Los parapsicólogos tampoco tienen empacho en aceptar la
xenoglosia y la
pantomnesia. (Esta última explicaría
a la primera).
Parten de la hipótesis de que "el inconsciente nada olvida". O en otros
términos, que en la memoria inconsciente se archivan para siempre todos los
"actos psíquicos". De modo que una persona puede de pronto soñar con cosas
"jamás vistas" (esto es no recordadas por el consciente pero experimentadas
una vez y grabadas en el inconsciente). Otras veces, ciertos acontecimientos
pueden llevar al sujeto a creer ser la reencarnación de algún personaje del
pasado como un caso de prosopopeya
(posesión por parte de los espíritus de los muertos).
Así se explicaría también el fenómeno de hallarse de pronto en cierto
lugar nunca visitado con la sensación de haber ya estado allí (esto los
parapsicólogos lo denominan delirio
palingnóstico) y la facultad de hablar lenguas desconocidas (xenoglosia).
No voy a negar la posibilidad de recordar espontáneamente hechos del
pasado olvidados y algunas palabras en idioma extranjero grabadas en el
inconsciente, aunque me resisto a aceptar ese supuesto poder neuronal, casi
sobrenatural, de poseer memoria en el ámbito del inconsciente, absolutamente
de todo.
La memoria del inconsciente es sin duda sólo parcial. Sabemos que
nuestro cerebro posee en término medio 100.000 millones de neuronas, y que
la pérdida de las mismas es constante. Mas en la medida en que envejecemos
vamos perdiendo la capacidad de memorizar. A los ancianos les cuesta cada
vez más acordarse de las cosas, y los nuevos datos que en la juventud se
graban con intensidad, en la senectud se retienen con dificultad y con
frecuencia se pierden. ¿Saturación de las neuronas acompañada de un proceso
de desvanecimiento parcial o total de lo almacenado en esas unidades
cerebrales? Se sospecha que algunas neuronas deben dar paso a nuevos datos.
Para ello sería necesario que se borren los almacenados en oportunidades
anteriores para poder regrabar nuevos datos como acontece con una cinta de
casete o "disquette". Esto quizás dependa de la intensidad de la grabación.
Un hecho impactante, que impresiona vivamente puede dejar una huella
imborrable aun en los ancianos, en cambio las impresiones leves pronto se
olvidan y son reemplazadas por otras.
Pero aceptar una grabación de igual intensidad producida por cada una
de las impresiones que recibe el individuo durante toda su vida suena a pura
fantasía y el hecho de recordar, por ejemplo, todo un diccionario de lenguas
para hablar determinado idioma extranjero con habilidad aun sin haberlo
practicado nunca, suena a pura fábula.
Luego suenan a falsedad tanto la
pantomnesia como la xenoglosia
a la par de muchas otras cosas descabelladas en que creen los
parapsicólogos.
En cuanto a las pruebas de acertijos realizadas generalmente con naipes
cuyos resultados tanto sorprenden a los "investigadores" en parapsicología,
no son más que pruebas parciales de las leyes del azar.
Si se tiran los dados, por ejemplo, repetidas veces, es posible que el
azar se incline hacia ciertos resultados repetidos. En otra serie de tiradas
sucesivas puede que se den otros resultados distintos reiteradamente.
En ambos casos pareciera ser que hay ciertos resultados favorecidos.
Supongamos que ambas experiencias sean realizadas en distintos tiempos
o lugares por personas diferentes. En el cotejo los protagonistas de la
primera prueba podrán convencerse de que existieron ciertos resultados
privilegiados, y si a esto añadimos el acierto en el pronóstico de alguno de
los asistentes acerca de la frecuencia de cierto resultado, es fácil pensar
que este personaje posee dotes
adivinatorias o influencias
misteriosas en el resultado.
Lo mismo puede ocurrir en el segundo grupo con resultados repetidos
diferentes.
Sin embargo, si cada experiencia se repite una cantidad muy grande de
veces, los resultados tienden a equilibrarse, pues cada número de las caras
de los dados tiene las mismas probabilidades de salir.
Podemos representar esto mediante una línea con su medio señalado. A la
izquierda de la señal se acumularán por azar ciertos aciertos (con naipes,
por ejemplo) repetidos en unos casos, si el número de pruebas es escaso, o
viceversa, "la inclinación del azar" hará que los aciertos repetidos se
acumulen a la derecha. Si aquí se corta la prueba, cualquiera de sus
asistentes podrá pensar que quien acertó es
un dotado, ilusión que por supuesto se desvanece si las "adivinanzas
psigámicas" se repiten lo suficiente para equilibrar los vaivenes del azar
en un promedio que no se hallará ni a la izquierda ni a la derecha, sino en
el justo medio. ¡Ambos "dotados" habrán perdido!
Para ilustrar la noción de probabilidad colectiva estadística podemos
recurrir a la noción de frecuencia-límite
elaborada por el famoso y eminente matemático e ingeniero alemán
Richard von Mises (1883-1953), autor de las obras
Cálculo de probabilidades y Mach y la
concepción empírica de la ciencia.
Si en n observaciones el
hecho examinado tiene lugar m veces,
el cociente m/n, es la frecuencia
relativa a la clase de hechos en cuestión y por relativa se entiende el
número n de observaciones. Pero si
se quiere hablar simplemente de frecuencia, sin limitar la extensión de las
observaciones, se puede suponer que la función
m/n, cuando en
numerador y el denominador resultan cada vez más grandes, tiende a un
valor límite el que se puede considerar como medida de la probabilidad.
Así por ejemplo, si arrojando una moneda 1000 veces se tiene una
frecuencia de 550 para su cara; arrojándola 2000 veces, se tiene, siempre
para su cara, una frecuencia por mil de 490; arrojándola 3000 veces una
frecuencia de 505; arrojándola 4000 veces una frecuencia de 497; arrojándola
10.000 veces una frecuencia de 503 y así sucesivamente: puesto que el valor
límite de estas series es 0,5, se considerará este valor límite como valor
de la probabilidad del suceso en cuestión.
Los
parapsicólolgos dicen al respecto que se han realizado y repetido las
suficientes pruebas para descartar el azar, pero no lo han hecho. No ha sido
suficiente el número de pruebas desde cuando no han arribado al límite de
las series según la noción frecuencia-límite. Por más que esgriman cifras
astronómicas de probabilidades para descartar toda incidencia azarosa, no
pueden convencer porque se encuentran en un engaño. Por más que recurran al
llamado "efecto desbocamiento" (cuando en vez de averiguar la carta
"testigo" se averigua la siguiente u otras cartas colocadas más allá de la
"testigo") para justificar sus fracasos, no satisface su explicación porque
es
absolutamente imposible que un sujeto situado a medio kilómetro de distancia
del experimentador, pueda "leer" las cartas que éste último coloca sobre
una mesa. ¿Unas sí, otras no? Si posee el don de la
percepción a distancia, ¿por
qué entonces no adivina todo el conjunto de cartas en bloque en lugar de
jugar a los acertijos reconociendo sólo algunas, a veces más, otras menos?
Por otro lado se dice que un metagnomo puede leer toda una lección en
la mente de su profesor o en un texto escondido por ahí a distancia, para
presentarlo al día siguiente en clase. (Véase en otro artículo:
Telepatía y Clarividencia I,
publicado en el presente periódico
Tribuna de Periodistas,
el episodio de San Juan Bosco) ¿Porqué entonces estos otros metagnomos
adivinadores no pueden percibir todas las cartas puestas sobre una mesa sin
omitir ninguna?
Los defensores de la facultad psi-gamma
se consuelan frente a sus adversarios apelando a las experiencias de
adivinación de cartas con y sin agente
telepático.
De este modo dicen haber demostrado que sin la mediación de un
agente telepático se obtenía en las experiencias una media aproximada a la
prevista por el azar; en cambio si intervenía un agente telepático los
resultados superaban con creces el cálculo de probabilidades. Pero aquí
estamos en lo mismo, la inclinación del azar se pude dar hacia un lado u
otro de la media y si se repiten varias series de experiencias puede que
ganen los "agentes telepáticos" en una seguidilla de aciertos que les hacen
cobrar fama. Si todo se corta aquí, queda la impresión de que hubo
influencia del "metagnomo" sobre el resultado. Pero si la serie de
experiencias se continúa lo suficiente, puede que comiencen a ganar las
pruebas sin metagnomo y de modo alternativo se arribará a un término medio.
Los defensores de la facultad psigámica lógicamente difundirán con
bombos y platillos las experiencias favorables a las supuestas influencias
mentales de los agentes telepáticos, descartando o silenciando los fracasos.
El sentirse privilegiado por el azar en una seguidilla de aciertos
puede marear a cualquiera en una mesa de juegos. Si el afortunado se retira
a tiempo podrá disfrutar de su fortuna y fama. Mas si continúa apostando, a
la larga puede perder todo lo ganado y aún más si es pertinaz en el juego.
Esto es aplicable a los fenómenos PG.
Por otra parte, si las ilusiones de los parapsicólogos no fueran tales,
si estuviesen en la verdad, entonces todos los dotados poseedores de la
facultad psi-gamma, serían
millonarios. ¿Cómo? Sería suficiente para ello concurrir a Las Vegas, EE.UU.,
jugar a todos los juegos de azar durante meses para lograr más aciertos que
errores y llenarse los bolsillos para disfrutar a lo loco de la vida. De ahí
en más, el dotado no necesitaría trabajar para ganarse el sustento. Su
"trabajo" consistiría en el juego, con resultados siempre favorables, en
cualquier ruleta del mundo, para vivir como los reyes, a expensas de sus
facultades parapsicológicas. Ni esto sería necesario, pues si a algunos con
sólo comprar billetes de lotería sabiendo psigámicamente el número que va a
resultar premiado, podrían vivir en palacetes y realizar viajes de placer por
todo el mundo. Tendrían así a su alcance una mina de oro inagotable.
Estos acontecimientos, de existir, ya se hubiesen difundido por todos
los medios periodísticos y noticieros del orbe y en consecuencia la
parapsicología, en su aspecto psigámico, sería irrefutable.
Ladislao Vadas