"El 19 de septiembre, como todos los años, los asistentes a la
Misa esperaron ansiosos la licuación de la sangre de San Genaro, que ocurre
todos los años, desde hace ya varios siglos, durante la solemnidad del santo
italiano.
En esta ocasión, la sangre petrificada se volvió líquida nuevamente
ante una gran cantidad de personas que lo atestiguaron en el acto
mencionado, por el Arzobispo de la ciudad.
Según la tradición, el milagro consiste en un poco de sangre del mártir
que se conserva en una pequeña redoma de cristal, se pone a la vista de la
cabeza del obispo y empieza a bullir y a burbujear...
Sobre la autenticidad de la sangre de San Genaro, un grupo de
científicos de la Universidad de Turín aseguró hace años que la sustancia
contenida en las dos ampollas que guarda el relicario es sangre auténtica.
Los científicos reconocieron entonces que no podían explicar por qué el
polvo se vuelve sangre un día determinado y luego de nuevo polvo, hasta la
precisa fecha siguiente. Este es el milagro, lo permite el culto y los
napolitanos no admiten dudas al respecto." (Diario La Razón, de Buenos
Aires, 20 de septiembre del 2005).
Sabemos a través de la prensa que dos veces al año, en mayo y
septiembre, se suele repetir el milagro de la licuefacción de la sangre de
San Genaro, que se dice está contenida en dos ampollas de vidrio.
Fue en 1659 cuando la sangre de este santo se licuó por primera vez,
según ha sido documentado por la Iglesia (aunque se dice que ya lo había
hecho anteriormente), pero en 1980, dos meses antes del terremoto que causó
3.000 muertos en la región ¡no se produjo!
San Genaro, obispo de Benevento, fue degollado en el siglo III o en el
año 305 después de Cristo, durante las persecuciones de Diocleciano, y se
convirtió en el santo venerado en toda la región napolitana, particularmente
en Pozzuoli, donde le habrían dado muerte.
1659 menos 305 da 1354 años, es decir, trece siglos y medio sin
manifestarse el "milagro". 1994 menos 1659 da 335, tiempo que hace que se
licua su sangre "con seguridad", que se dice fue recogida por una criada,
de la piedra sobre la que había sido ejecutado Genaro y que los recipientes
fueron enterrados junto con su cuerpo en las catacumbas, cerca de Nápoles.
Esto según una leyenda tejida muy posteriormente, muchos siglos después de
su muerte. No se sabe como, a fines del siglo XIII dos ampollas conteniendo
supuestamente la sangre del mártir llegaron a Nápoles y fueron consideradas
como reliquias auténticas.
También se dice (y sólo se dice), que la sangre se licuó por primera
vez en 1389, pero esto según un viajero ¡anónimo! quien publicó cierto
tratado sobre el asunto. Se dicen muchas cosas más como es habitual decirlas
de los santos, que sin duda alguna son puras invenciones de las mentes de
turno, que no obstante quedan registradas como hechos reales añadidos.
Podemos mencionar de paso, la leyenda del lienzo de la Verónica, "de
los tiempos" de Cristo camino al Calvario. Cuando esa mujer de Jerusalén
escuchó un griterío en la calle, salió presurosa de su casa y vio a Jesús
cargando la cruz escoltado por los soldados romanos, entonces en un momento
de inspiración se abrió camino entre la multitud para limpiar con un lienzo
la sangre y el sudor de su rostro que quedó estampado allí. ¿Quién lo vio?
¿Quién inventó la fábula? Nadie lo sabe. En los Evangelios no existe. Sin
embargo en las iglesias católicas se comenzaron a incluir cuadros mostrando
a Cristo camino al Calvario estampando la imagen de su rostro en el lienzo
de la Verónica.
Lo mismo ocurrió con el milagro de "Nuestra Señora de Guadalupe".
Alguien hizo correr la versión de que la imagen de la Virgen "apareció
milagrosamente" en el poncho de un campesino mexicano el 12 de diciembre de
1531.
Esta reliquia se encuentra en la basílica de la Virgen de Guadalupe a
pocos kilómetros de la ciudad de México. Se dice también que a pesar de
haber transcurrido cuatro siglos del hecho, la imagen no se ha alterado y
¡tampoco desintegrado el tejido hilado con fibras de cactus como debería
haber sucedido! ¡Milagro sobre milagro! ¿Será cierto? ¡Habría que
investigar!
Lo indudable aquí, lo absolutamente seguro es que jamás de los jamases
existió milagro alguno. Fue un indio, Juan Diego, quien inventó esta fábula
de la Virgen . Esa versión de la Virgen apareció con facciones oscuras como
la de los indios y habló en el dialecto nahuatl de Juan Diego, quien
imprimió o dejó estampar la imagen mariana en su poncho para impresionar a
los que lo rodeaban en tiempos de convulsión política en México.
Todo es ilusión, mito, superstición, como también el "milagro" o fraude
de San Genaro que "ocurre" varias veces al año durante las ceremonias
públicas.
Durante la erupción del Vesubio en 1631 la "sangre" permaneció licuada
¡durante treinta días! ¡Milagro sobre milagro! y las patrañas van. Lo
cierto, lo indudable, es que la sustancia que se encuentra en las ampollas
guardadas en la capilla de Nápoles, y que los estudiosos no se atreven a
investigar por temor a "dañar el milagro", lo que menos contiene es sangre
humana pura, y tal vez ni siquiera sangre alguna. Se trata sin duda de una
sustancia química que, por ciertos factores de temperatura, agitación, etc.
cambia de estado físico.
Se cuenta que cierto profesor escéptico de la Universidad de Nápoles,
en 1880 "descubrió que una solución de chocolate, pólvora, caseína, cuajo,
sal y agua permanece sólida si no se toca, pero se licua cuando se agita"
(Según D. Scott Rogo: El enigma de los
milagros, Barcelona, Martínez Roca, 1988, pág. 130).
Muchas son las mezclas de sustancias químicas que por influencia de
leves factores físicos pueden pasar del estado sólido al líquido y
viceversa.
Por ejemplo: "Guido Pedrecci, científico italiano, demostró el 22 de
diciembre de 1906, en un teatro de Roma, que la sangre de ternera mezclada
con una solución química especialmente preparada se licuaba cuando se le
aplicaba calor y se agitaba la ampolla que la contenía". (Ob. cit. pág.
130).
Si bien la solución del Dr. Pedrecci tardó como una hora en licuarse y
tuvo que ser agitada la ampolla directamente sobre una llama, eso no quita
que la prueba no pueda ser perfeccionada. Si uno se lo propone es posible
fabricar diversas fórmulas de "sangres" sólidas licuables, receta que en
tiempos pasados pudo haber sido obtenida quizás por casualidad. Hay
infinidad de sustancias químicas que funden a temperaturas ambientales. La
glicerina, por ejemplo, tiene un punto de fusión relativamente bajo: 17,9
grados C. Si se mezcla con un pigmento rojo que no altere su fórmula se
puede obtener "sangre sólida" licuable a una temperatura ambiental.
También diversos ésteres, como las grasas y ceras con un punto de
fusión adecuado pueden ser "sangres de San Genaro" una vez pigmentadas. La
manteca de cacao se licua entre los dedos, y puede constituir también una
buena "sangre de San Genaro" si se la tiñe con algún pigmento rojo
inalterable.
En cuanto al aspecto de "sangre seca" de la sustancia que se encuentra
en las ampollas de Nápoles, esa apariencia se puede lograr con otros
aditivos.
Pero la explicación más aceptable es por los geles. El gel es un estado
coloidal de ciertas sustancias que puede licuarse o transformarse nuevamente
en una masa semisólida, o gel elástico sólido, por hidratación y
deshidratación respectivamente.
Por otra parte algunos geles de determinada concentración presentan la
propiedad de licuarse, esto es, transformarse en sol (nombre genério de la
dispersión coloidal) cuando se agitan o se someten a tensiones mecánicas
intensas. Mas cuando se dejan en reposo vuelven nuevamente al estado de gel.
Este fenómeno de transformación recíproca gel-sol recibe en química el
nombre de tixotropía. Por ejemplo los geles de óxido férrico hidratado son
tixotrópicos así como ciertas pinturas que "gelifican" inmediatamente de ser
aplicadas.
Si es el primer caso, basta con que las ampollas contenedoras del gel
posean poros para hidratarse por la humedad del ambiente y licuarse durante
las ceremonias públicas en honor a San Genaro, y si del segundo, es
suficiente con que sean agitadas para obtener la licuación de su contenido.
Y esta puede ser toda la explicación del "milagro".
Ladislao Vadas