero son muy beneficiosas para la vida y para la salud. Y en qué digo, setenta años, sus barones nunca les hicieron esas obras pero en cambio ellos sí se enriquecieron. En todos estos años los usaron como fuerza de choque, vayan a la marchita, corten la ruta, traigan los bombos, hagan carteles, lleven las parrilolas para los choripanes, etc. etc. Favores que dspués les pagaban con una asignación o con un puestito de morondanga en la municipalidad. Pero recordemos que cris no sólo ninguneó a La Matanza en la Universidad de Harvard, sino que además, sino que además inauguró cuatro veces el hospital Evita, pero lo dejó sin terminar y en condiciones lamentables.

  2. Y es una pena, porque Larreta, así como Ma. Eugenia Vidal son excelentes administradores, pero ninguno de los dos es un buen político. Ninguno de los dos ve venir las jugadas peronistas. En eso la que tenía un ojo veloz era Lilita Carrió. Estos dos son papita pal loro. Los peornistas se los comen de entremesa. Mucha autocrítica, demasiada los desgastó.

  3. Creo que hay que ver al verdadero Rodriguez Larreta, que no se conoce por el blindaje que tiene en los medios hegemónicos donde pone mucha guita en publicidad.

  4. el “amigo” Larreta,... insensible neoliberal ??? o peroncho disimilado....sólo preocupado por las empresas, SSSIIIII.... las suyas..... de alverso y su bandaK de inutiles y chorros no vale la pena ni un comentario.....

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