Las vacunas que comenzaron a llegar desde la lejana Rusia renuevan la esperanza de que la Argentina logre dar vuelta la pelea desigual contra la peste invisible, pero el país necesita más antídotos ante problemas estructurales que lo mantienen fuera del mapa global de inversiones desde hace más de una década.
El Gobierno viene transmitiendo optimismo en una serie de datos con los cuales refleja que varios sectores empiezan a mostrar una recuperación sostenida.
Pero aún no logra instalar cuál es la estrategia para revertir un esquema que mantiene al 45% de la población en la pobreza.
Una emergencia social por la cual casi 65% de los menores de 18 años vive en hogares donde el dinero no alcanza para un conjunto básico de servicios y bienes.
Ante semejante cuadro, por ahora es poco lo que pueden hacer los datos positivos que se amontonan desde la usina de buenas noticias montada por el ministro Martín Guzmán.
El objetivo del jefe del Palacio de Hacienda es encontrar datos positivos detrás de cada estadística oficial que se difunde.
Así, hizo destacar que la actividad económica acumula medio año de crecimiento si los datos se comparan contra el mes inmediato anterior, y no con 2019.
Guzmán sostiene incluso que se está a un paso de alcanzar los niveles económicos pre-covid.
Por ahora parece pecar de optimista: la actividad se ubica aún 7,4% por debajo de los niveles del 2019, a pesar de que fue un año malo para la Argentina.
En este marco, a la hora de analizar cómo se encamina el país para afrontar el 2021, todo indica que harán falta mucho más que vacunas para torcer el rumbo.
Sobre algo de eso habló Roberto Lavagna, ex ministro de Economía de Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner, tras los brindis de Navidad, cuando recordó se llevan 10 años de estancamiento, y denunció el "fracaso de las políticas populistas y las de ajuste".
El texto explica sus dudas sobre el rumbo que tomará el gobierno de Alberto Fernández y engloba un interrogante presente en buena parte del empresariado: ¿será capaz la alianza gobernante de incorporar a la inversión y la búsqueda de productividad en su modelo de protección de derechos adquiridos?.
En uno de sus actos de fin de año, el Presidente dijo que la economía "empieza a moverse, el trabajo vuelve", y sostuvo que "la productividad bien entendida es más producción, más inversión y más trabajo".
Lavagna, quien habría sido tentado para diversos cargos desde que el Frente de Todos asumió el Gobierno, tiene dudas sobre esa declaración presidencial.
El ex ministro reclamó evitar que el empleo público siga creciendo donde "no debe" y reclamó "penalizar el intervencionismo inútil y burocrático, para darle más poder a los ciudadanos y menos a las estructuras gerenciales y sindicales, y a las alianzas espurias entre el Estado y pseudo empresarios".
Un ya lejano 23 de noviembre de 2005, Lavagna denunció "sobrecostos y cartelización en la obra pública" en un acto en la Cámara de la Construcción.
Luego habló el presidente Kirchner, y dijo exactamente lo contrario.
En menos de una semana, el ministro estaba afuera del Gobierno.
Había puesto la mira sobre la corrupción en la obra pública, un fenómeno que con los años derivaría en amplias investigaciones judiciales, como la sorprendente causa "Cuadernos".
Quince años después, el ex ministro sigue advirtiendo sobre la corrupción, pero amplía el alcance de sus propuestas.
Pidió también "bajar los costos de funcionamiento del sistema político y desarmar progresivamente el sistema de subsidios que privilegia la concentración en Capital y el Conurbano".
Y hasta cargó contra las "jubilaciones de privilegio", un esquema que sigue siendo imposible de explicar para la clase política.
De paso, sostuvo que "para avanzar hay que identificar a quienes ya han sido incapaces, cada uno a su turno, de empezar a revertir el retroceso y encaminarnos hacia la recuperación y el crecimiento", en un llamado a terminar con la "grieta", y con quienes la impulsaron.
Fue un mensaje crítico directo hacia Cristina Kirchner y Mauricio Macri, cuestionando a modelos que mantienen a la Argentina entre los países con mayor inflación y fuera del radar de las inversiones.
Claro que más allá del esquema que finalmente termine delineando la administración de Alberto Fernández, todo será más difícil si el país no logra vacunar a la mayor parte de la población antes del otoño.
La meta oficial es lograr que los grupos más vulnerables al coronavirus queden inmunizados a más tardar a fines de enero, y que para febrero se haya vacunado a poco más del 20% de los habitantes.
Para ello será necesario encaminar las negociaciones con China, cuya demora le terminaron costando el cargo al embajador Luis María Kreckler.
También avanzar en algún tipo de acuerdo con Pfizer -desde el Gobierno avisan que ese laboratorio "no quedó afuera" de las negociaciones-, que podría aportar las vacunas necesarias para completar la inmunización de otras 10 millones de personas.
El Gobierno estima que alcanzar el total de la vacunación de los adultos llevará gran parte del 2021.
Los cálculos que hacen en la Casa Rosada es que Rusia aportará 10 millones de vacunas -primera y segunda dosis incluidas- entre enero y febrero.
A ese lote se sumarían a partir de marzo -en un plazo aún indeterminado- las de Oxford-AstraZeneca, para otros 10 millones de personas.
Y, si se destraba el acuerdo con China -lo cual consideran muy probable desde el Gobierno-, llegarían vacunas CoronaVac para al menos 4,5 millones de personas en el transcurso del año.
Argentina tiene unos 45 millones de habitantes y la cuarta parte son menores de 14 años, a los que el Gobierno no considera por ahora prioritario vacunar, basado en los papers científicos publicados sobre el Covid-19.
"Tenemos un horizonte de 30 millones de personas y calculamos tener cubiertas a unas 28 millones con lo que hay hasta ahora avanzado en acuerdos", se entusiasman desde Balcarce 50.
Pero avisan que aunque se cumplan los plazos previstos para la inmunización, el país igual deberá mantener los cuidados ante un posible rebrote como el que está ocurriendo en Europa.
Incluso, admiten que en la Argentina ya hay distintas variantes de Covid circulando, aunque tranquilizan al destacar que las vacunas en danza son igualmente efectivas para las cepas que se van descubriendo.
Aunque sí preocupa la llegada de nuevas variantes con una capacidad multiplicada de contagio, en un escenario de hartazgo social hacia las normas de distanciamiento.
"El 2021 se va a transitar con barbijos y distancia social", insisten cerca de Alberto Fernández.
Habrá entonces que acostumbrarse a una nueva normalidad que, por ahora, llegó para quedarse.