Después de la astromancia, quizás la más popular de las mancias, es la quiromancia (de quiros: mano, mancia: adivinación) la que subyuga a muchos lectores.

Según los cultivadores de esta superstición, la mano constituye las líneas principales o "líneas madres". Allí se encuentran las líneas de la vida, de la fortuna, del corazón, de la cabeza, la hepática y ¡de la salud!

Las protuberancias de las bases de los dedos y los bordes externo e inferior de la palma de la mano también son analizados por los quirománticos quienes, con exageración, les denominan montes planetarios. Su número es siete. (¡Claro! No podía ser ser de otra manera, ya que el número de los astros conocidos antiguamente, antes de haber sido descubiertos Urano, Neptuno y Plutón, eran siete). Y esas características de las manos toman su nombre de los astros que influyen en la vida de cada individuo: Mercurio, Venus, Marte, la Luna, Apolo (o Febo), Júpiter y Saturno.

Aquí podemos apreciar hasta qué punto llega la capacidad fantasiosa y asociativa del ser humano, quien en su ignorancia crea un mundo irreal para desenvolverse en él con la ilusión de poder de este modo conocer algo más allá de las barreras de la ignorancia y consolarse con la "buena suerte" que lee el adivino en su mano.

En oportunidad de hallarme en Granada, España, ante mi negativa para adivinarme la suerte, las gitanas me han tomado la mano de prepo para "leer" las líneas, práctica muy extendida allí por la gran afluencia turística. A la persona sugestionable quizás esto le infunda optimismo, y al supersticioso confianza, con el slogan: "Aquí dice que usted tendrá larga vida", o "Usted ha pasado muchos momentos penosos en su vida, pero tendrá una vejez tranquila". (¿Quién no ha pasado momentos penosos en la vida?).

En cuanto a la cartomancia, "arte" también muy extendido, desde su posible origen entre los primitivos egipcios que inventaron un juego de naipes compuesto de 78 planchas de oro que tenían grabados distintos jeroglíficos y figuras simbólicas (libro de Thot), hasta el día de hoy es cultivado por gentes que buscan ganar dinero a expensas de la credulidad de los incautos.

Otra prueba del afiebrado trabajo neuronal que crea la fantasía motorizada por el empeño del hombre en construir un mundo ficticio para vivir mejor (o peor) en su seno, es la nigromancia. Esta superstición se ha practicado desde la más remota antigüedad en pueblos como el egipcio. Está fundada en la creencia en los espíritus errantes. Lejos de permanecer en el cielo, en el purgatorio o en el infierno como lo aceptan los cristianos, las almas pueden regresar a la tierra y vagar por ahí para comunicarse de algún modo con los vivos (según así creen los espiritistas) y prestar ayuda si son evocados adivinando el futuro.

La sangre es un elemento muy importante para los ritos nigrománticos. Esto es así porque la sangre es lo más importante que les falta a los muertos.

Se han dado casos, no muy lejanos en el tiempo, en que han sido hallados muertos niños o jóvenes desaparecidos, sin una gota de sangre. Algunos enfermos de tuberculosis creían que para sanarse debían beber sangre considerada como el indiscutible principio vital.

Es común llevar a cabo las ceremonias nigrománticas en lugares desiertos. Los cruces de caminos son los sitios predilectos, como puntos propicios no solo para esta práctica, sino para muchas clases de rituales supersticiosos. La patibularia cruz es tenida por clave para el éxito a pesar de constituir un símbolo nefasto de suplicio de muerte aplicado en Grecia, Persia, India, Egipto, Roma, etc. La causa hay que buscarla en su valor simbólico antes de haber sido utilizada para el suplicio.

En Bali, por ejemplo, y en otras regiones de Asia, antes de ser construido un nuevo pueblo, se buscaba alguna encrucijada natural donde se unen dos caminos de acuerdo con un imago mundi que nace de la idea del cruce de dos zonas cósmicas que hacen que todas las cosas ocupen un centro: un país, un templo, etc. De modo que el "centro" del universo se halla en todos y cada uno de los puntos en que se cruzan dos zonas cósmicas. Todo esto según una antigua tradición.

Esta puede ser la causa por la cual los nigromantes, por tradición, eligen los cruces de caminos para realizar sus ceremonias que, superada la época de los sacrificios humanos, consiste en matar animales, con preferencia negros y a medianoche. Esto también posee su significado: las tinieblas cuadran mejor a las cosas ocultas y a la muerte.

Para los nigromantes hay tres modos de contactar con los muertos, a saber: aparición del cuerpo del muerto, visión de su alma por parte del adivino y aparición de la imagen del difunto.

Una vez obtenida alguna de estas formas, los nigromantes interrogan a esos "seres" surgidos de las tinieblas para que les den soluciones a sus problemas o les aconsejen conductas a seguir.

Por su parte, las mancias son infinitas. Es muy larga la lista, por tanto sólo ofreceré la descripción de algunas, aparte de las ya comentadas:

Onicomancia, adivinación mediante el examen de las uñas; ornitomancia, por el vuelo y el canto de las aves; aeromancia, por la observación de las nubes, las corrientes de aire y las variaciones atmosféricas; cristalomancia, adivinación del porvenir mediante esferas de cristal, objetos transparentes y espejos; cafeomancia, por los sedimentos del café depositados en un plato; giromancia; por introducción del interesado en un círculo con letras del alfabeto escritas, quien debe dar vueltas hasta caer desplomado sobre algunas de ellas que quedan tapadas por su cuerpo, las que se les dan algún significado; catoptromancia, por medio de espejos donde el poder del diablo hace aparecer objetos o personas que se desean ver; litomancia, por el sonido producido por el choque de cierta clase de piedras; bibliomancia, mediante la apertura de la Biblia al azar; batracomancia, por lo movimientos de las ranas; aritmomancia, por la interpretación de las propiedades místicas de los números, adivinación inventada por los sacerdotes caldeos, que pasó luego a los griegos; piromancia, por el fuego; rabdomancia. mediante una varita adivinatoria; oniromancia, interpretación de los sueños; ebanomancia, por la observación de las figuras formadas por el humo; garosmancia, por las figuras que forman las llamas; onomancia, por el nombre de las personas; alectromancia, por intermedio de un gallo colocado en un círculo formado de granos de maíz puestos sobre las letras del alfabeto; amniomancia, consiste en conocer el destino de un recién nacido por medio de la membrana que recubre su cabeza y... etc. etc.

Entre las adivinaciones podemos citar también a la grafología que, a pesar de revestirse a veces de seriedad y eficacia, habiendo sido utilizada (e incluso hoy en día) por algunas empresas en la selección de personal (¡pobres víctimas de la superstición muchas personas idóneas por causa de esta pseudociencias! ¡Las compadezco!), carece de todo valor para conocer las cualidades de las personas; la frenología, que toma en cuenta la conformación de la cabeza; la aurispicina, adivinación por medio de las vísceras de los animales sacrificados a los (imaginarios) dioses; metomoscopia, por medio de las arrugas de la frente; teratoscopia, por el estudio de los prodigios y las monstruosidades... y ¡otras locuras e idioteces!

Como pueden apreciar, amigos lectores, nada se salva, todo sirve para "salir de las tinieblas" de un mundo, para muchos, enigmático, renuente a mostrar clara y derechamente nuestro futuro, el hado que obra sobre nosotros. Un presente que se niega a revelarnos el encadenamiento "fatal" de los sucesos que nos esperan. ¿Qué mejor entonces que recurrir a un método indirecto, a los propios fenómenos del mundo que, a la postre,una vez "correctamente" interpretados, nos ofrecen precisamente la revelación del gran enigma de nuestro destino?

Este tipo de arte vano y supersticioso, al menos hoy, puede considerarse en líneas generales como inofensivo en contraste con otras supersticiones que pueden llegar a ser peligrosas.