Marcelo Arias, taxista él, era habitué de la parada en Galerías Pacífico. Corría el 2008, corría una nueva crisis económica en la Argentina, la mayoría corría hacia el subte y colectivo, pero el chofer sabía que en Córdoba y Florida, pleno microcentro porteño, todavía podía conseguir algunos buenos clientes. Nunca se imaginó que lo que empezó como un viaje de dos aparentes personas comúnes y corrientes podría terminar en el banquillo de los acusados. Encripdata pudo saber que los que subieron ese día fueron nada más y nada menos que dos familiares del mexicano Gerardo González Valencia, número dos de los «Cuinis», brazo financiero del temible Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).

Algunos suponen que uno de los pasajeros fue Armando Valencia Cornelio, alias «Maradona», líder del cartel del Milenio, antecedente del CJNG, pero para ese momento ya estaba detenido a la espera de su sentencia a 47 años de prisión por traficar cocaína desde Michoacán hacia los Estados Unidos. «Maradona» era el papá de Gerardo.

Tal vez esos clientes fueron en realidad los papás de Wendy Dalaithy Amaral Arévalo, esposa de Gerardo, dueña de Círculo Comercial Total de Productos y del Hotelito Desconocido. Como sea, Arias terminó siendo chofer de González Valencia.

El taxista definió al jefe de los «Cuinis» como un hombre serio y de pocas palabras: «Por su aspecto y apariencia, resultaba ser una persona importante y de muy buen vivir. Trabajé con él por un tiempo hasta que me dijo que abandonaría el país, pero que tendría que ir a buscar a otro mexicano cuando se lo pidiera».

Y así lo hizo: primero llevó a Francisco Marzio Medina González desde el aeropuerto internacional de Ezeiza hasta una de las torres Le Parc de Puerto Madero. Luego hizo lo mismo con Pedro Merced Medina Lizarraga, Julio César Alegre Ortega y Rodrigo Lepe Uribe.

Todo terminó por cambiar para Arias cuando los tres mexicanos le ofrecieron, además de seguir como chofer, trabajar en la tienda que inauguraron en Puerto Madero, «Corner, mi lugar», ubicada en la calle Pierina Dialesi 260. Pero no solo eso: Medina González le pidió usarlo como testaferro para comprar dos autos -un Chevrolet Astra y una Ford Ecosport- porque él no tenía la documentación necesaria. Lo mismo hizo con un teléfono celular. El taxista quedó aún más complicado cuando los extranjeros usaron su domicilio legal para inscribir la empresa Círculo Internacional SA el 4 de diciembre de 2008 ante la Inspección General de Justicia (IGJ).

Los mexicanos pasaron desapercibidos en Puerto Madero hasta que el 10 de marzo de 2009 chocaron con el Chevrolet Astra. Cuando los agentes de Prefectura les solicitaron los papeles del auto, uno de ellos les espetó: «En mi país ya estarían muertos». Esa amenaza derivó en la investigación que llevó adelante el fiscal federal Sebastián Basso.

El exfiscal general de los Estados Unidos, Jeff Sessions, anunció el 16 de octubre de 2017 que «el Cartel Jalisco Nueva Generación es una de las cinco organizaciones criminales transnacionales más peligrosas en la faz de la Tierra» junto con el cartel de Sinaloa, el clan del Golfo, la Mara Salvatrucha 13 y el Hezbollah. El acusador puntualizó: «El CJNG se fundó hace solo nueve años, pero ya tiene presencia en el 75% de México. Trafican por mes al menos 5.000 kilos de cocaína y 5.000 kilos de metanfetamina a nuestro país».

Gerardo vivió con su familia y empleados en Buenos Aires. Luego, de un día para el otro, se mudó a Uruguay. Antes lavó 1,8 millones de dólares a través de su comercio. Allí trabajó Arias. El chofer de los narcos se ofreció en 2019 a declarar como «imputado colaborador», pero los investigadores lo rechazaron como «arrepentido» porque ya habían podido reconstruir el paso del brazo financiero del CJNG por la Argentina.

Pero Arias no fue el único argentino a disposición de los «Cuinis» en Buenos Aires. González Valencia también contrató a Oscar Calvete, porteño con pasaporte uruguayo, para que gerenciara la tienda en Puerto Madero. Tenía más planes para él: que administrara los locales que quería abrir, uno frente a la plaza del Congreso y otro a 500 metros del Obelisco. Su idea era invertir 2,5 millones más. De esas maniobras inconclusas también formó parte un tal Giuliano Gasparotto, exmodelo italiano, que ya había colaborado con los mexicanos en Puerto Vallarta.

González Valencia, el jefe cuini, se fue de un día para el otro a Uruguay. Allí también lavó activos, pero las autoridades de ese país prefirieron entregarlo a sus pares de los Estados Unidos antes de que siguiera amenazando a funcionarios por sus condiciones de detención.

Estados Unidos podría sentenciarlo en febrero de 2022 por un viejo caso de narcotráfico.

Sobre sus cómplices, los que amenazaron a los prefectos en Puerto Madero, pesan sobre sus cabezas alertas rojas de Interpol.

Así y todo Francisco Marzio Medina González pudo casarse el 15 de febrero de este año en algún lugar de México.

Gasparotto, el exmodelo italiano que jugó a ser la mano derecha del capo, sigue siendo un verdadero misterio.

Encripdata pudo saber que Arias y Calvete, los dos argentinos contratados por el temible CJNG, irán pronto a juicio.