A una Argentina fuertemente convulsionada por una “cuareterna” que suma muertos y una crisis económica feroz, se le vienen sumando las ilegales usurpaciones de tierras, mal llamada “tomas”, cuestión de dulcificar, a través del uso incorrecto del lenguaje, la realidad.
En esta realidad un actor de crucial importancia es Juan Grabois. ¿Quién es Juan Grabois? Nació hace 37 años en San Isidro, hijo de la médica pediatra Olga Gismondi (Universidad Católica de Córdoba) y de Roberto “Pajarito” Grabois, dirigente estudiantil PJ, autor de un libro de Memorias.
Juan, educado en el Godspell, licenciado en ciencias sociales de la Universidad de Quilmes y como abogado de la UBA, referente social, entre 2014/16 vivió en San Martín de los Andes donde defendió la causa mapuche. Referente del Movimiento de Trabajadores Excluidos, MTE y de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular, CTEP.
Cree en la reforma agraria y para sustentarla, lo hace con la necesidad habitacional de la gente. Y se cuelga de José Gervasio de Artigas, héroe nacional uruguayo, liberal y republicano, coautor del “Reglamento Provisorio de la Provincia Oriental para el Fomento de la Campaña y Seguridad de sus Hacendados”, 1815. Escribió *Halperín Donghi:
“El reglamento se debe a una iniciativa del cabildo; tuvo un papel dominante la opinión de los hacendados (impacientes porque no cesaban las exacciones arbitrarias de ganados por parte de las fuerzas militares artiguistas en la campaña […] Los terrenos disponibles; y los sujetos dignos de esta gracia”. Las tierras no se usurpaban, se daban.
El Reglamento tiene 29 artículos y establece que si en 2 meses los beneficiarios de un terreno no lo habían trabajado, se les quitaba. La idea era poblar el campo, imponer el orden, asegurar la autoridad y una administración civil. Otra vez se retuerce el lenguaje, no es una reforma agraria, es una política de estado. Grabois manipula a Artigas.
Un plan ordenado de granjas, conseguir que las personas salgan de la extrema pobreza que hoy campea por el conurbano, con terrenos otorgados por los gobiernos provinciales a pagar en x cantidad de años, con instrumentos de cultivo y semillas (después de haberles enseñado a cultivar dónde, cómo y qué), es una muy buena idea. Eso sí es Artigas.
Pero no una forzada y delictual usurpación de tierras. Dirigidas estas por Grabois, con un gobierno nacional y algunos provinciales, que permiten, incitan y miran hacia otro lado, mientras se suceden en la mitad del país. El 29/10, dos usurpaciones emblemáticas, Guernica y el campo de los Etchevehre fueron desalojados y restituidos a sus legítimos dueños.
Pero Grabois sigue siendo un problema cada vez más serio. Aumenta la pobreza y al mismo tiempo aumenta la influencia de Grabois como el defensor de los pobres. Además lo asocian con el Papa, sea cierto o no. Y trabaja con el gobierno de los Fernández. A la Cámpora no le gusta nada.
La Cámpora, el ala izquierda del kirchnerismo, se siente amenazada por Grabois. Este último le “roba” simpatizantes todos los días. Empeora la situación económica, hay más pobres; esos pobres se suman a Grabois abandonando La Cámpora que no se juega a solucionarles las carencias.
Finalmente, y quizás con el asombro del planeta, muchos argentinos con alegría festejaron los desalojos. El de Guernica debería haber tenido funcionarios del ministerio de desarrollo social y el de hábitat esperando a las personas desalojadas para encontrarles una solución a sus problemas.
El delito debería juzgarse cuando los chicos estuvieran a resguardo. Pero eso el gobierno progre no lo hizo. Ni delito ni solución. Todo a fojas cero. Y además de este disparate, ¿qué se festejó? Que el gobierno avalara el cumplimiento de la Constitución Nacional, artículo 17 y del Código Penal, artículo 181. ¡El gobierno se puso a derecho! ¡Aleluya!
Solo un país tan desquiciado como la Argentina puede juntar a Grabois con Artigas, con La Cámpora y con la ley.
*Halperín Donghi, historiador argentino, 1926-2014.