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Del choreo K y los idiotas útiles

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El kirchnerismo vino por todo
El kirchnerismo vino por todo

¿Se puede ser tan pero tan burdo? ¿Tan pero tan visible y poco disimulado? ¿Se puede ser tan grotesco en la persecución salvaje de lo único que interesa? Parece que todas estas preguntas tienen una respuesta afirmativa cuando se trata del kirchnerismo.

 

En efecto, el kirchenerismo no tiene ni una pizca de interés por las formas. Aunque se acostumbró a la utilización de caballos de Troya para esconder en proyectos presuntamente dirigidos a contemplar el interés general lo que realmente busca, intentando engañar a incautos, en esta fase bolivariana de su evolución está perdiendo ese último resabio de pudor también.

En su intento por hacer zafar a sus secuaces de la prisión ya han sido exitosos en la liberación de varios delincuentes como De Vido y Boudou. A este último incluso todo el pueblo le está pagando una jubilación de $ 400000 mensuales y le pagará otra retroactiva de $ 17 millones. Sí, sí, así como lo leen: 400 mil pesos mensuales más un retroactivo de 17 millones a un individuo que nos robó en la cara, que destruyó las instituciones, que fue condenado en dos instancias por la Justicia y que debería estar naturalmente en la cárcel.

Algo parecido sucede con Cristóbal López. Un estafador que embolsó más de 16 mil millones de pesos (es decir unos 1600 millones de dólares de aquella época) procesado y encarcelado por la Justicia y ahora liberado por sus socios K.

Cristóbal compró, con parte de la estafa fiscal, el multimedios C5N, desde donde todos los días seudoperiodistas pagos por la corporación kirchnerista adoctrinan a miles de incautos y de fanáticos que siguen cavando el pozo del hundimiento democrático.

Pero no conformes con eso, en una nueva versión del plan troyano, escondieron en el proyecto de moratoria impositiva (con la excusa de alivianar las cargas tributarias de la gente por efecto del confinamiento impuesto desde el Estado) un artículo -el 11- por el que la principal empresa de Cristóbal, Oil Combustibles, no solo podría acogerse a la moratoria y eventualmente volver a operar sino que podría disponer de inmediato de 14 mil millones de pesos que están depositados en una cuenta judicial del Banco Nación.

En efecto, cuando Oil Combustibles fue a la quiebra, sus activos (básicamente, estaciones de servicio) se vendieron y se recaudaron unos 14 mil millones de pesos. Esos fondos están depositados a nombre del juzgado concursal en el Banco Nación para ser eventualmente destinados a cubrir la estafa de López a la AFIP.

Al revivir la empresa porque la moratoria le daría la posibilidad de inscribirse para pagar lo que robó en un plazo prolongado, la compañía y Cristóbal recuperarían los fondos embargados.

Es decir, mientras cientos de miles de negocios, comercios y emprendimientos honestos -la mayoría de los cuales era el fruto del trabajo familiar de décadas- se fueron a la quiebra por el irresponsable manejo de la cuarentena que ha hecho el gobierno, un estafador profesional que actuó en connivencia con el gobierno de turno y en su exclusivo beneficio, sale perdonado de su estafa y recupera una fortuna de modo automático.

¡Qué grande el gobierno popular! ¡Siga el baile y vengan pomos, que estamos de fiesta! Se trata de una burla inconcebible. Mientras el pueblo sufre las consecuencias de un torniquete totalitario propio de un gobierno que cercena las libertades públicas y los derechos civiles bajo la excusa de una pandemia que decenas de otros países han decidido enfrentar de un modo muy distinto, un grupo de delincuentes en connivencia con el poder recupera libertades, se lleva fortunas a sus bolsillos (pagadas por la propia sociedad que se está fundiendo) y se pavonea impune delante de todos.

El kirchnerismo se muestra así como lo que es: un movimiento disfrazado de político que copó el poder para robar y para someter a la ciudadanía a una miseria generalizada, tal como ya lo ha ensayado y concretado en Santa Cruz.

Todas las caretas se han caído hace rato. El presidente Fernández no hace otra cosa más que dar lástima echando mano a sus modales de hombre moderado para ser una polea más del engaño.

La sociedad debe despertar de esta pesadilla antes de que sea demasiado tarde, antes de que la vuelta atrás ya no sea posible. El desguace de la Justicia para liberar de culpa y cargo a la jefa de la organización, Cristina Fernández, y a los hijos de ella con más una serie de secuaces que se reúnen en la guarida del Instituto Patria, es otra de las groserías que está ocurriendo delante de nuestros ojos.

El gatillar una pobreza sin precedentes -mediante la prohibición de trabajar y del propiciar la quiebra de centenares de miles de empresas- el torniquete legal al trabajo y la sofocación impositiva, son todas partes de un molde de pinzas que tiene por objetivo la desaparición del sector privado para implantar una dictadura bolivariana sin voces y sin oposición.

Vinieron a destruir todo. Vinieron a destruir la Argentina, tal como alguna vez fue soñada por los constituyentes. Sus herramientas son el robo, el patoterismo, la fuerza bruta y la falta de escrúpulos. Pero todas esas modalidades fracasarían de no contar con un instrumento que no es de ellos sino que proviene de la sociedad: una increíble idiotez útil que, fundada en el resentimiento y la envidia, es completamente funcional e imprescindible para que los ladrones triunfen.

 
 

7 comentarios Dejá tu comentario

  1. La limitación es esencial a la autoridad, pues un gobierno sólo es legítimo si está efectivamente limitado. Lo que deberían estar preguntándose es porque ante el aumento de muertos y enfermos, la gente se expuso y salió igual a la calle, y la respuesta es que este gobierno de mierdä superó ampliamente todas las expectativas que teníamos como gobierno de mierdä.

  2. El jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, prefirió abordar la masiva marcha nacional de protesta contra el Gobierno del 17A con una ironía. Pidió disculpas al personal de Salud por no haber podido impedir la manifestación. Alusión indirecta a la responsabilidad por presuntos contagios que les achaca a los ciudadanos -y a los dirigentes de Cambiemos- que decidieron salir el lunes a la calle. Aquella frase de Cafiero pareció una obra inconclusa. El problema del Gobierno, tal vez, no haya sido evitar la protesta. Es más, hizo bien en no interferir, salvo con mensajes públicos. El verdadero problema es que el Gobierno representó la razón única de la marcha. La provocó. Antes que impedirla resultaría útil que se tome tiempo de rastrear los fundamentos de su existencia. La reflexión del jefe de Gabinete estaría denotando un síntoma de mayor gravedad. El Gobierno parece ausentarse de las demandas sociales básicas que circulan por el perímetro de la pandemia. De una agenda que se fortaleció en el último mandato de Cristina Fernández (2011-15) y fue sobrevolada, con luces y sombras, durante la gestión de Mauricio Macri. Esa agenda, amén de la eterna crisis económica, la conforman la corrupción y la inseguridad. Hay alguien en el oficialismo que puede dar fe sobre esa situación. Sergio Massa, el titular de la Cámara de Diputados, bisagra en la difícil articulación del Frente de Todos, supo construir su poder inestable en Buenos Aires (2013, 2017) y en el país (2015) pivoteando sobre los pecados kirchneristas y la necesidad de endurecer las penas contra los delincuentes. Esta primera reacción del Gobierno después del 17A, hizo recordar en gran medida a la que tuvo Macri en agosto del 2019 cuando fue vencido por Alberto Fernández en las elecciones primarias. En esa ocasión culpó al voto de los ciudadanos por la disparada del dólar que ocurrió el día después. Fue incapaz de alguna introspección. De bucear errores. Apeló al miedo sobre lo que vendría de repetirse el resultado en octubre. Ese mes también resultó derrotado, aunque por una diferencia menor que los 15 puntos de las primarias. Dejo la impresión –que luego fue rectificando- de no comprender lo que había sucedido. Aunque se trate de circunstancias distintas -una elección por un lado, una legítima y multitudinaria protesta popular por otro- el parecido en las reacciones del poder sorprende. O no tanto. Axel Kicillof apeló al miedo advirtiendo sobre los contagios de coronavirus que podrán sobrevenir, a juicio suyo, con motivo de la irresponsabilidad de los dirigentes opositores y los ciudadanos que los siguieron. Su jefe de Gabinete, Carlos Bianco, sostuvo que las imágenes de las marchas le resultaron “patéticas”. No pensó de igual cuando defendió al intendente de José. C. Paz. Mario Ishii había dicho que cubría el traslado de “falopa” en ambulancias en su distrito pobre. Eduardo De Pedro, el ministro del Interior, se añadió al coro. El titular de Yacimientos Carboníferos Fiscales (YCF), Aníbal Fernández calificó a las concentraciones de “sesiones psiquiátricas”. Seguramente, a las cuales les teme. También como le sucedió a Macri en agosto del 2019 el reflejo inicial del Gobierno ante el desafío fue el encierro. Aquí habría una diferencia. El ex presidente debió recalcular porque tenía por delante otra elección. Ni el Presidente ni Cristina Fernández han dado pistas verbales. Respondieron por ahora con hechos. El Senado continuó este martes con el tratamiento en Comisión de la reforma judicial. Detonante de la mayoría de las quejas del 17A. También deliberó por primera vez la Junta Consultiva que estudia modificaciones en la Corte Suprema y en el Ministerio Público, que se vería fortalecido por el papel que desempeñarían los fiscales a futuro en las investigaciones. El kirchnerismo se tragó el sapo de Vicentin. No tolerará otra marcha atrás con apenas ocho meses de gestión en sus espaldas. Aquí podría descubrirse otra similitud entre el pasado y el presente. Una constante que ahoga a la Argentina. La reforma judicial representa para el común de los ciudadanos una propuesta difícil de ser interpretada. Pero la asociación con la búsqueda de impunidad para Cristina resulta automática. En especial, vinculada a la modificación de la Corte Suprema que Alberto siempre dijo que está bien como está. El domingo, en un reportaje, la secretaria Legal y Técnica, Vilma Ibarra, aseguró que el Presidente no promueve cambios en el máximo Tribunal. ¿Por qué, entonces, habilitó una Junta Consultiva?. El fantasma del poder bifronte nunca desaparece. Aquella asociación de la reforma judicial a la impunidad memora la peor batalla pública que el macrismo debió afrontar en su tiempo. Fue en 2017 después de imponerse en las legislativas. Presentó la idea de una reforma previsional que el kirchnerismo confrontó en la calle de modo vandálico. La reforma se relacionó con un daño a los jubilados. Letal. Fue un triunfo parlamentario pírrico del entonces Gobierno. Meses después ingresó en un tobogán. El tiempo muchas veces, por encima del fragor de los debates políticos de coyuntura, permite desnudar la distancia entre las palabras y los hechos. El Gobierno de Alberto anunció el viernes un incremento del 7.5% para jubilaciones y pensiones. Con la ecuación anterior, derogada por el kirchnerismo, el aumento promedio debió ser de casi el 11%. Esa discusión está muerta. El vínculo entre la reforma judicial e impunidad estuvo espoleado además por la oportunidad y el modo. La Argentina atraviesa una pandemia que arrastra la crisis económico-social a su peor punto desde el regreso de la democracia. La posibilidad de un repunte serio –no solo de un poco de consumo—demandará de un esfuerzo que, a priori, supera al Gobierno. Aquella reforma no hace más que dividir las aguas. Su origen fue también unilateral. Nadie puede ignorar que el Poder Judicial requiere un profundo cambio. Que el macrismo tampoco se ocupó de abordar. Se puede temer y presumir que difícilmente llegue a buen destino gestionado de esta manera. Cambiemos le solicitó al Presidente que retire el proyecto del Congreso. Una formalidad inútil que debía cumplir después del 17A. De la interpelación general tampoco podría quedar ajena la coalición opositora. Allí se evidenciaron desajustes a la hora de la convocatoria. Siempre el papel más delicado recae sobre el Jefe de la Ciudad, Horacio Rodríguez Larreta. Obligado a cohabitar con el Gobierno de Alberto y con Kicillof para afrontar la grave pandemia. Aquellos desajustes afloraron además con los hechos consumados. Entre una mayoría de voces firmes pero cautas se filtraron opiniones disruptivas. La titular del PRO y ex ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, opinó que Cambiemos estaría en aptitud de volver al poder. Debe recorrer aún tres años y medio. Y rendir examen legislativo el año que viene. Macri, desde Suiza, se manifestó orgulloso de los “miles que dijeron basta al miedo y al atropello”. Pretendió colocarse a la cabeza de una protesta popular cuya dimensión y diversidad pareció exceder a todos. Si el ex presidente la sintió como propia, debería preguntarse por qué motivo el año pasado perdió.

  3. La limitación es esencial a la autoridad, pues un gobierno sólo es legítimo si está efectivamente limitado. Lo que deberían estar preguntándose es porque ante el aumento de muertos y enfermos, la gente se expuso y salió igual a la calle, y la respuesta es que este gobierno de mierdä superó ampliamente todas las expectativas que teníamos como gobierno de mierdä..

  4. Un exelente articulo, estamos en manos de un pseudo partido politico que no es mas que una sociedad mafiosa "Cuanto mas corrupta es la republica,mas corruptas son sus leyes " Tacito Y como dijo la Sra, Angela Merkel " La pandemia no puede ser combatida con mentiras,el populismo esta mostrando sus limites."

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