Revelando los secretos de los antiguos
"¿Imposible? ¿Ridículo? Casi siempre son aquellas personas
que se sienten sujetas absolutamente por leyes de la naturaleza quienes oponen
las objeciones más estúpidas".(1)
Es decir, objeciones a la teoría de Erich von Däniken sobre
la Gran Pirámide: de que era una cámara de congelación donde los muertos
egipcios eran conservados hasta que el astronauta Ra pudiera regresar a
revivirlos. ¿De lo contrario para qué embalsamarlos?, pregunta. ¿Para qué
enterrar alimentos y enseres con ellos? Sólo puedo oponer la estúpida objeción
de que Ra tendría que haber trabajado como un auténtico dios para revivir una
momia a la cual le habían extirpado el cerebro y las vísceras.
El tamaño formidable, la función esquiva y la egipciedad
exótica de la Gran Pirámide han tentado a generaciones de pseudocientíficos. Los
árabes pensaron que podía ser una biblioteca a prueba de agua para proteger la
sabiduría egipcia del Diluvio. Los cristianos primitivos la consideraron uno de
los graneros de José, construidos para alimentar al pueblo en los siete años de
escasez.
En el siglo diecinueve se supo que era una tumba (2)
construida por el rey Khufu (en griego Keops).(3) Esto no impidió a John Taylor
escribir en 1859 que era una obra de Noé planificada por Dios.(4) Lo demostró
descubriendo en sus dimensiones una serie de verdades matemáticas y
correspondencias con la naturaleza que él respaldó con evidencias bíblicas: "Ese
día habrá un altar para Jehová en la tierra de Egipto" (Isaías 19 :19). Cuesta
resistirse a objetar que "Y si me hicieres altar de piedras, no las labres de
cantena" (Éxodo 20:25).
Cuando Charles Piazzi Smyth tuvo en cuenta la idea de Taylor
en 1864, la piramidología se adueñó de la fantasía popular (5). No sólo Smyth
era muy respetable, pues era real astrónomo de Escocia, sino que encontró aún
más curiosidades matemáticas en las dimensiones de la Pirámide, como:
1. Dividiendo dos veces la longitud de un lado de la base de la Pirámide, 6, por
su altura, h, obtenemos el valor de pi (= 3.14159...)
2. Multiplicando h por 1000 millones se obtiene la distancia de la Tierra al
Sol.
3. Dividiendo b por el ancho de una de las piedras exteriores de la Pirámide se
obtiene 365, el número aproximado de los días del año.
Smyth también pensaba que el sarcófago de Keops era una
medida de volumen. Muchas de sus cantidades dependían del ancho de una piedra
externa. Por ejemplo, derivó una pulgada original, o "Pirámide", dividiendo este
ancho por veinticinco. La pulgada Pirámide se usó, decía él, para construir el
Arca, y nuestra pulgada descendía de ella. Más tarde resultó que las piedras
exteriores de la Pirámide eran todas de anchos diferentes.
La ubicación y orientación de la Pirámide también eran
notables, de acuerdo con Smyth. Descubrió que estaba ubicada en el ápice de un
triángulo formado por el delta del Nilo y
"que hay más tierra a lo largo del meridiano de la Pirámide
que en cualquier otro en todo el mundo; que hay más tierra en la latitud de la
Pirámide que en cualquier otro [...]; que el territorio de la Pirámide en el
Bajo Egipto está en el centro de la tierra seca habitable por el hombre en el
mundo entero |...|"(6)
Richard Proctor, escribiendo en 1896, destacó que aquí hay
demasiados datos: dos solos bastarían para determinar absolutamente la ubicación
de la Pirámide. Smyth -y muchos piramidólogos que lo siguieron- se han afanado
para producir cálculos que relacionaran las dimensiones de la Pirámide con
cantidades naturales como la circunferencia y masa de la Tierra. Estos cálculos
dan una ilustrativa lección en pseudo-matemática o cómo adecuar la realidad a la
teoría predilecta. "Funcionan" a causa de tres tipos de errores:
1. Las dimensiones de la Gran Pirámide eran inciertas cuando Smyth empezó sus
cálculos. No sólo la habían mutilado considerablemente (faltaban la cobertura
exterior y el coronamiento) desde la construcción, sino que no se tomaron
mediciones precisas hasta más avanzado el siglo diecinueve. Las estimaciones de
la altura original, por ejemplo, variaban en 13 metros. Los piramidólogos pueden
elegir cualquier valor que cuadre con su teoría.
2. Las cantidades naturales no siempre son fijas. Por ejemplo, la Tierra no está
a un número preciso de kilómetros del Sol. Su órbita elíptica hace oscilar la
distancia entre unos 135 millones de kilómetros y unos 141 millones de
kilómetros, lo cual deja a los piramidólogos un margen de 6 millones de
kilómetros para especular.
3. Hacer esos cálculos es un juego sin reglas. Dado el gran número de mediciones
obtenible de la Pirámide (altura, peso, volumen, longitud de la base, superficie
de la base, superficie de los dos lados, borde, diagonal de la base, altura
inclinada, etc., etc.), y un número casi infinito de cantidades naturales, sólo
un retardado podría no encontrar alguna correspondencia. ¿Su altura es
significativa? También lo son las alturas de la catedral de San Pablo, en
Londres, y la catedral de Ruán. La altura de la torre Eiffel multiplicada por
1.000 millones equivale al "diámetro" de la órbita terrestre. Mi propia altura,
multiplicada por un millón, nos da el radio de la Luna.
Uno de los seguidores de Smyth encuentra significativo que la
Pirámide tenga cinco ángulos y cinco lados, pues hay cinco libros de Moisés,
cinco dígitos en cada extremidad humana, cinco sentidos y demás. Pero el papel
donde estoy escribiendo también tiene una significación sagrada en sus cuatro
ángulos y cuatro lados (pues se corresponden con el número de extremidades
humanas, el número de evangelistas, y el número de puntos cardinales.(7) Esto es
simple numerología en el nivel del 13 como número de suerte.
El valor de ¶ (pi) parece prácticamente la única cifra que se
puede obtener de la Pirámide sin retaceos. De acuerdo con Martin Gardner,
Heródoto afirmó que la Pirámide estaba construida de tal manera que la
superficie de cada cara triangular equivalía a la superficie de un cuadrado cuyo
lado es la altura. Para tal construcción (bastante fácil de diseñar mediante la
geometría o aún modelos simples) 2b dividido por h da 3.14459..., que se
aproxima bastante a ¶.(8)
Usando su "pulgada Pirámide", Smyth midió los pasajes
internos de la Pirámide, y descubrió que configuran un diagrama completo de la
historia mundial, pasada y futura. Sus sinuosidades y ramificaciones registraban
la Creación en el 4004 a.C., la vida de Cristo y así hasta el Día del Juicio,
que llegaría en 1881 o 1911. Entre los miles de personas que se tragaron esta
pildora hubo celebridades como el presidente Garfield (para quien la historia sí
terminó imprevistamente en 1881) y Charles Taze Russell, fundador de los
Testigos de Jehová.
Los seguidores posteriores de Smyth decidieron que la teoría
era correcta, (en efecto, la historia se paseaba por esos corredores de piedra)
pero que las medidas no. Cristo (alguien dijo en 1913) había venido secretamente
a la Tierra en 1874. Más tarde un ingeniero británico llamado David Davidson usó
cifras revisadas para tramar un nuevo curso de la historia, que publicó en
1924.(9) Las ideas de Smyth y Davidson todavía están circulando, como veremos.
El fin del mundo hubo que readaptarlo continuamente a causa
de su impuntualidad. 1874, 1914, 1920, y 1925 encontraron al mundo
exasperantemente intacto. 1926 pasó sin un solo trompetazo angélico, y también
mayo de 1928, el 16 de setiembre de 1936 y el 20 de agosto de 1953. Los fieles
no han renunciado del todo a sus esperanzas, sin embargo, y aún es posible que
una guerra nuclear planetaria les dé la oportunidad de decirnos "nosotros les
avisamos"
Ahora la piramidología parece convulsionada por una nueva
onda sísmica de ocultismo. Erich von Däniken y Peter Kolosimo están tan ansiosos
de fundamentar sus teorías sobre los visitantes del espacio con la pirámide de
Keops que a veces captan mal las ideas de Smyth. Kolosimo parece confundir la
Gran Pirámide de Keops con su vecina más pequeña, la Pirámide de Kefrén. Von
Däniken pregunta:
"¿Es una coincidencia que la superficie de la base de
la pirámide dividida por el doble de su altura dé la célebre cifra ¶ =
3.14159...?" (10) (El subrayado es mío.)
Pagaría el precio de una nueva Esfinge por ver cómo se las
ingenia para intentar ese cálculo.
Von Däniken observa que un "meridiano que corre a través de
la pirámide divide continentes y océanos en dos mitades exactamente iguales"(11)
y que la Pirámide se levanta "en el centro de gravedad de los continentes".(12)
Kolosimo lo expresa con más dramatismo:
"Durante siglos nuestros científicos han estado buscando un
meridiano ideal. (...) Pero ahora sabemos que el meridiano de la Gran Pirámide
es ideal. ¿Por qué? Primero porque pasa a través de más tierras que ningún otro
meridiano y segundo porque si calculamos la superficie de las tierras habitables
desde el estrecho de Behring [sic] descubrimos que las divide exactamente en
dos".(13)
Ambos autores se regodean incesantemente en esa jerigonza,
pero lo que aparentemente tratan de repetir son las ideas de Smyth acerca del
meridiano de la Pirámide. Afortunadamente para los egipcios este meridiano
mágico estaba a pocos kilómetros de su capital de Menfis. Desde luego, pudieron
intentar 70 grados al oeste de Greenwich, un meridiano que da la impresión de
atravesar más tierras (a juzgar por las apariencias). La división de
superficies, sobre la cual Kolosimo escribe con sílabas reverentes, es
completamente errónea. Las tierras al oeste de El Cairo (30 grados este a 170
grados oeste) son más vastas que al este de El Cairo en unos diez millones de
kilómetros cuadrados. Se necesitaría una Sudamérica extra para compensar la
diferencia.
La afirmación sobre el "centro de gravedad" no tiene ni pies
ni cabeza. Quizá se aluda al centro de superficie de las formas continentales,
según se lo pinte en una u otra clase de mapa. Eligiendo una proyección
adecuada, y sumando o restando superficies como Groenlandia, la Antártida y los
mares mediterráneos, uno, prácticamente puede ubicar ese punto donde se le
antoje.
Kolosimo también afirma que
"la distancia entre la Pirámide de Keops y el centro del
mundo equivale a su distancia respecto del Polo Norte".(14)
Esto podría ser cierto si la Tierra fuera una esfera
perfecta, pero en tal caso lo mismo valdría para cualquier estructura ubicada en
la misma latitud (30 grados norte), incluidos los burdeles de Nueva Orleans.
Otro enfoque para dotar de misterio a la Pirámide consiste en
declarar que su tamaño y calidad de construcción no estaban al alcance de la
tecnología precaria de los egipcios. A fin de cuentas, contiene unos 2.300.000
bloques de piedra, que pesan un promedio de 21/2 toneladas cada uno. Había que
cortarlos, algunos a cierta distancia, trasladarlos, y subirlos. Von Däniken:
"Si los industriosos obreros hubieran alcanzado el
extrarodinario rendimiento diario de diez bloques apilados uno encima de otro,
habrían ensamblado la [...] pirámide en unos 250.000 días = .664 años".(15)
Insiste en que los bloques de piedra debieron ser cortados
con láser y transportados con helicópteros, implementos desde luego
suministrados por dioses extraterrestres. En esto disiente con William Kingland,
quien opina que las piedras fueron depositadas sobre trozos de papiro donde
había inscriptos símbolos mágicos que les posibilitaron volar.(16) Kolosimo cree
que la entrada a uno de los pasajes de la Pirámide fue taponada por bloques de
granito desde adentro.
Esta cháchara tediosa y delirante deriva de una ignorancia
total de la arqueología seria. Si alguno de estos piramidólogos se hubiera
molestado en leer Las pirámides de Egipto, de I. E. S. Edward, o cualquiera de
los tantos libros sobre el tema, encontraría cada uno de estos "misterios"
explicados al detalle. La Pirámide de Keops no es un fenómeno aislado y
desconcertante, sino que forma parte de una larga tradición en la edificación de
pirámides. En definitiva existen todavía más de ochenta pirámides genuinas en
diversas condiciones, junto con suficientes ejemplos de estructuras sepulcrales
más tempranas como para rastrear su evolución. De la primera a la tercera
dinastía, los reyes eran sepultados en casas de ladrillo hoy llamadas
"mastabas". En la tercera y cuarta dinastías, aparecieron pirámides de piedra
"escalonadas", más grandes y más duraderas. En la cuarta dinastía, se las cubrió
por primera vez con capas de piedra caliza fina, dando a sus perfiles auténtica
forma piramidal. La Gran Pirámide fue terminada en vida de Keops, quizá en
veinte años, por unos miles de albañiles calificados y un numeroso ejército de
peones no calificados (quizá cien mil), durante las temporadas en que no estaban
sembrando ni cosechando.
Trasladaban bloques de piedra desde una cantera distante en
balsas, los arrastraban desde el río sobre cuñas, y los colocaban subiéndolos
por rampas de tierra. (La mayor parte de la Pirámide se fabricó con piedras de
una cantera cercana, y sólo el revestimiento exterior vino de un lugar
distante).(17)
Edward señala que una cuadrilla de ocho hombres habría tenido
que manipular sólo diez bloques en doce semanas para realizar la faena. También
explica que los egipcios pudieron encuadrar la Pirámide en los cuatro puntos
cardinales (o mejor dicho, las cuatro direcciones reales) usando nada más que el
conocimiento astronómico que obviamente tenían, y sin más aparatos modernos que
una vara y una pared de barro. Los tapones de granito de Kolosimo fueron en
efecto insertados en la entrada de la tumba desde adentro, pero esto no requiere
explicaciones ocultistas. Los obreros que las insertaron se habían preparado
(con o sin aprobación oficial) un túnel de escape.
Aún así, la piramidología sigue en la brecha. Von Däniken
piensa que la Pirámide pudo no haber sido la tumba de Keops (pese a las claras
evidencias de que sí lo fue), sino que debió ser construida como un sitio donde
congelar, conservar y revivir a hombres del espacio. Kolosimo piensa que la
Pirámide pudo haber contenido la piedra filosofal.(18) Churchward piensa, al
igual que los rosacruces, que era un templo para ceremonias secretas, pese a la
presencia cercana de un templo mortuorio construido al mismo tiempo y
perfectamente utili-zable. Churchward opina que los adeptos entraban y salían
por los sólidos tapones de granito "con la ayuda de un espíritu amigo".
Otros han relacionado la Pirámide con los misterios
numerológicos de la Cabala. Otros creen que es una máquina del tiempo o una
puerta hacia esa tierra profundamente perdida, la cuarta dimensión. Y aun los
hay que "demuestran" por sus dimensiones el paradero actual de
Las tribus perdidas de Israel
Primero, cómo se perdieron: A la muerte de Salomón, las diez
tribus de Israel se rebelaron contra el nuevo rey, Roboam (I Reyes 12). Se
alejaron para vivir apartadas de las dos tribus de Judá. Más tarde (II Reyes 6)
las diez fueron esclavizadas por los asirios. El testamento apócrifo (II Esdras
13) dice que más tarde se fueron de Asiria y al cabo de un año y medio se
instalaron en una tierra desértica llamada Arsareth. Esto es todo lo que hemos
oído hasta el momento.
El descubrimiento de América replanteó la vieja pregunta:
¿era posible que los indios americanos estuvieran hablando hebreo? El obispo
Landa aceptó la idea , y también Oliver Cromwell. El libro de Mormón nos dice
que los indios son hebreos, aunque no necesariamente de las tribus perdidas.
Otros candidatos han sido los japoneses, los zulúes y los
malasios. En 1896 W. S. Crowdy fundó su Iglesia de Dios y los Santos de Cristo
basándose en el dogma de que las tribus perdidas son negras. Pero una secta
rival (los Custodios de los Mandamientos, la Iglesia Sagrada del Dios Viviente)
dice que los negros son en realidad las tribus de Judá, mientras que los blancos
son las diez tribus perdidas.
Por cierto la teoría más persistente es que dos de las tribus
perdidas, Efraín y Manases, son en verdad los anglosajones y los celtas. El
movimiento angloisraelita fue popular a fines del siglo dieciocho, y todavía no
da muestras de flaquear. La piramidología pareció renovarle las fuerzas. De
acuerdo con las mediciones de la Gran Pirámide de David Davidson (a las cuales
añadió la duración de los reinados de los reyes egipcios), la "Tribulación
Final' de las tribus perdidas de Bretaña comenzaría en 1928 y continuaría hasta
1936. Luego tendríamos el Armagedón hasta 1953, durante el cual los anglosajones
serían probados contra sus muchos enemigos. En 1953 Cristo vendría personalmente
para gobernar el reino británico en este mundo.
Parece que Davidson no interpretó bien los horarios, pero
otros angloisraelitas siguen marchando hacia su propia cita con el Milenio. The
Plain Truth, una revista satinada distribuida por los fundamentalistas
computadorizados de Herbert W. Armstrong, declara que las tribus perdidas son
los europeos del norte, los británicos y los norteamericanos anglosajones.
Heredarán la tierra un día de éstos.
Astronautas precolombinos y otros viejos conocidos
La pseudoarqueología va mucho más allá de la Gran Pirámide y
las tribus perdidas en busca de asombro. Von Däniken empieza con artefactos
arqueológicos de Perú, México o la Isla de Pascua y deduce de ellos que lo
meramente posible es absolutamente seguro. Del bajorrelieve maya de la-figura
6-1 (a), pregunta:
"¿Pudo la imaginación primitiva haber producido algo tan
notablemente similar a un astronauta moderno en su cohete? Esos extraños trazos
al pie del dibujo sólo pueden ser un bosquejo de las llamas y los gases
que sa len de la unidad de propulsión".(19)
La bastardilla es mía, el bastardeo es de él. A mí me cuesta
no ver esta figura como un robot raptando a una bella muchacha, como en la Fig.
6-1 (b). Pero desde luego yo sé tanto sobre arte y civilización mayas como von
Däniken. Su teoría de las visitas espaciales, y la teoría de Kolosimo sobre la
alquimia antigua, se basan en evidencias como éstas. ¿Las pinturas rupestres
muestran hombres con extremidades redondeadas, cabezas agrandadas, aureolas
circulares, astas? Pues "sólo pueden ser" trajes espaciales, cascos, antenas.
¿Muestran deidades mitad humanas, mitad animales? ¡Aja! ¿Muestran hombres
voladores con alas? Eureka, etc.
Estos dos autores, y Andrew Tomas,(20)
saltan de un descubrimiento pasmoso al otro, refugiándose en la certeza de que
sus lectores no podrían cotejar todas sus fuentes, aun si ellos las revelaran.
En una veta carbonífera de 15 millones de años se encuentra la huella de un pie
calzado (Tomas). Cerca de Bagdad se encuentran baterías eléctricas de 2.000 años
de antigüedad (von Däniken, Tomas). Los egipcios tenían penicilina hace 4.000
años (Tomas). Los franceses de hace 15.000 años usaban sombreros y zapatos, y
sus esposas usaban enaguas (Kolosimo). Los antiguos chinos tenían rayos X y los
antiguos incas hacían operaciones del cerebro (Tomas). Los egipcios hacían panos
tan finos que "hoy sólo podrían tejerse en una fábrica especial con gran
conocimiento técnico y experiencia" (von Däniken).(21) Requeriría muchísima
investigación verificar o refutar todas estas revelaciones, y cuesta ver cómo la
mayoría de ellas, aun de ser ciertas, probarían las tesis principales de sus
autores.
Damon Knight introduce un ítem similar que sí puede
cotejarse, a saber, una fotografía de un utensilio de piedra con esta leyenda:
"[...] The New York Times identificó este tallado en piedra
como una "figura equina encontrada entre restos antiguos de Arawak cerca del río
Orinoco, Venezuela". Como los caballos aún no habían llegado a América cuando se
talló la figura, la conclusión fue que representa un caballo de mar".(22)
No sé adonde apunta Knight, a menos que crea que llovieron
caballos o figuras equinas de alguna isla forte-ana del cielo. Pero parece
posible que hubiera caballos cuando se talló el objeto. Como explicó un zoólogo
en 1955:
"es casi seguro que los habitantes primitivos de las Américas
[indios] encontraron gran cantidad de caballos en muchas partes de los
continentes. Es muy probable, sin embargo, que cuando los hombres blancos
llegaron a las Américas, los caballos nativos se hubieran extinguido y los
caballos fueran reintroducidos de Europa".(23)
Con esa facilidad que tienen las creencias ocultistas para
superponerse, la teoría de las colisiones lunares de Hórbi-ger ha sido
"confirmada" por H. S. Bellamy y P. Alian gracias a las ruinas de Tiahuanaco,
Perú.(24) Tras decidir que un arco de piedra ceremonial con bajorrelieves
ornamentales es un calendario (semejante a un calendario de piedra de México),
procedieron a demostrar por qué no se corresponde con los movimientos del Sol y
la Luna.
El "calendario" tiene esta disposición:
xxxxxxxx xxxxxxxx
xxxxxxxx A xxxxxxxx
xxxxxxxx xxxxxxxx
B B B B B B B B B B B
Aquí A es una figura grande y frontal, las B son figuras
frontales más pequeñas, y las X son figuras aladas mucho más pequeñas
enfrentadas a A. Cada figura está decorada con símbolos diminutos: círculos,
óvalos, rectángulos, cabezas de hombres, pájaros, gatos y peces. Bellamy y Alian
elaboran la idea de Hórbiger de que la Tierra tuvo otra luna que hacía 447
órbitas por año contando diferentes tipos de símbolos en diferentes partes del
diseño, y abriéndose paso hasta la respuesta buscada. Como con este método puede
obtenerse cualquier cifra,* el éxito es rotundo.
Para darse una ayudita, en un momento olvidan arbitrariamente
dieciocho de las figuras en X. En otro, obtienen una aproximación a pi del
número de ángulos rectos en un friso decorativo, pero sólo gracias a una suma
incorrecta.
Von Däniken arguye que las figuras del arco representan
dioses del espacio. Kolosi-mo las ve como "naves espaciales usando energía
solar". Inevitablemente, varios arqueocultistas han relacionado estas ruinas
misteriosas con otras.
La Isla de Pascua
Según von Däniken,
"Las relaciones entre la Isla de Pascua y Tiahuanaco se nos
imponen automáticamente. Allí, como aquí, encontramos guantes de piedra
pertenecientes ai mismo estilo".(25)
lo cual aparentemente quiere decir de rodillas, o con
sombreros. Por esas características, podemos relacionar la Isla de Pascua con El
Cairo y el Vaticano.
Hay misterios genuinos en esa isla remota, sobre todo en las
enormes "cabezas" de piedra (en realidad estatuas enteras con cuerpos
achaparrados). ¿Quién las construyó? ¿Cómo se tallaron estos monolitos, que en
algunos casos pesan hasta doce toneladas, cómo se transportaron a través de la
isla y se erigieron?
La mayoría de los antropólogos piensa que los constructores
eran polinesios, aunque Thor Heyerdahl, por su parte, piensa que los
escandinavos, después de colonizar Perú, viajaron en una Kon-Tiki de madera
balsa. Pocas evidencias respaldan esta idea. Por lo que sabemos, los peruanos
nunca se hicieron a la mar deliberadamente, mientras que los polinesios
navegaban por el Pacífico.
En su primer libro, von Däniken insistía en que simples
salvajes no podían haber movido y levantado esas estatuas sin ayuda de
helicópteros.(26) Más tarde, Heyerdahl pidió a seis de los isleños actuales que
levantaran una estatua caída, y lo hicieron en dieciocho días. En su segundo
libro, von Däniken corrige el rumbo y habla de la roca volcánica increíblemente
dura con que se hicieron las estatuas de la Isla de Pascua. Era imposible
cortarla con herramientas de piedra (como las que se encontraron en abundancia
en la cantera volcánica). No obstante, los de Camp dicen que se eligió este tipo
de roca precisamente por su maleabilidad.(27)
En cuanto a por qué se hicieron las estatuas, sólo madame
Blavatsky lo sabe con certeza. Son, declara ella, retratos en tamaño natural de
una teosófica Raza Raigal.
Ese Stonehenge digital
Cada época tiene su teoría favorita sobre Stonehenge. Iñigo
Jones vio el círculo de rocas como un templo romano en el estilo toscano; los
ocultistas del siglo pasado, reinventando a los druidas, palparon sus
emanaciones célticas; los entusiastas de la Atlántida, Zoroastro y los OVNIs lo
han tratado a su manera. Nuestra época le ha arrojado su lustre característico
con la teoría del doctor Gerald Hawkins: Stonehenge es, por el momento, un
observatorio astronómico y una computadora.
Desde luego Hawkins no es un pseudocientífico, pero sus ideas
ya han sido usadas como balasto por astrólogos, lemurianos, etc. Su Stonehenge
decodificado (28) se esfuerza por desacreditar toda conexión entre el ocultismo
y sus teorías.
Su primera teoría es que Stonehenge era un observatorio
astronómico donde los bretones de hace tres mil años avistaban a lo largo de
pares de piedras los acontecimientos celestiales interesantes. Es posible.
Tendré que dejar la crítica genuina de esta teoría a los astrónomos genuinos
que, a diferencia de mí, saben distinguir un azimut de una declinación. Pero
vale la' pena subrayar ciertos detalles que Stonehenge decodificado revela sólo
indirectamente.
Hawkins encuentra un total de 32 alineamientos de pares de
piedras, o pares de arcos de piedra, con varios aspectos del Sol y la Luna, como
el despuntar y la puesta en el solsticio de verano, en el de invierno, y en los
equinoccios.(29)
De estos alienamientos:
-3 son redundantes (es decir están fijados por la geometría de otros
alineamientos).
-Otros 22 están basados en piedras faltantes, o agujeros donde presumiblemente
hubo piedras o columnas (en algún momento).
-Otros 2 suponen líneas de visión que quizá estaban bloqueadas por una piedra
grande (la "piedra de sacrificios") que se ha desmoronado.
-Otros 4 se basan en piedras que se han desmoronado.
Esto pareciera dejarle a Hawkins un solo alineamiento
indiscutible, a menos que haya intuido correctamente la disposición exacta de
las piedras y columnas en el 1500 a.C. El 1500 a.C. es la fecha en que según
Hawkins se terminó Stonehenge, y todos sus cálculos astronómicos se basan en esa
fecha. Pero métodos recientes y mejorados de fechación ahora ubican la
terminación en el 2500 a.C. La noticia de que Stonehenge tiene mil años más de
lo que él pensaba puede asestar otro pequeño golpe a la teoría de alineamientos
de Hawkins.
La teoría de la "computadora" de Hawkins se relaciona con los
agujeros de Aubrey, un anillo de cincuenta y seis agujeros de escasa profundidad
alrededor del complejo de Stonehenge. Conociendo los ciclos de ciertos
acontecimientos solares y lunares, Hawkins elaboró un modo de indicarlos
colocando piedras en algunos de esos agujeros, a intervalos apropiados. Luego,
moviendo las piedras alrededor del círculo, un agujero por año, pudo predecir
que cuando cualquier piedra llegara a un punto determinado, el acontecimiento
(por ejemplo, un eclipse solar en el solsticio de invierno) se produciría.
Esto es "computar" tal como contar las cuentas de un rosario
o tildar un calendario es "computar", y el juego es fascinante, pero no hay
indicios de que los agujeros de Aubrey se usaron realmente para este propósito.
Se ha determinado un uso más probable a partir del examen de los agujeros:
muchos de ellos contenían cenizas de cremación.
Hawkins sería el primero en admitir que su teoría de la
computación es sólo tentativa. En el polo opuesto hay un artículo de John
Mitchell que explica enfáticamente la relación de Stonehenge con las ruinas de
la abadía de Glastonbury. A lo largo del camino, echa mano de la pulgada
Pirámide, la busca de agua con ramitas, las líneas de enlace, (presuntas líneas
rectas que relacionan varias ruinas maravillosas de Gran Bretaña),** la magia
china, el número de la Bestia (666), los ritos de fertilidad de los aborígenes
australianos, y más:
"La abadía de Glastonbury fue erigida en la línea de una
carretera de dragón que provenía de Stonehenge, y en el centro de la línea, ante
el altar de la abadía, estaba ubicada la tumba del rey Arturo, heredero del
trono del dragón de Gran Bretaña".(30)
Mitchell adjunta diagramas útiles, demostrando que se puede
dibujar una estrella de seis puntas sobre un mapa de Stonehenge y que "por lo
tanto la abadía queda contenida dentro de un rectángulo de 666 pies de largo",
excepto que en el diagrama se extiende mucho más allá del rectángulo. Cuando se
rebajan al nivel de Mitchell, las ruinas dejan de asombrar y empiezan a
defraudar. Ahora bien, esos dragones...
John Sladek
Autor de Los nuevos apócrifos
Acoruja.haan.com
* Yo he obtenido tres valores de este "calendario" mediante
cálculos similares: el número de días de nuestro año: el número de días de
nuestro mes lunar; y 1961, la fecha de publica cíón del libro de Bellamy y Alian,
El calendario de Tiahuanaco.
** Con un sistema similar, las visiones de OVNIs se relacionan con líneas
rectas.
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS
1 von Däniken, Chariots, p. 105.
2 I.E.S. Edwards, The Pyramids of Egypt (Harmondsworth: Penguin, 1947, 1961), p.
127, dice que Davidson encontró el sarcófago en 1765.
3 Ibid., p. 127; Edwards dice que Vyse y Pering en 1838 encontraron marcas de
cantera en la superficie interior de las piedras: manchas de ocre adjudicando a
varias cuadrillas de peones el corte o el traslado. Con frecuencia se invocaban
bendiciones en nombre de Keops (Khufu).
4 John Taylor, The Great Pyramid: Why Was U Builtí And Who Built Iti (Londres,
1859).
5 Charles Piazzi Smyth, Our inheritance in the Great Pyramid (Londres, Daldy &
Isbiter, 1877, ed. revis. 1890).
6 Richard A. Proctor, Myths and Marvels of Astronomy (London: Longmans Creen,
1896), p. 56.
7 Gardner, Fads and Fallacies, p. 179, da una entretenida demostración de
matemáticas de la Gran Pirámide aplicándolas al Gran Monumento de Washington
8 Ibid., p. 178.
9 David Davidson & Herbert Aldersmith, The Great Pyramid: Its Divine Message.
(Londres: Williams & Norgate, 1924. ed. revis. 1940
10 Von Däniken, Chariots, p. 97.
11 Ibid. p. 97.
12 Ibid. p. 98.
13 Kolosímo, p. 240.
14 Ibid. p. 240.
15 von Däniken, Chariots, p. 99.
16 William Kingland, The Great Pyramid in Fact and Theory (Londres: Theosophical
Publishing House, 1932-35, 2 vols).
17 Este relato deriva de Edwards, Pyramids; L. Sprague de Camp, The Ancient
Engineers (Londres: Souvenir Press, 1963); y Rene Poirer, Fifteen Wonders of the
World (Londres: Gollancz, 1966).
18 Kolosimo, p. 238.
19 von Däniken, Chariots, pp. 48-9.
20 Andrew Tomas, We Are Not the First (Londres: Souvenir Press, 1971).
21 von Däniken, Chariots, p. 43.
22 Knight, Fort, p. 104.
23 Theodosius Dobzhansky, Evolution, Geneticy and Man (Nueva York: John Wiley,
1955), p. 305.
24 H.S. Bellamy & P. Alian, The Calendar of Tiahuanaco (Londres: Faber. 1961).
25 von Däniken, Chariots, pp. 48-9.
26 Ibid., p. 112.
27 de Camp & de Camp, Citadels. p. 257.
28 Gerald S. Hawkins. Stonehege Decoded (Londres: Fontana, 1970).
29 Ibid., pp. 143, 169.
30 John Mitchell, "Glastonbury Abbey: A solar instrument of former science",
Glastonbury, a Study in Patterns (Londres: Research into Lost Knowledge
Organization, 19691, p. 32.