“El régimen pedía una austeridad a las bases que no mostraban sus dirigentes”. Hugo Gambini-Ariel Kocik
Si algo resulta innegable en Argentina, es la importancia de Cristina Fernández como animal político, capaz de cualquier artilugio para obtener sus fines que, por el momento, se reducen a conseguir la absolución judicial para sus muchos pecados y sostener su proyecto dinástico más allá de 2023. Dueña indiscutible de un amplio sector del voto de las clases cada vez más sumergidas, es consciente de que el triunfo o la derrota en las elecciones de noviembre –más allá de los cánticos que acompañarán los resultados- se definirá sólo por la consecución de los legisladores que le permitan acceder a los dos tercios del Senado y al quórum propio en Diputados.
Conoce el fuerte impacto que han tenido en la opinión pública la difusión de los videos y fotos de las reuniones sociales que celebró el Presidente Caracol, a contramano de las restricciones que impuso al país entero, y la desvirtuación política de la impresionante “marcha de las piedras”. Pese a que no se trata de lo peor que ha hecho, han trascendido enormemente a través de las redes sociales; un estudio de D’Alessio/Irol-Berenstein, da cuenta de que el 100% de los encuestados conoce los hechos, y muchos han decidido no votar al Frente de Todos. Es razonable que así sea porque, si bien nos ha golpeado a todos, lo hizo más con quienes conforman el núcleo duro de sus seguidores: los más desprotegidos, los trabajadores informales y los pequeños empresarios, los chicos más pobres que, por quedarse sin escuelas, pasaron hambre y se refugian en la droga, única garante de un ascenso social y económico que el poder les imposibilita.
Hoy se quiere inventar un contrafuego con el tan preanunciado embarazo de Fabiola Yáñez, reeditando la epopeya del vestidito negro que tapó el desastre del primer mandato de Cristina Fernández y le permitió alcanzar el 54% de los votos en 2011, aupada en la solidaridad social con su viudez pero esta vez, la degradación de Olivos no permitirá que funcione.
Por lo demás, ya resulta claro que la disputa por la fenomenal caja que representan los planes sociales ha llegado a la calle, de la mano de organizaciones de izquierda que esta misma semana lograron una imponente movilización que paralizó a la capital y a muchos puntos del interior. Como eso se enmarca en las peleas que mantienen La Cámpora con los intendentes del Conurbano y la dirigencia sindical con las distintas manifestaciones del piqueterismo, resulta muy difícil predecir cómo se comportarán todos los contendientes de aquí a las elecciones, algo preocupante a la luz de lo sucedido en Chile, Colombia y otros países.
Ve claramente el escenario en el cual se deberá gobernar los próximos dos años. Un inventario de los actores que saldrán a escena el lunes 15 de noviembre, incluye la gigantesca deuda en pesos, la descontrolada emisión y la consecuente inflación, la crisis energética, los compromisos con los organismos internacionales y los importadores, los cepos y el atraso cambiario, la inexistencia de inversión, la fuga de empresas y capitales, la enorme presión tributaria, la inseguridad y el narcotráfico, el abismo de miseria y pobreza, la falta de trabajo, la catástrofe educacional, etc..
En realidad, toda esa enumeración coincide con la bomba que Cristina Fernández consiguió pasar a su sucesor en 2015. Creo que escoger la fórmula presidencial de esa campaña (Daniel Scioli-Carlos Zannini) y el candidato a Gobernador para la Provincia de Buenos Aires (Anímal Fernández), derivó de su decisión de perderlas, para evitar ser ella misma quien debiera pagar la irracional fiesta. Esta vez le resultará imposible repetir esa hazaña, ya que se trata sólo de una elección de medio término y queda por delante un calvario de dos años, que deberá transitar sin dinero.
Dicho esto, parece razonable que nos pongamos a pensar en qué hará la PresidenteVice para impedir que, ante una clara pérdida de poder personal, los jueces y fiscales de Comodoro Py salgan de pasividad y se lancen “heroicamente” sobre los malheridos. Cristina se ha cansado de humillarlos, y los magistrados rumian su venganza; hasta ahora, el temor los ha llevado a tolerar sus diatribas y a permitir sus insultantes cadenas por televisión pero, si el 13 de septiembre la derrota se insinúa, reclamarán su lugar al sol en el escenario nacional.
¿Está capacitado el inane Alberto Fernández para continuar ejerciendo de primera marioneta? ¿Suena disparatado, a la luz de la imagen que proyecta, tanto por su marcado deterioro personal cuanto por la permanente humillación a la que es sometido, pensar en su renuncia? Si así fuera, ¿qué hará ella? Si se corriera de la sucesión, perdería sus fueros y, si no lo hiciera, deberá afrontar el costo del desastre que ha provocado. Por otra parte, si ella se apartara, ¿aceptaría Sergio Massa asumir la Presidencia en este escenario? Finalmente, ¿a quién podría elegir la Asamblea Legislativa?
Especulemos sobre todo ese futuro institucional pero, mientras tanto, preparémonos para superar todos los miedos e ir a votar y fiscalizar las elecciones, porque está en juego la Constitución y la República, y somos nosotros los únicos que podemos, y debemos, defenderlas.