Las fallidas negociaciones y el posterior decreto resuelto con el fin de congelar precios de 1432 productos, despertaron y expusieron las miserias de una parte del ámbito estatal.
Es que tipos como el secretario general de Camioneros, Hugo Moyano, o el ministro de Producción, Ciencia e Innovación de Buenos Aires, Augusto Costa, atinaron simplemente a atacar al empresariado.
“Todos los sectores de la sociedad tienen que aportar para que la sociedad no pase tanta hambre”, atinó a mencionar el presidente del Club Atlético Independiente, un tipo millonario, empresario, eterno contratista del Estado, delincuente, mafioso y narco.
Un tipo que goza de vivir en Parque Leloir en un terreno de 7001 m2. ¿Qué ha hecho el líder camionero para atacar el hambre? Nada. Todo lo contrario, fue el responsable del cierre de empresas y pérdidas de empleo. Incluso por sus negociados terminó con la vida de un afiliado a la Obra Social de Choferes de Camiones.
Por otro lado está Costa, que asegura que “la amenaza de desabastecimiento habla de una falta de responsabilidad de los empresarios”. Esto es simplemente la muestra cabal de la falta de idoneidad de los funcionarios públicos.
Qué hace el ministro de Ciencia opinando de un tema económico, podría ser una incógnita, pero es dable destacar que el funcionario fue secretario de Comercio del Ministerio de Economía y Finanzas Publicas y es, además, economista.
Lo que no puede es desconocer los complementos que hacen al precio de un producto, por ejemplo: costo de producción, de traslado, margen de ganancia, carga impositiva, etcétera.
Por otro lado, no hay una amenaza de desabastecimiento, como dice el funcionario, lo que hay es temor. Se trata del miedo que tiene un empresario que produce de achicar la ganancia, y con ello tener que reducir personal, limitar la producción, y varios problemas que ello trae aparejado.
“Las empresas obviamente siempre buscan la forma de evitar el congelamiento, reducen la cantidad de mercadería que largan al mercado y empieza a haber desabastecimiento”, explicó este miércoles el consultor financiero Gustavo Ibañez Padilla a Tribuna de Periodistas.
Hasta un incondicional como Diego Brancatelli, dueño de un supermercado en Caseros, rezongó por lo cara que resulta ser la contratación de empleados, reduciendo con ello la posibilidad de continuar brindando trabajo.
Pero es lógico que los empresarios se quejen por el congelamiento de precios. Argentina es, sin lugar a dudas, el país con mayor carga impostiva de la región, y el segundo con mayor inflación.
No solo el sector privado argentino es el que más aporta al Estado en materia impositiva sino, además, el segundo que más sufre las consecuencias de una inflación descontrolada.
¿Y si se prueba con reducir el gasto público, bajando con ello la carga impositiva? ¿Y si se prueba con dejar de emitir papeles? ¿Y si se prueba con dejar de tomar deuda para financiar a la política? ¿Y si se prueba con plantear y llevar adelante un plan de inversiones?
Hay muchas cosas que pueden hacerse para que el precio de ciertos productos, sobre todo los alimenticios, se mantengan estables o incluso bajen, y eso es potestad del Estado.
Pero no, la culpa siempre la tienen los empresarios, los que dan trabajo ¿O se olvida el Gobierno que el 70% del empleo es generado gracias a Pequeñas y Medianas empresas?
Parece que sí, porque Máximo Kirchner, quien nunca trabajo en el sector privado y por ende no lo conoce, pide que sea ese grupo el que pague las consecuencias de un Estado Voraz, con el pretexto de la supuesta solidaridad y la justicia social.
Mientras tanto, el hijo de la vicepresidenta Cristina Fernández, declara un patrimonio de 400 millones de pesos. Se insiste, nunca trabajo en el sector privado.
No hay remate, los delirantes hablan de una sociedad que debe ayudarse, evadiendo la responsabilidad que les toca como gestores de la cosa pública. La corrupción avanza, el Estado crece, la emisión continúa, el peso se devalúa, La deuda se agiganta, la inflación no cesa; pero lo más importante, la culpa es del empresariado…
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