La nota más destacada de la intervención de Cristina el viernes pasado en el acto de unidad del Frente de Todos fueron sus reproches al Ejecutivo, que ya son de rigor en todos sus escritos y alocuciones, no vaya a ser que alguien piense que ella tiene alguna responsabilidad en los malos resultados alcanzados.
Se pasó por alto otro rasgo llamativo: el desbordado voluntarismo que transmitió a sus adeptos. Si las cosas no están saliendo bien se debe, según ella, a que los funcionarios, de Alberto para abajo, no ponen suficiente empeño, entusiasmo, coraje; en síntesis, les faltan ganas y les sobra miedo a lo que pueda suceder en caso de ir más a fondo.
Son esos remilgos los que Cristina entiende primero tiene que remover si desea sortear los límites que hasta aquí han venido obstaculizando que su gobierno se imponga en los dos terrenos decisivos de la agenda, de su agenda: las causas de corrupción y la reactivación económica.
En cierto sentido, Cristina acierta: hasta ahora la gestión de Alberto quiso pero no pudo, y ha ido avanzando con medidas más y más duras, tanto contra los mercados como contra el sistema institucional, pero no del todo.
Apuntó a remover jueces y fiscales, desacreditar testimonios y pruebas, retirar querellas y desmantelar investigaciones, pero las causas que más le importan a la señora, sus familiares y amigos siguen más o menos como estaban, algunas incluso dieron algunos pasos más hacia posibles condenas.
Y por más que echó mano a morir a la maquinita de imprimir billetes, cerró todo lo posible el mercado cambiario, y aumentó impuestos y quitó recursos a los ricos y no tan ricos, Economía se asustó ante el peligro de una aceleración inflacionaria. Y quiso desactivarlo recurriendo a medidas que cualquiera llamaría de sentido común, pero para el kirchnerismo son anatemas liberales: recortes en el gasto social, en las jubilaciones y los sueldos públicos. Llegando al extremo de querer levantar algunos controles de precios y congelamientos tarifarios, dando a entender que el déficit fiscal y el desequilibrio de precios relativos serían “problemas” y no “instrumentos”; como si quisiera darle la razón a los economistas ortodoxos y pensara que así va a evitar, no a alimentar, la aceleración inflacionaria.
Es manifiesto, también, que ni en el gobierno ni en la coalición oficial hay mayores resistencias a seguirle el paso a la jefa.
La respuesta que le ofreció Alberto en el mismo acto, “hice todo lo que me mandaste”, puede interpretarse como una suerte de réplica a la lavada de manos de la propia Cristina, “si las cosas no salen bien no es porque no te hagamos caso”. Pero, en lo esencial, da la señal de que el gobierno seguirá por el mismo camino, acomodándose a las ocurrencias que ella le imponga: si quiere guerra total al lawfare y reactivación económica a como dé lugar, para encarar las elecciones de medio término, es eso lo que va a intentar, ninguna otra cosa.
Lo mismo que cabe esperar de los demás miembros del oficialismo, los gobernadores, los sindicalistas, etc. La diferencia con otras coyunturas difíciles que tuvo que enfrentar el kirchnerismo en el pasado es bien llamativa: tanto en 2009 como en 2013, recordemos, hubo rupturas en el peronismo, y competencia entre listas oficiales y disidentes de ese signo político, en muchos lugares del país; en 2021 no habrá nada de eso, el Frente de Todos se mantendrá unido, ni siquiera el mayor referente vivo del peronismo disidente, Juan Schiaretti, está dispuesto a hacer olas. Se entiende: todos dependen mucho más que en aquellos tiempos de transferencias discrecionales del gobierno nacional para sobrevivir, y lo que pretenden no es más que eso, sobrevivir.
Así dadas las cosas, la escena está montada para que experimentemos una prueba de fuerza interesante entre la voluntad del kirchnerismo de “moldear la realidad”, y la indisposición de esa realidad a violar todas las leyes de la naturaleza.
Porque, ¿qué sucederá cuando se “alineen precios, salarios y tarifas para alentar el consumo”, pero con el Banco Central sin un dólar, y eso redunde en aceleración inflacionaria antes que en cualquier otra cosa? ¿Qué ventaja política puede sacar el oficialismo de pelearse con la Corte en pleno, si no tiene ni puede conseguir los números en el Senado para cambiar su composición?
Vienen tiempos moviditos. Ojalá, a pesar de todo, tengamos un buen año.
Pregunto terminado el año 2020 DESASTROSO, que hacemos si el Presidente de la Nación en el 2021 sigue sin saber que hacer, perdido, sin ver las cosas claras como hasta ahora, entonces tendremos un 2020.. 2021 marcados por el FRACASO. Va a cambiar algo, va a realizar un giro totalmente diferente a lo que dice en sus discursos. Va a hacer contrariamente a lo que propone ahora mismo??????. Además de las crisis que se van a presentar por la falta de recursos, el partido gobernante tiene un bando totalmente radicalizado dentro de su coalición, lo que les va a generar inestabilidad y seguramente rupturas, fracturas internas. Los peronistas consevadores se van a enfrentar a estos radicalizados???? Entonces a los problemas económicos que no van a poder solventar, un Gobierno inestable, no unido para el 2021 que piensa que puede hacer.
Ayer en un programa de TV, de un periodista-economista, se presentaron varios empresarios que van a invertir en el 2021.- Tienen además proyecciones de crecimiento para los rubros de sus negocios.- Una noticia que se mencionó fue que De Narvaez compró la cadena Wal-Mart, si se prevee una caida del consumo no estarían haciendo esto. Otro que habló fue un ceo de Toyota que tienen buenas proyecciones de ventas de sus camionetas, por lo bien que le va a ir al agro y por la obra pública.- La nota expresa los deseos de quien la escribe, no parece que sea la realidad.-
Antes de leer quién es Marcos Novaro, pensé que era un ignorante y un desinformado; un tipo con una completa incapacidad para la empatía, o sea para entender por qué los demás piensan como piensan y actúan como actúan. Me estaba equivocando por mucho. Marcos Novaro sabe exactamente cómo piensa Cristina, pero trata de que nosotros no lo sepamos. Abajo de la foto de Marcos Novaro aparece un triangulito junto a la pregunta ¿quién es Marcos Novaro?. El triangulito despliega un resumen de los títulos y antecedentes de Marcos Novaro: Sociólogo y Doctor en Filosofía, Investigador del CONICET. De modo que Marcos Novaro no puede desconocer o ignorar las diferentes concepciones de la realidad y mucho menos la que prevalece en los ex jóvenes idealistas, o la que se deja ver claramente en el discurso de Cristina, y en la ideología que usan los K para justificarse. Marcos Novaro lo sabe, o lo debería saber, pero Marcos Novaro no quiere que sus lectores lo sepan. Porque Marcos Novaro es cómplice de la desinformación que usan los K para estafarnos en cada cosa que dicen o hacen. Y por lo visto, Marcos Novaro cree o piensa que sus lectores no merecen saber, o no entenderían. Marcos Novaro, no puede hacerse el boludo y hacernos creer que no sabe que para los jóvenes idealistas la realidad objetiva no existe; y que cualquier relato es lo mismo o más que cualquier realidad objetiva; y que por más que la realidad objetiva sea evidente, la solución que van a tener es inventar un relato exactamente opuesto y una controversia. Una muestra de esto la dió Maduro cuando ofreció ayuda técnica a los países latinoamericanos para que puedan superar la grave crisis que atraviesan; o cuando envió a su hijo, contratado por el gobierno de Cristina, para que nos de clases magistrales sobre la mejor manera de establecer controles de precios. Otra muestra de este idealismo la vemos todos los días, cada vez que un autopercibido "periodista de investigación" nos alecciona sobre la "realidad de los hechos" basándose en lo que hay o no hay en un expediente judicial. En efecto, el árbol puede caer en el bosque y puede caer todo el bosque, pero si no hay un fiscal para tomar la denuncia, nadie va a escuchar el ruido. Ahora, que dejar "sordos" a los testigos, y reemplazar el ruido por la canción que más les conviene sea un proyecto político es otra cosa muy diferente. Marcos Novaro es cómplice por acción y por omisión, como todos los que siguen defendiendo lo indefendible, que cada uno tiene derecho a su verdad y su realidad a medida de sus propia arrogancia. Marcos Novaro no puede ignorar lo que fue el idealismo absoluto alemán ni sus consecuencias ideológicas que después de doscientos años siguen siendo el huevo de la serpiente kirchnerista. Lo que pasa es que Marcos Novaro es parte de eso, está identificado con eso, y nunca va a ser un crítico válido. Se conforma con seguir macaneando subestimando y desinformando a los lectores para vendernos este novedoso proyecto de bonapartismo berreta, este proto fascismo de cuatros de copas, como si fuera la evolución natural de la sociedad o como si fuera una propuesta lícita dentro de un sistema republcano.