La Pandemia del coronavirus fue algo inesperado, no sólo para la Argentina, sino que para todos los países del mundo. A fines del 2019 se registraron los primeros casos, en Wuhan, China, y desde ese momento no frenó su propagación hasta llegar al último rincón del territorio mundial.
Algunos países supieron manejar la situación mejor, otros peor, pero lo que nadie puede negar es que absolutamente todos tuvieron que lamentar muertos.
Los populismos lo tildaron de gripecita, tal fue el caso de Donald Trump en Estados Unidos o Jair Bolsonaro en Brasil. Otros tomaron medidas más drásticas, tal cual quedó reflejado en imágenes de principios del 2020 en Italia o España.
Los balcones se convirtieron en escenarios donde los músicos podían expresarse de la forma en la que mejor saben hacerlo y, en Argentina, el aplauso al personal de salud era una constante, cada noche, a las 21 horas en punto.
No había nadie que desde un balcón, una ventana o desde la puerta de su casa no brindara homenaje a estos héroes de capa blanca, aquellos que arriesgaron su vida –y otros que lamentablemente fallecieron en la batalla- para cuidar la de cada uno de los argentinos.
La cuarentena o ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio) tuvo gran recepción por todos los compatriotas aquel ya lejano 19 de marzo del 2020 y era una constante de cada dos semanas tener que informar una nueva prórroga.
“¿Cuándo se va a terminar?” Se preguntaban propios y ajenos. Nadie lo sabía y, si bien los primeros meses transcurrieron con un acatamiento superlativo, con el tiempo, esa medida que había llegado a darle al presidente Alberto Fernández una imagen positiva por encima del 90%, fue desgastando a la sociedad toda.
Muchos comerciantes se vieron obligados a bajar sus persianas definitivamente al no poder cubrir los gastos que demandaba tener un local cerrado, con ello aumentó el desempleo y con ello la pobreza. Todo lo antedicho, agravado por una inflación que, si bien en un principio por el parate total se mantenía contenida, con el correr de los meses se fue disparando.
Fue así que tras un índice de inflación del 3,3% en marzo de 2020, en abril bajo al 1,5%. Sin embargo en el año ese número fue escalando hasta llegar a diciembre con un 4%.
Era lógico que pase, el 2019 terminó con ese índice en el 53,8% y, gracias a la cuarentena que generó una caída en la puja distributiva y un menor movimiento de billetes, el 2020 cerró con 36,1%.
“Baja por varias razones. Primero porque el Gobierno frenó la tasa de devaluación del peso en diciembre y enero. Segundo porque congelaron precios de la energía (desde 2019) y de alimentos (desde marzo 2020). Tercero porque la pandemia cerro muchos comercios y actividades, que obviamente cerrados no podían aumentar y porque la cuarentena redujo la circulación de personas, frenando la circulación de billetes”, explicó el economista Martín Tetaz al ser consultado por quien redacta.
En el medio transcurrieron acontecimientos que despertaron a la sociedad. Una fuerte avanzada sobre la Justicia con medidas destinadas a brindarle impunidad a la vicepresidenta Cristina Fernández, la aprobación de la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, y el cambio de la fórmula de movilidad jubilatoria que, como no podía ser de otra manera, empeoró los haberes de los jubilados.
Febrero del 2021 comenzó con noticias poco alentadoras, es que el día 1, mientras en Birmania se producía un golpe de Estado y el video de una profesora de aerobic mostrando el inicio de ese acontecimiento recorría las redes sociales, el Ejecutivo argentino junto a las provincias buscaban acuerdos para evitar un default, palabra que aparece de forma habitual en el vocabulario de los argentinos.
El Gobierno sigue desgastando su imagen y Alberto Fernández ya supera el 70 por ciento de imagen negativa. El Sindicato de Camioneros paraliza empresas que no logran desempeñarse en su trabajo rutinario y ello se le echa en cara al propio presidente.
Es que fue él mismo quien, en 2020, en el marco de la apertura (la tercera ya) del Sanatorio Antártida (que pertenece a la Obra Social de Choferes de Camiones) el jefe de Estado aseguró que el secretario General Hugo Moyano era un “dirigente sindical ejemplar” y un tipo “inmenso”.
Esa es la clase de amigo que tiene Alberto, teniendo en cuenta que con la compra-venta de ese sanatorio, Moyano lavó unos 324 millones de pesos. Gildo Insfrán, gobernador de Formosa, es otra de las razones que continúan con el desgaste del presidente.
El jefe de Estado aseguró que “él no sabe todo lo que lo valoro, lo que lo respeto y lo que lo quiero” sobre el gobernador y respecto de Formosa que es el “modelo a seguir”.
Insfrán fue vicegobernador desde 1987 hasta 1995, mientras quien estaba al frente del Ejecutivo provincial era Vicente Bienvenido Joga. Luego se consignó gobernador, reformó la Constitución de la provincia y la embelleció con la reelección Indefinida. De esta manera convirtió a Formosa en un feudo. No hubo, desde entonces, manera de sacarlo del poder.
Las denuncias contra el mandatario provincial recrudecieron durante la pandemia. Gente que se aisla sin motivo, con una retahíla de hisopados negativos, y privándolos de su libertad de forma insana.
Incluso, aquellos que se animaron a visibilizar lo sucedido en centros de aislamiento, fueron detenidos.
En fin, al margen de ello, en abril del 2020 saltó el escándalo por las compras con sobreprecio por parte del Ministerio de Desarrollo Social a cargo de Daniel Arroyo, lo cual terminó con la eyección de 15 funcionarios de esa cartera, entre ellos, el moyanista Carlos Montaña.
También se expulsó a Alejandro Vanoli, a pocos meses de asumido al frente de la ANSES por lo que se conoció como el “viernes negro”, y es que, en medio de la cuarentena estricta con el temor que generaba la pandemia, logró amontonar decenas de jubilados en distintos bancos para que estos cobren su jubilación o su pensión, una verdadera locura.
No fue el único, Alberto Fernández debió pedirle la renuncia a uno de los integrantes de Gabinete que más aprecia, el caído en desgracia ex ministro de Salud Ginés González García. Ello fue en el marco de la polémica que generó el afamado vacunatorio Vip que terminó develando el director del portal El Cohete a la Luna, Horacio Verbitsky.
En su lugar quedó su mano derecha, Carla Vizzotti, quien ostentaba conocimiento respecto de esta maniobra para vacunar a “amigos del poder” que no debían ser inoculados por el momento. Por ello, la maniobra parece haber respondido más a una cuestión electoral que ética.
Sin embargo Alberto Fernández continuó defendiendo al ex ministro y aseguró, desde México, que “No hay ningún tipo penal en Argentina que diga ‘será castigado el que vacune a otro que se adelantó en la fila’. No existe este delito y no se pueden construir delitos”.
Allí también busco “aleccionar” a los magistrados: “Terminemos con la payasada. Yo le pido a los fiscales y a los jueces que hagan lo que deben”, evocó. No sorprende, ya que el Gobierno ha intentado frenar el avance de la Justicia en causas que hackean, incluso, a Cristina Fernández.
Reforma judicial, comisión Beraldi, retiro voluntario de jueces y fiscales tras acortar las jubilaciones de privilegio, etcétera. La avanzada siempre fue elocuente. Respecto de las jubilaciones, el ex Consejero de la Magistratura, Alejandro Fargosi, le confesó a quien escribe estas líneas que “por un lado, no termina con los inconcebibles privilegios de los jueces, empleados, fiscales y otros funcionarios públicos y por el otro no se dirige a mejorar al Poder Judicial sino a dominarlo”.
Pero además dijo algo, quizá al pasar, cuya relevancia es faraónica: "El kirchnerismo demuestra que usa al sistema democrático para ser antisistema". En otras palabras, lo que quiso decir el abogado es que legaliza lo que debería ser ilegal.
El 25 de noviembre del 2020 muere Diego Armando Maradona, El funeral se hizo en la Casa de Gobierno con la participación de miles de personas. Mientras tanto el propio Gobierno pedía distanciamiento social y cuestiones relacionadas al coronavirus.
Meses después, en el contexto de una de las tantas marchas que se venían realizando contra el Gobierno, precisamente la del sábado 27 de febrero, militantes oficialistas decidieron realizar la suya el lunes siguiente, sería el primero de marzo.
“Nosotros cuidemos al prójimo, aunque otros no lo hagan”, manifestó el jefe de Estado con el fin de cancelar la cita a la movilización. Esa incongruencia entre el funeral del astro del fútbol mundial y las palabras del presidente, no se dejó pasar en redes sociales y una masiva cantidad de usuarios se hicieron eco de ello.
Asimismo, en esas paradojas que regala el destino, el 14 de febrero de 2021, día de los enamorados, falleció el ex presidente Carlos Saul Menem, a los 90 años.
Sin embargo, a pesar de las mentiras, las tramoyas, los desaguisados y negociados, la principal preocupación de la población se encuentra en la economía. Es que, con un crecimiento desmedido de la inflación, el desempleo, la pobreza e indigencia y con la notable caída del poder adquisitivo; la situación comienza a complicarse para la economía de cualquier familia.
Según la Confederación Argentina de la Mediana Empresa, sólo durante el 2020, cerraron 90.700 locales comerciales y 41.200 PyMES en el país, afectando a unos 185.300 trabajadores en una línea que no finaliza, porque así también quedaron perjudicadas las familias de estos.
“El salario real de los argentinos está en su peor nivel desde el 2002. Pero no importa! Ahora con tus impuestos vas a poder ver gratis Velez Platense” (sic), escribió el profesor de la Universidad Católica Argentina, Augusto Salvatto en su cuenta oficial de Twitter haciendo referencia, además, al regreso del Futbol para Todos.
El dólar llegó a costar 195 pesos y en Uruguay el peso llegó a valer 0. Mientras tanto, las pocas empresas prósperas que quedaron en el país eran ahuyentadas.
La muestra férrea fue Mercado Libre. La plataforma digital emplea a miles de personas en Argentina, se encuentra en regla con la AFIP. Aun así fue vilipendiada por parte de la militancia oficialista y fue víctima de los aprietes de Hugo Moyano.
Pero no es el único indicador que demuestra que Argentina viene cayendo en picada, es que la fórmula que emplean los Gobiernos siempre es la misma: mayor carga impositiva para sostener un Estado cada vez más costoso.
Esa fórmula nunca va a servir porque se sigue asfixiando al sector privado. De hecho, fue la misma Confederación Argentina de la Mediana Empresa la que dijo a finales del 2020 que hay promedio 9 locales vacíos por cuadra con el fin de graficar la crisis de los comercios en el país.
En fin, la pandemia parece haber demostrado que la política argentina no es más que una mentira, un chamuyo a gran escala que afecta a todos los actores de la sociedad.
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