Fue casi inesperado. En el antepenúltimo día hábil del año, el presidente Alberto Fernández encestó un canastazo, un triple al mejor estilo Facundo Campazzo.
Uno de sus logros es el inicio de la vacunación. Fernández, tras mucho papelón, improvisación y dudas, puede decir que la campaña de inmunización contra el Covid 19 comenzó en Argentina antes de fin de año. Que es lo que había planteado cuando no tenía todavía un solo contrato firme con ningún laboratorio. A menos que la Sputnik V sea un fracaso o una catástrofe, es un tanto para Fernández.
El otro logro es sin dudas la aprobación del aborto. Fue una promesa de campaña. Fernández ni siquiera fue capaz de usar los mejores argumentos para defender la iniciativa. Incluso dejó clara cierta pobreza en su razonamiento de penalista. Pero no es como penalista sino como político que hay que anotarle este tanto. Es un gol del que Fernández se siente orgulloso ante las gradas. Una de esas jugadas para repetirla una y otra vez en las pantallas, como los goles de Maradona en el 86.
En cambio, a su tercer gol el presidente tratará de no mostrarlo demasiado. Aunque tal vez sea el más determinante para la estabilidad de su gobierno. No, no estamos hablando de la doble jubilacion y sueldo para Cristina, con intereses y libre de Ganancias. Estamos hablando del ajuste a las demás jubilaciones perpetrado ayer por la Cámara de Diputados por 132 votos a 129. La Rosada va a tratar de que de esto se hable lo menos posible. Es la única prueba que puede exhibir Fernández de que su gobierno quiere, puede y sabe reducir el gasto público para tratar de esquivar el incendio inflacionario que nos espera si se sigue emitiendo pesos sin ton ni son para cubrir un gasto público que Argentina no puede financiar.
¿Le alcanzará? Quién sabe. La nueva ley de movilidad les pegará un sablazo a las jubilaciones como mínimo al principio, porque se come un trimestre adicional de aumentos y porque desengancha los haberes de la inflación en un período en que los precios seguirán calientes. Un poco más allá, el futuro es una incógnita ante la falta de reformas previsionales estructurales. Pero la ley al menos le servirá a Fernández para ofrendarla en el acuerdo con el FMI.
Fernández termina el año con un gran triple. Ni él lo debe poder creer.