La sensación que tengo cuando entro al
cuarto oscuro a votar es que estoy eligiendo por quién y de qué manera quiero
ser estafado, engañado, desilusionado, burlado, embaucado, desesperanzado,
defraudado y, por qué no, ejecutado, no directamente pero sí por la falta de
seguridad cotidiana -que no es lo mismo que inseguridad-.
No estoy negando la democracia, por el contrario, considero
que hasta la fecha es la mejor estructura que me representaría si realmente
tuviera opciones de elegir. Pero esto no es así, nos dan dos o lo sumo tres
candidatos posibles, que en definitiva nos traicionan siempre. A su vez,
aquellos que nunca detentaron el poder y están en minoría, bien pueden darse el
lujo de ser creíbles, ya que saben positivamente que no llegarán a algún lugar
relevante. Lo mismo sucede con la oposición, que se manera en un cómodo estado
de situación y en definitiva es útil al sistema dando vanas esperanzas.
Se acercan las elecciones y vienen a mi memoria
retrospectivamente de aquí para atrás: bolsa en el baño, Skanska, Southern
Winds, fondos depositados en el exterior con destino desconocido, ampliación
por 40 -si, cuarenta años- de la concesión de explotación de metales preciosos,
que no sólo son de regalo, sino que transforman las regiones explotadas en
verdaderos reservorios deletéreos. Sigo yendo más atrás y recuerdo la huida en
helicóptero, la renuncia del que nos iba a transformar nuestra vida, el caso de
las coimas en el senado.
Mas atrás, medalla otorgada en España a un presidente por
prolongar concesiones a Repsol en pozo petrolero, corralito y saqueo de
los ahorros de la población.
Y sigo retrocediendo en mi memoria y surgen Aerolíneas
Argentinas (con per saltum incluido), Gas del Estado y el
"diputrucho", la devaluación del valor de ENTEL en mas del 70% de su activo, el
desmantelamiento del "proyecto Cóndor", la explosión de Río Tercero para ocultar
la venta de armas a Ecuador y Croacia, la muerte de Carlitos Menem, atentados a
la AMIA y Embajada de Israel, Alfredo Yabrán, Cabezas y la droga, Lourdes Di Natale, las
cuentas de Menem en el exterior, el “suicida” Horacio Cattáneo que se cuelga con
un papel de diario en la boca y más ¿Para qué seguir?
Nuestro país, que era un ejemplo de progreso tecnológico y
educacional -véase la película Argentina Latente, de Pino
Solanas- fue "bastardeado". Baste pasar por establecimientos educativos como el
Otto Krause, el Nacional Buenos Aires o el Carlos Pellegrini y constatar su
decadencia. O comparar la educación de sus egresados actuales con la de quienes
se recibieron 30 años atrás.
Y tampoco puedo olvidarme de los que vinieron a liberarnos
y "desaparecieron" a 30.000 personas, algunos de ellos dirigentes que se oponían a
su política de entrega y que propiciaron la ocupación permanente de nuestras
Malvinas a través de una inconsistente guerra.
¿Cómo olvidar asimismo a Martínez de Hoz, quien creó una deuda externa
inexistente de 45.000 millones de dólares -según investigación de Alejandro
Olmos-, garantizó la pérdida del salario y la creación de una desocupación
estructural a efectos de favorecer la expropiación y continuidad rentable de
monopolios foráneos?
Ahora bien ¿Qué nos queda después de saber lo que nos ha
pasado? ¿Entre quiénes podemos elegir, si sólo conocemos candidatos que gustan hacernos
escuchar lo que queremos oír, para después justificarse en un “si hubiera dicho lo que iba a
hacer, no me votaban”? ¿Tal vez entre aquellos que sólo se quedan en la denuncia?
¿O los que solamente nos prometen y que han demostrado en su
paso por el poder que no han hecho nada?
¿Quizás
aquellos que apenas tuvieron oportunidad de estar 12 días al frente del
Ministerio de Economía bajaron los salarios, haciéndonos creer que los sueldos
son el motivo de nuestra quiebra? Hoy en día se sabe perfectamente -y si no
remontémonos a Ford y su política de creación de mercado- que lo que cobran los
obreros y empleados, se reinserta en consumo y el consumo en aumento de ventas y
aumento del Producto Bruto.
Y entonces, planteado el problema ¿cuál es la solución? ¿A
quién nos debemos dirigir? ¿No será hora de "quebrar" ese nunca más
merecido dicho: “los pueblos tienen los gobiernos que se merecen”?
En lo personal, creo que debemos ir eligiendo a nuestros
propios dirigentes, a través de aquellos que nos demuestran
día a día que son capaces y honestos. Por ejemplo, podríamos priorizar entre
aquellos que demuestran pelear por una mayor justicia social, económica y
penal, un mayor presupuesto educativo -con capacitación de sus educadores, y
educación obligatoria, mediante becas de estudio para los más desposeídos-, mayor
presupuesto para la salud -con la auditoria de los propios usuarios y sus
médicos-, que los cargos públicos estén ocupados por personas honestas, realmente
nuestros representantes y juzgarlos en caso de traición a La Patria,
planificación urbana y suburbana y todo aquello que haría un “Buen Gobierno”.
¿Cómo se llega? Bueno, de muchas maneras. Tomemos como
ejemplo aquella historia según la cual
alguien se dirigió a un gran virtuoso artista y le señaló lo
admirable de su obra. El artista, dando una lección de humildad y verdad, dijo:
"yo
solamente quito lo que sobra".
Nosotros deberíamos hacer esto, separar lo que sobra y
molesta e impide que la obra se concrete. Es decir, reuniendo, congregando,
aglutinando a los que realmente sirven.
Walter Gazza