En su campaña a Presidente de los EE.UU. Bill
Clinton popularizó una frase que decía: “Es la economía, estúpido”, y en gran
medida tenía razón, ya que cuando la economía funciona mal, difícilmente
puedan llevarse a cabo planes de salud, educación, vivienda e incluso seguridad.
Como ejemplo, podemos citar que muchos de los problemas que aquejan no sólo a
nuestro país, sino a la mayoría de los países subdesarrollados de Latinoamérica,
Asia y África se solucionarían con un desarrollo económico integral, que pueda
generar los ingresos necesarios para luego volcarlos en el campo social.
Si establecemos un parámetro comparativo en cuanto
al funcionamiento institucional y constitucional de los países “pobres” y los
“ricos” no encontraremos muchas diferencias, de hecho nuestro país es
Republicano y Federal, con una Constitución ejemplar.
Para que un país se desarrolle, el proceso debe
establecerse equitativamente en tres pilares fundamentales, el político, el
económico y el social. Y lógicamente, este proceso se debe sustentar en los
recursos que cada país posea.
¿Pero que es lo que hace que países como Australia,
Canadá, Japón, Alemania, Noruega, Dinamarca o Suecia -por citar algunos-, que no
poseen grandes recursos naturales sean “desarrollados” y países que sí los
poseen no lo sean? ¿Es un problema ideológico, político, cultural?
¡Es la corrupción, estúpido!
En un informe
realizado en conjunto por 16 ONG de todas partes del mundo, publicado el 6 de
diciembre de 2006, y cuyo lanzamiento coincide con la puesta en marcha, por
parte de la OMS (Organización Mundial de la Salud), de un IGWG (Grupo
Intergubernamental de trabajo) en este mismo tema, dice lo siguiente:
"En algunos lugares de
Latinoamérica, Asia y África, el 50% de la gente no tiene acceso a medicamentos,
por causa de ciertas políticas gubernamentales, de acuerdo con el Informe de la
Sociedad Civil sobre Salud, Innovación y Propiedad Intelectual. Como ejemplo de
esas políticas de intervención restrictiva, pueden mencionarse:
* Impuestos y aranceles: estos llegan incluso al 55% sobre los medicamentos importados. Esto produce precios inaccesibles para la gente.
* Tramitomanía y altos costos de registro: por causa de esto, los medicamentos que ya han sido aprobados en Europa, Estados Unidos, y Japón, por ejemplo, no son registrados en los países pobres, ya que los fabricantes son disuadidos por la elevada inversión que hay que realizar para registrarlos allí.
* Seguros de salud: las regulaciones gubernamentales impiden que muchos pobres puedan acceder a seguros de salud, y se vean obligados a costear sus tratamientos con sus pequeños ahorros, o deban depender de la caridad, o de los insuficientes sistemas gubernamentales de salud.
* Controles de precios: estas medidas, que supuestamente se toman para proteger a los pobres, en la realidad producen una reducción de los medicamentos disponibles, especialmente en las regiones rurales y apartadas, pues los controles de precios destruyen los incentivos económicos para que las farmacias mantengan la provisión de drogas.
* Protección inadecuada de la propiedad intelectual: debido a que en los países pobres no se protege adecuadamente la propiedad intelectual, los incentivos para invertir en la investigación de las enfermedades que afectan a estos países son muy bajos, ya que es sumamente difícil recuperar el costo de lo invertido. En este estudio, no se encontró evidencia alguna de que la propiedad intelectual restrinja el acceso a medicamentos.
* Malas condiciones de los sistemas públicos de salud: los bajos salarios, y las malas condiciones de los hospitales y otras instalaciones estatales de salud, han causado que un buen número de profesionales del área, como médicos y enfermeras, emigren hacia países más desarrollados, con mejores sistemas de salud pública.
*Motivación del
estudio: en buena medida, este estudio ha sido motivado por la preocupación que
existe en cuanto al estudio de la OMS antes mencionado, el cual, se cree, dejará
por fuera temas cruciales como los mencionados aquí, por temor a las reacciones
que puedan tener los gobiernos de los países miembros".
En América Latina se nos
dice, con frecuencia, que las patentes y las multinacionales son los factores
que impiden que la población tenga acceso a los medicamentos y los servicios de
salud. Sin embargo, como demuestra este estudio, las verdaderas causas de este
problema son más complejas, y están en nuestros propios países: sistemas de
salud deficientes, impuestos, aranceles, barreras, regulaciones absurdas,
trámites largos y costosos, instituciones mal diseñadas, etc. Allí están los
verdaderos obstáculos. Esas restricciones incluso dificultan el acceso a
medicamentos genéricos. Pero nuestros gobiernos, al haber encontrado el "chivo
expiatorio" de las patentes, se olvidan de sus propias culpas. Esta problemática
no alcanza solo a la salud; como podemos apreciar, abarca a la educación, y el
desarrollo social todo.
No es un problema de
ideologías, es un problema de corrupción. Como dijimos antes, nuestros países,
estructuralmente funcionan como los países desarrollados. Pero si tenemos que
encontramos en todos los entes estatales funcionarios y empleados de más,
personas que no realizan su labor (o la realizan
deficientemente), empleados que cobran sueldos excesivos,
incluso sobresueldos y jubilaciones de privilegio, y si tenemos funcionarios
involucrados en casos de corrupción (Skanska, Garré, Micelli,
Picoloti, valijagate, sin olvidarnos de la década de los 90, “el proceso”,
etc.) por citar sólo los casos más recientes, y a esto le sumamos un sistema
impositivo perverso para poder mantener todo un sistema burocrático
administrativo parasitario, no es muy difícil deducir que el problema no es
ideológico.
Es la corrupción, estúpido.