El diputado nacional Martin Soria (Rio Negro-Frente de Todos) debe renunciar a su banca o pedir licencia en el Congreso para asumir formalmente en el cargo en el que ya empezó a trabajar y, sobre todo, a hacer declaraciones de alto impacto e institucionalidad variable: será ministro de Justicia y Derechos Humanos de la Nación.
El presidente Alberto Fernández anunció el lunes pasado que Soria ocuparía ese puesto crucial en reemplazo de su amiga renunciada Marcela Losardo. En menos de 24 horas, Soria hizo declaraciones a los medios y difundió en redes sociales sus objetivos para liderar un área clave. Si lo que explicó es parte real de su plan de acción ministerial, la relación entre el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial entrará en un escenario extraordinario de confrontación y diálogo institucional problemático.
Soria aseguró conocer que la vicepresidenta Cristina Fernández busca ser declarada inocente en sus múltiples procesamientos sin tener que demostrar su inocencia removiendo jueces o fiscales. Afirmó como probado que existió una conspiración liderada por el ex presidente Mauricio Macri con parte de jueces y fiscales para perseguir y encarcelar a exfuncionarios K, y adelantó que su misión sera desarticular ese complot.
Utilizó el concepto de “lawfare” (guerra judicial) para identificar lo que dio por seguro que ocurrió en la anterior gestión presidencial. Reveló que impulsará la sanción de una nueva ley sobre el funcionamiento del Ministerio Público Fiscal para que se pueda elegir al Procurador General de la Nación con mayoría legislativa simple. Describió al actual jefe interino de los fiscales, Eduardo Casal, como una autoridad judicial que está “atornillado” en su puesto sin haber sido votado por la ciudadanía.
Pidió por más leyes de reformas judiciales que la oposición, a la que describió como “perversa”, se niega a aprobar en el Congreso. Y contó que como primera medida una vez que asuma su puesto de ministro de Justicia (antes debe renunciar o tomar licencia de su cargo de diputado nacional) será pedir una audiencia con la Corte Suprema porque así debe ocurrir en el marco de la institucionalidad democrática.
Al mismo tiempo, agregó que esa misma Corte Suprema avaló aberraciones jurídicas de camaristas. Y se quejó de que no se conozca lo que piensan los jueces de la Corte sobre denuncias en trámite que impulsó él mismo, entre otros temas judiciales que para él son escandalosos. En menos de un día, Soria habló como no lo hizo nunca ningún otro ministro de Justicia en vísperas de su asunción.
Hizo de vocero brutal de las ideas más radicalizadas del partido de Gobierno. Defendió a una sola procesada entre miles y miles que claman su inocencia en todo el país: su jefa, Cristina Fernández. Le reclamó a la Corte que de a conocer su opinión sobre denuncias en trámite que por razones básicas de las normas y garantías procesales de la República esos magistrados no pueden adelantar.
Acusó como si ya estuviera probado y con condena firme por cometer delitos gravísimos al ex presidente Macri. Y se lamentó porque un Procurador interino no fue electo por el voto popular, una novedad que los constituyentes de 1994 no incluyeron en la Constitución Nacional. Soria además criticó al fiscal Carlos Stornelli porque está procesado en una causa apelada a un tribunal de alzada.
Soria tardó solo un día, sin asumir aun formalmente como ministro de Justicia, en transformarse en el primer dirigente que asumirá ese cargo declarando que se cometieron en el Poder Judicial delitos de extrema gravedad para la democracia pero que aun no fueron probados por ningún tribunal. Ni siquiera son causas elevadas a juicio oral. Soria es, de acuerdo a su propios dichos, el ministro de Justicia del partido de gobierno, de ex funcionarios K procesados o condenados por cometer delitos de corrupción.
No habló de otros temas judiciales que no sean los de la agenda judicial K. Los enemigos de Soria en la Justicia son los mismos enemigos de la vicepresidenta. Ocurre que Soria asumirá como ministro de Justicia de todos los argentinos. El ministerio que tendrá a su cargo no solo se ocupa de las regulaciones de la Justicia que investiga la corrupción. Debe velar por el buen funcionamiento de todo el Poder Judicial de la Nación.
También por el cumplimiento de los Derechos Humanos. De las garantías constitucionales de las comunidades aborígenes. Y hasta del control registral de las empresas inscriptas legalmente en el país. Incluso, será solo en los hechos el jefe del Procurador del Tesoro de la Nación, Carlos Zannini, líder de todos los abogados del Estado, pero jamás subordinado real del joven dirigente del PJ Soria.
La belicosidad verbal de Soria con las autoridades de la Justicia no puede sorprender a nadie que no haya seguido su carrera política. Fue dos veces intendente de General Roca, Río Negro, su provincia. Desde ese cargo, atacó al Superior Tribunal Judicial varias veces. En el 2012, dijo de quien era su titular, Víctor Sodero Nievas, que debía renunciar e irse “como rata por tirante”.
Soria reclamaba una renovación judicial que había también prometido su padre, el gobernador de Rio Negro, Carlos Soria, asesinado por su esposa en el 2011. Martin Soria, entre otros discursos del mismo estilo. O más brutal aún. En el 2019, cuando el mismo Superior Tribunal de Justicia falló en favor del gobernador rionegrino de entonces que buscaba la legalidad que le permita participar en las elecciones generales.
Era entonces intendente de Roca, y precandidato a gobernador, no ministro de Justicia. Su relación con los jueces, fiscales y periodistas que lo incomodaron generaron reacciones en el mismo tono y hasta denuncias por prepotencia física. Soria no fue víctima del “lawfare” que hoy mismo denuncia. La actual Corte Suprema de la Nación fue la que emitió un fallo que le prohibió a Weretilneck presentarse en los comicios del 2019.
Soria igualmente los perdió con la actual mandataria Arabela Carreras. El nuevo ministro de Justicia revolucionó la política de Río Negro al ser elegido para ocupar ese cargo por el Presidente. El senador Weretilneck, aliado circunstancial de la Casa Rosada, describió a Soria como “violento, improvisado y agresivo”.¿Será votando leyes junto al bloque K? La propia gobernadora Carreras también lamentó el ascenso a ministro de Soria, con quien se lleva pésimo, igual que con su hermana, hoy intendenta de General Roca, y tensionó entonces su sociedad política con Alberto Fernández.
La gobernadora, de carácter moderado, se quejó por el nombramiento de Soria diciendo que es un dirigente que “tiene ciertas dificultades para un diálogo razonable o un diálogo pacífico”. Tanto Carreras como Weretilneck, y hasta el ex senador rionegrino Miguel Ángel Pichetto, tenían buena relación con Soria pero sus ímpetus avasallantes bloquearon cualquier conciliación.
Otro “herido” por el ascenso de Soria es el senador nacional de Río Negro que milita en La Cámpora, Martin Doñate. El ministro de Justicia es su rival local, Soria. El nuevo ministro de Justicia aun no asumió en su cargo de modo oficial pero debido a su perfil y sus declaraciones y acciones pasadas y presentes, hacen prever que su futuro en el Gabinete será notorio. Para bien. O mal.