Atlántida, el paraíso sumergido
El fondo del océano ejerce sobre algunos de nosotros la misma
atracción que el lado oscuro de la Luna, o el planeta X de la galaxia Y: es
inaccesible, y por lo tanto está completamente a merced de nuestra imaginación.
Por esta razón la Atlántida ha persistido, mientras que muchas otras regiones
deleitables - Cucaña, El Dorado, Shangri-La - se han evaporado.
Platón introdujo la Atlántida en dos de sus diálogos, el
Timeo y el Critias, usándola para enfatizar una moraleja: la molicie produce
terremotos que te hunden la isla. Sus contemporáneos parecieron dudar de que
Platón en verdad tuviera algún conocimiento especial de lo ocurrido siglos antes
en un lugar real pero lejano. Aristóteles trató la Atlántida como una fábula.
No así pensadores posteriores. La Atlántida fue diversamente
identificada con las Américas, las Canarias, el Caribe, Suecia, Sudáfrica e
incluso Ceilán. Su ubicación siguió siendo vaga hasta que en el siglo diecinueve
Igna-tius Donnelly la hundió con firmeza en el Atlántico.
Donnelly era un político de Minnesota, líder del partido
populista reformador. Fundó una comunidad basada en el amor. Escribió un libro
sobre catástrofes con cometas, Ragnarok, adelantándose en setenta años a
Velikovsky. Escribió libros demostrando que Francis Bacon era el verdadero autor
de las obras de Shakespeare, valiéndose de las claves espurias que descubrió en
ellas. Y escribió el libro más popular de todos los tiempos sobre el continente
perdido, Atlántida, en 1882. Este libro se ha traducido a muchos idiomas, y
hasta 1970 se han publicado regularmente nuevas ediciones.
Es obvio que Atlántida impresionó a la mayoría de la gente.
El primer ministro William Ewart Gladstone trató de organizar una expedición
para buscar esa comarca desaparecida (Donnelly también se hizo famoso como
político, pues llegó a congresal de los EE.UU. y a candidato para vicepresidente
por el partido populista).
La última edición de Atlántida (1) la preparó el jefe del
Instituto Hörbiger en Gran Bretaña, Egerton Sykes, quien además manifiesta un
profundo interés en escalar el monte Ararat para encontrar el Arca de Noé. En su
prefacio, Sykes admite que la Teoría del Mundo de Hielo de Hórbiger ha "caído en
desgracia" recientemente, pero lo atribuye a su popularidad entre los nazis, y
espera que hacia fin de siglo "se haga justicia" con la teoría.
Atlántida explica que los dioses de los griegos, fenicios,
hindúes, escandinavos y prácticamente todos los demás eran en verdad reyes,
reinas y héroes del viejo continente. Colonizaron Egipto y Perú, fundaron la
mayoría de las civilizaciones antiguas de Europa, África y las Américas,
introdujeron las edades del bronce y el hierro, inventaron alfabetos para los
fenicios y mayas, e inventaron el calendario. Luego una "espantosa convulsión
natural" hundió esta cuna de la civilización. Sólo unos pocos escaparon para
contarlo a otros, quienes nos comunicaron la noticia disfrazada de mitos
edénicos y diluvianos.
Para probar su teoría, Donnelly comparó culturas remotas y
descubrió correspondencias satisfactorias. Ciertas costumbres como el matrimonio
y el divorcio, el embalsamamiento, la cirugía craneal, ciertas creencias en el
más allá, ciertas similitudes en astronomía, arquitectura, agricultura y ciertas
relaciones lingüísticas parecían surgir en lugares tan distantes como Perú y
Egipto, o China y México.
Donnelly tenía mucha erudición y paciencia, pero poca
comprensión. No sólo "leyó" maya usando el alfabeto espurio de Diego de Landa
(ver más adelante), sino que obtuvo otras correspondencias malinterpretando el
chino. Ya que esto, más lo que Martin Gardner llama "material geológico,
arqueológico y legendario cuestionable", constituye su "evidencia" más fuerte,
no se puede esperar que los estudiosos serios se sientan interesados por la
Atlántida de Donnelly.
La atracción que este libro ejerce sobre los bichos raros,
por otra parte, ha llevado a la publicación de miles de ensayos sobre la
Atlántida, cada vez más alejados de cualquier consideración de los hechos,
libros como La Atlántida sumergida restaurada, de B. Leslie, Rochester,
N.Y., 1911, compuesto enteramente por evidencias de médiums espiritistas.
También el célebre místico Edgar Cayce obtuvo del éter sus informes sobre el
continente sumergido.
El único factor en que concuerdan todos los creyentes en la
Atlántida es la violencia del hundimiento final. Las explicaciones han incluido
volcanes, vapor subterráneo, el colapso de cámaras subterráneas huecas, gases
extraños, el cometa de Velikovsky y la luna caída de Hórbiger, la irrupción de
nuestra luna actual desde abajo del mar y, recientemente, experimentos nucleares
de los atlántidas. Egerton Sykes incluso parece hallar una significación en las
aventuras de Simbad el marino, quien desembarcó en una isla y preparó una fogata
sólo para descubrir que la isla era una ballena que se sumergió en las
profundidades.(2)
La noción de Donnelly de que el continente hundido era la
patria original de los arios, o "familia indoeuropea de naciones", despertó
desde luego el interés de los pseudocientí-ficos nazis. En 1922, Karl George
Zschartzsch publicó Atlantis, die Urheimat der Arien (Atlántida, la patria
original de los arios), demostrando que era una comunidad amante de la
naturaleza formada por la raza de los amos y que debía buena parte de su
perfección a una dieta vegetariana. Pero una mujer no aria inventó o importó
bebidas alcohólicas (Eva y la sidra prohibida) provocando la pérdida de la
gracia. Atlántida pronto chocó con la cola de un cometa *. Sólo tres personas
escaparon: un viejo, una niña y una mujer embarazada.
* Las colas de los cometas,
aunque enormes, no contienen suficiente material sólido contra el cual "chocar".
El efecto de semejante choque sería tan perceptible como el choque de un avión
contra bacterias transportadas por el aire.
"Huyendo del fuego, descubrieron un geiser frío que salpicaba
con sus aguas las ramas de un árbol grande. El viejo advirtió que una serpiente
y una loba desaparecían entre las raíces del árbol y razonó que había una cueva
bajo las raíces. Adentro, la mujer murió y el viejo fue a buscar agua fría: un
pequeño meteorito le quemó uno de los ojos; pero la loba amamantó a la niña".(3)
Así la Atlántida explicaría una serie de mitos, como el
tuerto Odín y Rómulo sin Remo.
Desde luego muchos creyentes en la Atlántida desechan
ficciones como ésta, aunque sin embargo sostienen que debe haber alguna verdad
en la historia principal. Siento la tentación de preguntar cuál verdad. ¿La
Atlántida está sumergida, pero no es un paraíso? ¿Es un paraíso sumergido, pero
no Habitado por arios? ¿Un paraíso hundido habitado por arios, pero no destruido
por un cometa? A cada paso la historia tropieza con una afirmación nueva y
absolutamente infundada, hasta que el fabricante de mitos ha apilado un Pelión
sobre un Ossa sobre un Olimpo de disparates que se balancean precariamente sobre
frágiles evidencias.
Un ejemplo de esas evidencias, es el ánfora con cabeza de
búho del doctor Paul Schliemann. Paul Schliemann era nieto del arqueólogo
Heinrich Schliemann, el descubridor de Troya. Pero mientras su abuelo era un
científico serio, el doctor Paul se zambulló en los titulares con "Cómo descubrí
la Atlántida, fuente de toda civilización". Allí describía objetos presuntamente
heredados del abuelo, un ánfora con cabeza de búho y algunos documentos.
"Adentro del ánfora había monedas cuadradas de una aleación
de platino aluminio-plata y una placa metálica escrita en fenicio: 'Acuñadas en
el Templo de los Muros Transparentes'. Entre (los documentos) descubrió el
relato de cómo se había encontrado en Troya una gran ánfora de bronce con la
inscripción: DEL REY CRONOS DE ATLÁNTIDA".(4)
El resto del artículo era evidentemente un refrito de los
argumentos de previos atlantólogos y lemuriólogos, con pocos o ningún aporte
novedoso. Huelga añadir que el ánfora con cabeza de búho y las monedas cuadradas
nunca fueron mostradas a los arqueólogos ni al público.
Los ocultistas no han sido lentos para asimilar las pruebas
atlantológicas de esta especie, ni para explorar esa tierra mítica. Teósofos
como madame Blavatsky, Annie Besant y W. Scott-Elliott se contaron entre los
primeros entusiastas; los siguieron rosacruces como Wishar S. Cerve y el
antropósofo Rudolf Steiner, e independientes como Lewis Spence y James
Churchward. Fue Churchward quien propagó 'a verdad revelada sobre Mu.
La sagrada MU
Quizá el paraíso sumergido original se estaba atestando
demasiado, pero por alguna razón los teósofos decidieron fundar uno nuevo,
Lemuria, alrededor de 1860. El nombre provenía de una teoría científica entonces
en boga. Un geólogo austríaco sugirió que India y África estuvieron unidas en un
tiempo por un puente continental. Estimó que la conexión se habría roto hacía
unos sesenta millones de años y desde luego no dijo nada en absoluto sobre
civilizaciones antiguas. La idea del puente continental fue desechada por los
geólogos posteriores (la teoría actual sostiene que India se separó del África y
se desplazó por la deriva de los continentes) pero Lemuria ya había contagiado a
los acólitos de madame Blavatsky.
Helena Petrovna Blavatsky sostuvo que Lemuria era la patria
de lo que llamaba la tercera Raza Raigal. Las Razas Raigales forman parte del
mecanismo teosófico de la evolución. Hay siete Razas Raigales consecutivas en el
plan, y cada cual desarrolla siete subrazas (según el patrón de St. Ives) antes
de ser eliminada mediante el hundimiento de un continente. La siguiente Raza
Raigal surge de una subraza de la predecesora, y así sucesivamente.
La primera Raza Raigal era absolutamente etérea (no entiendo
cómo pudo ahogarse); ja segunda tenía cuerpos semisustanciales. La tercera, que
vivía en Lemuria, estaba formada por gigantes simiescos, hermafroditas,
ovíparos, con cuatro brazos y tres ojos. Evolucionaron gradualmente hasta
volverse humanos y el descubrimiento de la sexualidad normal causó su perdición.
Lemuria se hundió.
La cuarta Raza Raigal surgió en Atlántida. La historia de la
Atlántida, de W. Scott-Elliott. 1914, describe las siete subrazas, empezando por
los rmoahal, que eran negros y de tres metros de altura, hasta los tlavatli, los
toltecas (ocho metros de estatura), los turanianos, los semitas (de quienes
derivó la Quinta Raza Raigal), los aca-dios y los mongoles. La Atlántida se
hundió.
La Quinta Raza Raigal, los arios, fueron de Egipto al
desierto de Gobi, donde desarrollaron las primeras cinco subrazas: los hindúes,
los egipcios, los persas, los celtas y por último los germanos. De acuerdo con
Annie Besant, la sexta subraza está naciendo ahora, en California del Sur. De
ella derivará la Sexta Raza Raigal, que habitará un nuevo continente que está
por surgir del Pacífico.
Con frecuencia se piensa que el nombre "Mu" es un apócope de
"Lemuria", pero tiene otra historia. Parece haber empezado(5) con la
pseudolingüística de Diego de Landa, uno de los primeros obispos del Yucatán y
crítico de la cultura maya por decisión propia.
La primera contribución de Landa a nuestra comprensión de los
mayas fue quemar todos los documentos escritos de que pudo echar mano. Su purga
fue tan exitosa que sólo nos quedan tres libros mayas: el códice Dresden, que no
está intacto, el códice Perezianus, y el códice Tro-Cortesianus. Más tarde, el
obispo cambió de parecer. Quizá no era tan malo aprender un poco de maya. Exigió
a los nativos el "alfabeto maya".
Como el maya es una lengua pictográfica no tiene alfabeto,
pero aparentemente los nativos trataron de satisfacerlo. Para la A, le mostraron
aac (tortuga), una cabeza de tortuga. Para la B, le mostraron be (camino), una
imagen de un camino con una huella impresa.
Naturalmente, el alfabeto de Landa fue inútil. En 1864 el
abate Brasseur de Bourbourg trató de usarlo para traducir el códice Troanus (la
mitad del códice Tro-Cortesianus) y el resultado fue una farragosa historia
sobre una explosión volcánica. Tomó un par de símbolos recurrentes, la M y la U
del alfabeto de Landa, como denominación del área de desastre, y nació Mu. Los
de Camp, citando directamente el estudio de Brasseur, dicen que su traducción
comienza:
"El amo es aquel de la tierra revuelta, el amo de la
calabaza, la tierra revuelta de la bestia parda (en el lugar engullido por las
mareas!; es él, el amo de la tierra revuelta, de la tierra hinchada, más allá de
lo mensurable, él el amo 1...] de la cuenca de agua".(6)
H. S. Bellamy, en su traducción inglesa de Hórbiger, propone
otra versión:
"En el sexto año de Kan, en el mes de Sak, el once de Muluk,
empezaron los terremotos, de una violencia jamás experimentada hasta entonces.
Continuaron sin interrupción hasta el trece de Chuen. La isla de Mu, la tierra
de las montañas de lodo [...] encontró su fin por ellos".(7)
El códice Troanus en verdad fue traducido más tarde. Resultó
ser un tratado astrológico muy coherente que no habla de terremotos, volcanes ni
Mu.
El paladín más célebre de Mu siempre ha sido James Churchward,
un coronel británico retirado que escribió una serie de libros pseudo-eruditos
sobre el tema: El continente perdido de Mu, Los hijos de Mu, Los símbolos
sagrados de Mu, etc., etc. Lo esencial de esos libros es un conjunto de
"tablillas de Naacal" que según Churchward le mostraron en un monasterio
oriental. El monasterio estaba ubicado en la India en uno de los libros, pero en
otro se mudó al Tibet. Los creyentes quizá no den importancia a esos detalles (Kolosimo
cita profusamente a Churchward). El coronel tradujo las tablillas para revelar
la larga y tediosa verdad sobre Lemuria. Que él tuviera más de setenta años
cuando las empezó quizá explique esos devaneos semi-coherentes, ese berenjenal
de antievolución, reencarnación, antigravedad (que Jesús usó para caminar sobre
las aguas), geografía irredimible y notas al pie como "4. Documento griego" o
"6. Documentos diversos". El frontispicio de El continente perdido de Mu es la
foto borrosa de un ánfora con talladuras, algunas de las cuales casi pueden
distinguirse. Es, afirma el coronel, el ánfora de Schliemann.
Los fraudes pseudoarcaicos últimamente han atraído a los
ufólogos a la teosofía. Un trabajo teosófico clave es el Libra (o Estrofas) de
Dyzan, presuntamente enterrado durante eones bajo un monte del Himalaya en una
biblioteca secreta, y luego revelado en trances a madame Blavatsky en 1888. Ella
se apresuró a anotarlo todo en sus seis volúmenes de La doctrina secreta
(8). Erich von Däniken ha estado investigando el asunto y ha descubierto aún más
evidencias de una visita estelar.(9)
Otro ufólogo, Frank Edwards, afirma que Dyzan cuenta cómo los
alienígenas llegaron en una nave que circundó la Tierra antes de aterrizar, cómo
se instalaron aquí pero encontraron una recepción hostil, y cómo se elevaron en
una nave de metal y "mientras estaban a muchas leguas de la ciudad de sus
enemigos arrojaron una gran lanza brillante que cabalgaba en un haz de luz.
Hendió la ciudad de los enemigos con una gran bola llameante que subió a los
cielos. (...) Todos los de la ciudad sufrieron quemaduras atroces".(10)
Samuel Rosenberg investigó esta cita asombrosa. Descubrió,
primero, que el Libro de Dyzan no existe fuera de las ediciones de la Sociedad
Teosófica; y, segundo, que ninguna de ellas contiene esa escena de guerra
nuclear. Alguien le vendió a Edwards una edición fraudulenta.
Von Dániken no corre riesgos; cita la versión Blavatsky, que
tiene el más puro estilo ocultista:
"La raíz de la vida estaba en cada gota del océano de la
inmortalidad, y el océano era luz radiante. [...] Contemplad (...) espacio
brillante, hijo del espacio oscuro" (11) y así sucesivamente, hasta los siete
hálitos del dragón de la sabiduría. Cuando apareció este tedioso documento, al
menos un estudioso pudo demostrar que no era ninguna obra antigua en sánscrito,
sino que provenía directamente de la pluma y lecturas de madame B:
"Demostró que sus fuentes principales eran la traducción de
H.H. WiJ-son del antiguo texto hindú VisAna Purana, Vida en el mundo o geología
comparada, de Alexander Winchell, la Atlántida, de Donnelly, y otras obras
contemporáneas, científicas, pseudocientíficas y ocultistas, plagiadas sin
escrúpulo y usadas con una torpeza que demostraba un conocimiento superficial de
los temas en discusión. La mayoría de las Estrofas de Dyzan estaban tomadas del
Himno de la creación del antiguo Rig-Veda sánscrito, como lo demuestra enseguida
una comparación entre ambas obras".(12)
Clarion
Casi tan atractiva como la teoría de que Cristo está
esperando el segundo advenimiento en Venus, o la teoría de Godfried Bueren de
que el sol es hueco y tiene plantas en su interior (13), es la idea de un
planeta oculto atrás del sol.
Ese planeta es Clarion. Se supone que se desplaza en una
órbita que se corresponde con la terrestre y lo mantiene continuamente fuera de
nuestra vista. Como los continentes hundidos, o las regiones del interior de la
tierra, puede ser poblado imaginativamente con razas perdidas, demonios,
gigantes y demás.
Al principio la idea no parece imposible. Aunque la órbita
terrestre es una elipse, no un círculo, podría suceder que Clarion estuviera en
oposición permanente. Así podría ser fuente de OVNIs, o una Tierra duplicada
donde el Destino produce sosias para todos nosotros...
Lamentablemente, la extraña órbita de Clarion sólo sería
posible si Clarion y la Tierra fueran los únicos hijos del Sol. Tal como están
las cosas, la órbita del planeta oculto sería tan perturbada por la atracción de
Venus y Marte que pronto sería visible. Los cómputos realizados por la oficina
del Almanaque Náutico del Observatorio Naval de los EE.UU. demostraron que
Clarion no podía permanecer oculto más de una treintena de años. Además, Clarion
mismo alteraría notablemente la órbita de otros planetas. Por último, aunque
Clarion tuviera una masa cero, la órbita de la Tierra es alterada por otros
planetas, y en menos de un siglo dejaría de estar alineada con su gemelo y lo
tendría a la vista. El sistema solar sigue obstinado en portarse como si Clarion
fuera intangible e invisible, o bien como si no existiera.(14)
John Sladek
Autor de Los nuevos apócrifos
Acoruja.haan.com
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS
EL PARAÍSO SUMERGIDO :
1 Ignatius Donnelly, Atlantix (Nueva York: 1882; y muchas ediiones
subsiguientes. La última es Londres: Nevílle Spearman, 1970, ed. Egerton Sykes).
(volver al texto)
2 Egerton Sykes, "Lemuria Reconsidered", The Atlantean, marzo-abril 1971.(volver
al texto)
3 de Camp & Ley, Lanas Beyond, p.22. (volver al texto)
4 de Camp ai de Camp, Citadels, pp. 13-14. (volver al texto)
5 Ibid., pp. 7-10. (volver al texto)
6 Ibid., p. 10. (volver al texto)
7 H.S. Bellamy, Moons, Myths and Man. (volver al texto)
8 H.P. Blavatsky, The Secret Doctrine (Adyar, India: Theosophical Publishing
House, 1888, 6 vol.). (volver al texto)
9 von Däniken, Return to the Stars, pp. 149-54. (volver al texto)
10 Frank Edwards, Flying Saucers -Serious Business (Nueva York, Lyle Stuart:
1966); citado en el Informe Condón, p. 495. (volver al texto)
11 von Däniken, Return to the Stars, p. 151. (volver al texto)
12 de Camp & de Camp, Citadels, p. 231. (volver al texto)
13 Gardner, Fads and Fallacies, p. 327. (volver al texto)
14 Condon Report, pp. 853-4. (volver al texto)
Traducido por: Carlos Gardini