El 4,8% de inflación en marzo es un dato inquietante pero por sí sola, a esta altura, su explicación no aporta demasiado.
El dólar quieto, las tarifas (excepto combustibles también) demostraron que tienen un protagonismo multiplicador en el índice, pero que cuando no se activan, tampoco lo contrapesan, no "deflaccionan".
La carne es otro rubro que contagia a la canasta familiar cuando funciona para arriba, como en este momento, pero no a la inversa.
El economista Martín Tetaz, en su reporte semanal titulado Clase Media, prefiere ver la escalada actual a través de un velocímetro imaginario, a cuyo ritmo se mueven los precios.
Y la nueva plataforma de lanzamiento, esta vez, la atribuye a la cuarentena demasiado extendida del año pasado, que hizo que el indicador de inflación esté acumulando 6 meses de correr por arriba del 58% anualizado.
La argumentación técnica de tal conclusión es que "sin moneda y sin crédito, cada mes de cierre le costó al Banco Central una emisión extra de 250.000 millones de pesos para financiar al Tesoro y esa es la razón por la cual el gobierno resistía todo lo que podía el regreso a una fase 1 y termina cerrando las escuelas y la actividad nocturna".
De modo que desde el punto de vista costo-beneficio, es que logra reducir la circulación con relativamente bajo impacto en la actividad.
En números, si el IFE+ATP y la caída en la recaudación le costaban un cuarto de millón por mes, hoy el bono de $15.000 a AUH y monotributistas del AMBA, más los Repro le insumirá 35.000 millones (asumiendo que el auxilio de $18.000 llega a 300.000 salarios mensuales).
Entonces el que hace uso de la palabra es el "velocímetro de la inflación", entendida por tal, de acuerdo con Tetaz, al aumento del promedio de los precios en relación a la moneda.
Así es cuando echa mano al ejemplo de un viaje en auto a Mar del Plata para entender esa lógica: en el cálculo del tiempo que lleva resulta irrelevante la velocidad instantánea de cuando se está parado en el peaje (0) o el ritmo alcanzado al pasar un auto en una recta (140 kmh) y para el radar que disparará la próxima multa, el promedio resulta irrelevante.
Si en un tramo el velocímetro marcó 140 km no significa que esa haya sido la velocidad de la última hora de marcha ni que vaya a ser mantenida en la siguiente. En todo caso, aclara, sería más preciso seguramente decir que es de 38,89 metros por segundo, pero como no es una medición convencional, nadie entendería si es poco o mucho.
Sólo se sabría si se va más rápido con la comparación de haber subido a 50 metros por segundo.
Traducido a precios, INDEC informa que la inflación de marzo fue de 4,8% y que en los últimos 12 meses acumula 42,6%. Es obvio que es mayor al 3,6% de febrero, pero la tasa anual no refleja la velocidad a la que corren las remarcaciones.
¿Qué debe tomarse? ¿El promedio de 100 km/h del viaje a Mar del Plata o que el radar de Atalaya registrara el paso a 140 km/h?
Precios anualizados al 75%
Tetaz hace las equivalencias. El 4,8% de marzo sería como un 75% de proyección anual, lo cual no significa que será el número final de 2021, ni aún si en todo lo que falta se repitiera ese mismo porcentaje mensual.
Dicho de otra manera; hoy los precios corren al 75% anualizado y ese es el dato que mejor refleja la gravedad del problema: la velocidad actual, que ya supera largamente al 57% que traía por arrastre de cuarentena.
Las agujas del indicador oficial de inflación nunca se detuvieron, pero hace 4 años que giran alocadamente, coincidentemente con el jubileo que declaró la Administración de Mauricio Macri al mecanismo que traía de dólar-precios en pesos-tasas después de ganar las elecciones de medio término de 2017.
A partir de entonces, los valores de los alimentos, bebidas y frutas, pilares de la mesa familiar iniciaron un ciclo de crecimiento sostenido que ya lleva 4 años, sin techo a la vista: entre marzo 2018 y marzo 2019 saltaron un 335,2%, superior al nivel general que, punta a punta, en igual período trepó 310,6%, según compara el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF).
Esta nueva dinámica imprime mayor velocidad al mal endémico que representa la inflación en Argentina, al que distintas políticas económicas aplicadas por gobiernos de diferente extracción e ideologías no le encontraron terapias duraderas.
La pandemia no deja demasiadas opciones. Tomando el ejemplo del viaje a Mar del Plata, ofrece encerrar el auto en Atalaya en lugar de atravesar el radar en quinta, todo lo cual contribuye a reducir aritméticamente el promedio final hasta la Feliz. Pero como la marcha continúa hacia Miramar, Necochea, etc, la ansiedad acumulada durante la parada seguramente ya en marcha hará oprimir con mayor vigor el acelerador e ir arriba de los 160 km/h.
Por lo demostrado en la vasta experiencia ganada en la materia, los precios máximos, los cuidados, las paritarias, el dólar, las tarifas, son meras excusas pasajeras que se alternan en la desenfrenada carrera que todos los argentinos tenemos en la cabeza.
Pruebas al canto, el famoso 1 a 1 entre el peso y el dólar de la Convertibilidad duró el tiempo en que se mantuvo como un mantra en la población.
Es probable que se trate de una fórmula agotada y que ya nadie se la crea en un futuro, pero la desigual distribución del ingreso en detrimento de las clases sociales más débiles no deja otra alternativa que descubrir una vacuna, como con el coronavirus, y administrarla durante todo el tiempo que sea necesario.
Los aumentos de precios de marzo le quitaron mayor poder de consumo a los sectores de ingresos más bajos, que cayeron nada menos que el 34%, mientras la denominada clase media perdió un 26% y los segmentos de mayor poder adquisitivo, un 11% en comparación con igual mes de 2020, de acuerdo con cálculos de Focus Market.
Su director, Damián Di Pace, afirmó que en marzo se vivió el efecto ´stockeo´ en la previa a la cuarentena estricta en nuestro país, pero sólo accesible a quienes tuvieron algún resto en el bolsillo.