Cumplió ochenta y siete, y se la ve
inmejorable, más joven que nunca. Sucede que a esta fiel compañera no se le
notan los achaques y las arrugas, a pesar de haber visto la luz un día de 1920.
Qué lejos parece 27 de agosto de 1920 cuando tuvo lugar la primera transmisión
experimental, que consistió en la ópera Parsifal, de Richard Wagner, desde el
teatro Coliseo. La misma fue escuchada por unas veinte familias de la zona, que
poseían aparatos receptores de piedra galena. En conmemoración de este evento,
en algunos países se celebra el Día Mundial de la Radio.
La razón es que la Argentina fue el primer
país que transmitió el primer programa orgánico de radio en el mundo, desde una
estación emisora. Esta se llamó más tarde LR2 Radio Argentina y obtuvo su
licencia definitiva en 1923.
También existieron auténticos pioneros,
esos encargados que esta maravilla empezara a adueñarse del éter. Unos
radioaficionados se agruparon en un nucleamiento que se autodenominó “Los locos
de la azotea” (ellos eran Susini, Guerrico, Mugica y Carranza) y dieron vida las
primeras transmisiones informativas diarias de todo el mundo.
El ejemplo de Radio Argentina no tardó en
cundir. Radio Cultura comenzó a transmitir desde el Plaza Hotel, siendo la
primera en pasar avisos comerciales. Luego la siguieron Radio Sudamérica, Splendid, Excelsior, Nacional
y Belgrano. En 1925 había en la ciudad de Bs As 12
emisoras, mientras que en el resto del país existían 10.
En 1923 el matutino La Nación contrata
información que es emitida por Radio Argentina, haciendo luego lo propio con
Nacional y Cultura. En 1925 este diario engendra su propia emisora,
LOZ La
Nación. Pero no fue el único diario, pues los demás aprovecharon el filón
inmediatamente. Así surgieron LOZ Crítica y LOT La Razón.
1928 marcó un hito importante en la
naciente radiofonía nacional, pues se transmitió por primera vez en directo las
olimpíadas de Amsterdam.
Al año siguiente ya existían 18
radioemisoras en el territorio nacional, que trataban de buscar un difícil
equilibrio entre el periodismo “hablado” y el gráfico. Pues no tardó en
generarse un conflicto entre estas dos disciplinas que más tarde serían
inseparables. En 1929 la emisora LOQ Radio Prieto comenzó a leer y comentar los
diarios, durante el noticiero de las 8 A.M. En lugar de alegrarse con la
novedad, el Círculo de la Prensa estalló en roja indignación porque en ese
momento estaba prohibido que las radios informaran primero que los periódicos.
Años más tarde, la polémica fue superada y ambas visiones periodísticas se
hicieron inseparables.
En 1935 surge LR1 Radio El Mundo de la
mano de la empresa editorial inglesa Haynes, cuya figura descollante fue la voz
de Carlos Taquini.
El mundo de la memoria
En esta primera época las transmisiones
se realizaban exclusivamente con vivo, con los propios artistas actuando en los
estudios de las radios ante un público entusiasta. Comenzaron a emitirse
espectáculos deportivos y también folletines informativos permanentes, mientras
que la publicidad empezó a cobrar cada vez más importancia.
Al igual que el resto del mundo, los años
de oro de la radiofonía fueron los de la década de 1940. Voces famosas son
registradas y reconocidas por el oído colectivo de la gran mayoría de los
argentinos: Olga Casares, Floren Delbene, Juan Carlos Chiappe y muchos otros. En
estos años se destaca el radioteatro, con gran aceptación popular, cuya temática
varían entre las series melodramáticas y el teatro unitario. La escucha del
radioteatro constituía un auténtico rito familiar, pues todos los integrantes de
la misma se reunían en el living alrededor del combinado de la RCA Victor (ésa,
la del perrito) para pasar un rato agradable en compañía de las estrellas.
En 1948 los físicos estadounidenses
William Shockley, John Bardeen y Walter Brattain de la Bell Telephone
demostraron que era posible el paso de corriente eléctrica, a través de un
pequeño aparato llamado “transistor”. De este modo, lograron reemplazar a las
válvulas electrónicas para amplificar corrientes con un efecto más duradero que
éstas. Además resultaban más baratas, su consumo era mínimo y, como se
demostraría en décadas posteriores, pedía fabricarse en un tamaño minúsculo.
Diez años después la radio a transistores, la famosa Spika, estaría en todas
partes incluida la Argentina. Acá este acontecimiento produce una auténtica
revolución, pues la radio se vuelve una compañera fiel, que acompaña al oyente
en todo momento y lugar. Hasta en la cancha de fútbol, donde en más de una
ocasión fue utilizada como objeto contundente para derribar a varios referís.
Durante los años cincuenta las
transmisiones musicales dejan de ser ejecutadas en los estudios, y se pasa a la
más económica modalidad de la musicalización mediante discos. Esto generó un
marcado distanciamiento del público, de esta forma la comunicación del mismo se
vuelve impersonal pues sólo lo hace por medio del teléfono.
En la década del sesenta la radio junto
con la TV difunden los fenómenos musicales del momento, pues es el auge de la
música popular de la mano del Club del Clan, Los Chalchaleros y Jorge Cafrune.
Comenzados los setenta se comienza a
incorporar música en los noticieros, pero una vez más la intromisión del Estado,
bajo la forma de dictadura militar, contamina el éter con la censura. Con el
restablecimiento de la democracia en 1983, se asiste a un nuevo auge de la
radiofonía, al mismo tiempo que las FM musicales captan el segmento de los
jóvenes.
Ya en los 90 la radio es la compañera
inseparable de todas las mañanas con sus informativos, además de seguir
encantando por su enigma sutil, su capacidad de recordación inmediata y por ser
la aliada ideal del mundo de la memoria.
Fernando Paolella