Dejemos por un momento la discusión por el tema de la deuda que ha entrado en el farragoso terreno de los abogados. Solo digamos que lo único que ha cambiado es que se han reducido los plazos de rescate de los bonos nuevos para mejorar el valor presente neto.
Sólo eso y eso se podría haber hecho hace 7 meses cuando el gobierno decía que no se movía de los 39 centavos ofrecidos y hoy ya se encuentra en 54 centavos.
Otro tema. Hay atisbos de alguna mejora de la actividad industrial. Pero esta mejora viene de la mano del agotamiento de los stock de varios sectores como el alimenticio que tuvo que volver a poner en marcha la maquinaria parada.
La monumental liquidez que inyectó el Banco Central hace que el consumo se mantenga en los consumos básicos masivos mientras que los sectores más comprometidos con el mediano plazo, es decir los sectores productores de bienes durables.
Por ahora, la reacción es tenue y hasta tanto la actividad comercial no se mueva plenamente va a ser difícil que reaccione la industria porque por la vía exportadora está cerrada, por ahora. La mejora en el ingreso de divisas que aporta la agroindustria que llegó en julio a 2.300 millones de dólares, prácticamente es neutralizada por las necesidades del sector público, por lo cual, la disponibilidad de dólares sigue en un cuello de botella.
Un eventual acuerdo por la deuda ayuda a despejar el horizonte difuso de una economía en default. Pero no alcanza para poner en marcha al país. Una vez superada la negociación por la deuda con los bonistas, resta acordar un nuevo programa con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que ponga en orden un endeudamiento de casi 45.000 millones de dólares que habrá que devolver y que obligará al gobierno a llevar adelante un ajuste fiscal fenomenal que dependerá del grado de ejecución con que lo lleve adelante.
Esa pasará a ser la clave tanto del éxito posterior del canje de deuda, de la renegociación con el FMI y de la puesta en marcha de un programa de crecimiento económico. Y eso es exclusivo resorte del gobierno y de su grado de credibilidad.
Lo bueno es que habrá en el mundo dinero barato por mucho tiempo. Dependerá de la confianza que genere entre los inversores… el gobierno de “Los Fernández”.