En el marco de la campaña electoral de cara a las elecciones legislativas que se celebrarán el próximo domingo 14 de noviembre, el oficialismo ha intentado de todo, sobre todo después del derrotero sufrido en las urnas el pasado 12 de septiembre.
En ese “todo” está el “Plan Platita” y el discurso envejecido de no pagarle al Fondo Monetario Internacional. Pero entre esos eslóganes hay dos que se destacan y que llaman demasiado la atención.
El primero de ellos es que el replica “no volver para atrás”, en alusión al Gobierno del ex presidente Mauricio Macri, pero también puede ser interpretado como “no volver a un Gobierno k”.
Es válido mencionarlo: el equipo de campaña que asesora al oficialismo la está pifiando. No es casual que los votantes más jóvenes se alineen a las extremidades: la izquierda y la derecha.
Pero el lema más llamativo es el de “es con todos”. Resulta ser interesante en el sentido de que si ha demostrado algo el oficialismo, es la brecha que existe entre quienes se creen superiores –o hasta impunes- por pertenecer al Gobierno de turno y aquellos ciudadanos “mortales”.
Por ejemplo, resulta ilógico manifestarse de tal forma cuando la jubilación mínima esta por debajo de la canasta alimenticia y la vicepresidenta, acaso la dueña del proyecto, cobra dos pensiones por más de 2.5 millones de pesos.
Lo mismo sucede si se hace referencia al Olivosgate o al Vacunatorio vip. Los privilegios de una parte de la clase política dejan en evidencia de que los próximos años no serán “con todos”. Mucho menos para todos.
La única arista lógica que puede hallarse en esa frase vacía, es que haga alusión a la decadencia de la Argentina, que el proyecto sea “con todos pobres”, por ejemplo, y así dejar a la población a la buena de un Gobierno que considera que el Estado le pertenece.
Regalando migajas a los humildes creen, en el Gobierno, que podrán eternizarse en el poder.
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