La historia se repite, una y otra vez, la delincuencia sigue llevándose vidas todos los días y los encargados de la Seguridad se encuentran pensando en las elecciones, en su propio futuro político y poco se hace respecto de la inseguridad.
Por caso, este domingo estalló la bronca tras el asesinato del kiosquero Roberto Sabo en Ramos Mejia. Su padre, un hombre ya jubilado, fue el primero en involucrar a la política en el asesinato de su hijo.
“Quiero agradecer a Alberto y a Cristina, que largan a los chorros, a todos los asesinos, a los matones, a matar gente buena a la calle. Gracias Alberto y gracias Cristina”, manifestó en un estado visiblemente alterado por la situación.
Tras ello, vecinos amigos y familiares del kiosquero se concentraron en la puerta del comercio donde aconteció el asesinato y luego se trasladaron a la seccional 2º donde se hallaban detenidos los presuntos autores del crimen: una adolescente de 15 años y su novio de 29.
Allí no sólo reclamaron justicia, sino que además reprocharon al intendente de La Matanza, Fernando Espinoza, por la inseguridad que se vive en aquella localidad.
Según el Ministerio de Seguridad bonaerense, en la provincia se comete un promedio de un delito cada tres minutos. La Matanza es una de las zonas más inseguras, ya que allí la delincuencia se asoma 7 veces por hora.
Es que son los delincuentes quienes realmente mandan en el mencionado municipio. La muestra de ello pudo verse el pasado viernes 5 de noviembre, cuando al menos seis delincuentes armados y encapuchados a bordo de tres vehículos interceptaron una ambulancia del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) y liberaron a los tiros a un preso.
El hombre era trasladado desde un centro de detención a un hospital carcelario para una operación programada, en González Catán, partido de La Matanza.
Lo curioso es que mientras esto pasa, el ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, Sergio Berni, escala a su ego y discute con todo el que puede dentro del frente del que forma parte. Incluso supo pelearse con el hijo de la vicepresidenta Cristina Fernández, Máximo Kirchner.
Las preocupaciones del titular de la cartera de Seguridad provincial se basan en la política y lejos está de buscar combatir la inseguridad. Porque mientras los bonaerenses se encuentran “a la buena de dios”, Berni filma spots y busca consolidarse en 2023: “Quiero ser presidente”, dijo hace apenas un mes.
Esto sucede mientras la Policía bonaerense se alza en el marco de la tensión que se vive dentro de la fuerza por los salarios. Si bien los reclamos lograron que en lo que va del año se consiga un incremento salarial del 46,5%, todo indica que el apaciguamiento se quedará en algo más bien temporal.
Primero porque la proyección de inflación supera el 50% para fin de año y, segundo, porque no hay una regla clara establecida para los aumentos salariales, es decir, todo se va negociando.
¿Cómo harán Berni y el gobernador Axel Kicillof para detener este flagelo? ¿Acaso les interesa hacerlo? Por lo visto la respuesta es no. La preocupación de ambos pasa por posicionarse de cara a las presidenciales del 2023. ¿La inseguridad en la provincia? Bien, gracias.
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