En el transcurso de la causa que investigó la muerte de Ángeles Rawson, la defensa del hoy condenado Jorge Mangeri, solicitó puntuales medidas con relación a cuestiones clave del ADN, que fue descrita como la “prueba madre” del caso.
No obstante, en una sucesión de sorprendentes negligencias se destruyó material clave que podría haber cambiado la suerte del portero.
¿Contaminación cruzada?
Gran parte del trabajo del equipo que defendió a Mangeri consistió en cuestionar los peritajes realizados por el Servicio de Huellas Digitales y Genéticas (SHDG) en los cuáles se incluyó el perfil del imputado entre los hallados debajo de las uñas y en las sogas que ataban los tobillos de la víctima. Según quedó demostrado, y tal como publicó Tribuna de Periodistas, las muestras de evidencia (es decir, aquellas recolectadas en el cuerpo de la víctima), fueron analizadas en simultáneo con las de referencia, entre las cuáles se encontraba la rotulada como M30, consistente en sangre extraída al encargado. Esta irregularidad en el procedimiento podría haber provocado lo que se conoce como contaminación cruzada: es decir, el traspaso de material genético de una muestra a la otra, que suele darse desde las muestras de referencia (con gran contenido de ADN) hacia las de evidencia (en general, con menor cantidad de ADN). Se trata de un fenómeno muy difícil de detectar, dado que si una muestra sufre este tipo de contaminación en el laboratorio, al ser analizada arrojará el mismo resultado que si hubiese contenido dicho material genético antes de ser recogida. Por ello, la única forma de evitar esta contaminación es procesar ambas muestras siguiendo las normas nacionales e internacionales existentes en la materia: entre estas, la obligación de contar con zonas de extracción y de amplificación separadas para evidencias y referencias.
Pero, en caso de haber dudas con respecto a los resultados obtenidos, existe el mecanismo de la contraprueba, es decir, la repetición del análisis. Si este, al ser nuevamente realizado en condiciones que observen todas las recomendaciones pertinentes, arrojase el mismo resultado, entonces puede tenerse certeza de que la contaminación cruzada no ocurrió. A este fin, deben tomarse medidas destinadas a preservar la prueba genética por un tiempo prudencial. Recuerda la genetista Primarosa Rinaldi de Cheri, en su libro “La Prueba del ADN” (Cheri, Zanoni, 2001), que “los abogados de la defensa frecuentemente requieren una segunda opinión con respecto a los resultados obtenidos a partir del ADN, razón por la cual es importante contar con parte de las muestras, por más pequeñas que sean las cantidades remanentes”.
Desaparición del material remanente
El día 8 de agosto del año 2013, los entonces abogados defensores de Mangeri, Miguel Ángel Pierri y Marcelo Biondi, solicitaron una serie de medidas de prueba en relación al análisis de ADN, tales como re-pericias de varias de las muestras, entre las que se encontraban las rotuladas como M2, M3 Y M4. Estas corresponden a tres hisopados subungueales: M2, que es la muestra obtenida del dedo índice derecho (la única en la cual se halló un perfil completo de Mangeri; M3 y M4, correspondientes a los dedos mayor y anular de la misma mano contenían perfiles parciales, y mezclados, con alelos distintos a los de la víctima y del imputado. Todas ellas evidenciaban una degradación impropia de muestras levantadas al día siguiente de la muerte de la víctima. Por todo esto, se solicitó al CMF que informara si aún existía material remanente, a fin de efectuar una re-pericia.
Solicitud de material remanente efectuada por los abogados Miguel Ángel Pierri y Marcelo Biondi
Esta solicitud fue contestada cinco días después por Enzo Canónaco, director del Servicio de Genética Forense del CMF, quien informó que estas muestras se habían agotado y que no existía material remanente de ninguna de las tres.
Nota de Enzo Canónaco, informando que todas las muestras se habían agotado.
No obstante, de los cuadernos de amplificación obtenidos con posterioridad, surgió que esta afirmación no podía ser verdadera:
De la muestra M2 se habían empleado, el día 18/6, 7,5 microlitros para la amplificación de marcadores autosómicos; ese mismo día, para la cuantificación en el Plexor, 2 microlitros; y al día siguiente, para la amplificación de marcadores de haplotipo Y, 8,75 microlitros. Es decir, entre las dos jornadas del 18 y el 19 de junio se habían utilizado 18,25 microlitros. Teniendo en cuenta que el volumen de la muestra extraída por el equipo Maxwell es de 30 microlitros, tendrían que haber quedado, al menos, 11,75 microlitros de material remanente. En el juicio oral, el abogado de Mangeri, Adrián Tenca, le preguntó al respecto a las bioquímicas Andrea Sala y Mariela Caputo, operarias del laboratorio del Servicio de Huellas Digitales y Genéticas. Ambas reconocieron que no podían el motivo por el cuál el resto de la muestra había desaparecido. Este es un fragmento del diálogo mantenido entre Andrea Sala y Adrián Tenca, abogado de Mangeri:
Defensor Tenca (DT): ¿Qué pasó con el resto de la muestra?
Andrea Sala (AS): Bueno… le puedo decir, como explicación, que haya habido problemas de evaporación, y el problema de evaporación que puede ocurrir dentro de la heladera. Si el tubo no se tapa exactamente, la heladera actúa como un deshidratante.
DT: ¿Esto qué significa? ¿No se tapó bien el tubo?
AS: No, que puede ser que no se haya apretado exactamente… los tubos tienen una resistencia al tapar. Si uno… la muestra obviamente está tapada, pero uno los tiene que tapar...
DT: Pero usted hizo referencia a que el tapado de tubos era una secuencia perfecta. ¿Me dice que puede haber dificultades en cómo se tapó el tubo?
AS: No, el tubo se puede tapar, pero no se puede tapar por ahí hasta el extremo… yo no sé exactamente qué pasó con esa muestra.
Mariela Caputo, quien firmó los cuadernos de amplificación, dijo lo siguiente:
DT: ¿Usted agotó la muestra M2?
MC: Según las cuentas que hice ahí pareciera que sobró material, pero no, no sobró.
DT: ¿Y cómo es que no sobró material si estas cuentas las hace usted?
MC: Sí, perfectamente. Una cosa es la cuenta que uno hace y después otra es la que tiene el tubo. Una de las cosas que pudo haber pasado es que no hayan sido exactamente 30 microlitros, o también que en el proceso de calentamiento de la plaqueta se haya evaporado un poco.
DT: Pero esto no pasó con ninguna de las otras muestras…
MC: Puede pasar con algunas muestras y con otras no… otra de las cosas que pudo pasar es que… las muestras se guardan en la heladera. Y también pueden haber pequeñas evaporaciones. Si no es perfectamente hermético pueden suceder estas combinaciones.
De haber ocurrido dicho incidente, la evaporación del agua de los tubos no hubiese dado lugar a un agotamiento del material genético remanente. Más bien, esto hubiese provocado que el ADN se concentrara en el fondo del tubo, pudiendo ser posteriormente rehidratado para re-peritarse. Una integrante de la Policía Científica consultada por Tribuna de Periodistas, recordó: “Antiguamente, para concentrar las muestras, las deshidratamos, e incluso dábamos vuelta el tubo y el ADN no se caía”. La propia Mariela Caputo, al ser interrogada por el abogado querellante Pablo Lanusse acerca de si la evaporación de las muestras podría haber provocado una contaminación cruzada como la que denunciaba la defensa, respondió “No, porque lo que se evapora es el agua, el ADN queda en el tubo”. Esto mismo es aplicable a las otras explicaciones dadas por la bioquímica: de haberse ido evaporando lentamente la muestra a lo largo del proceso, como sugiere Caputo que podría haber pasado, lejos de desaparecer, el ADN se hubiese concentrado en el poco líquido restante.
Lo cierto es que:
-
Por motivos desconocidos, el laboratorio del Servicio de Huellas Digitales y Genéticas se deshizo del material remanente de la única muestra que incriminaba a Mangeri, impidiendo que esta sea re-peritada.
-
Tampoco fueron preservados los hisopos de los cuáles provenían las muestras M2, M3 y M4, tal como informó Enzo Canónaco, del CMF, quien informó que estos habían sido agotados en su totalidad “en el proceso de extracción”.
-
En la etapa del juicio oral, integrantes del SHDG, que llamativamente estaban al tanto de esta situación, brindaron explicaciones sospechosas y similares entre sí con respecto a por qué había desaparecido el resto de la muestra M2.
Corte y preservación de las uñas
Los protocolos internacionales indican que las uñas de la víctima deben ser cortadas y preservadas, de forma que puedan hisoparse y re-peritarse, en caso de existir dudas.
En este caso, sin embargo, la joven fue inhumada sin que este procedimiento se hubiese llevado a cabo, impidiéndole nuevamente a la defensa realizar una contraprueba. Cuando Tenca le preguntó a Enzo Canónaco por qué no había cortado y preservado las uñas de Ángeles cuando se presentó a la autopsia para hacer los hisopados, contestó “Porque no es mi tarea, Doctor, es tarea del tanatólogo”. Explicó también que eso formaba parte del procedimiento que llamó “eutanásico”, del cual él no participaba.
La defensa entendió que sí que era parte de su función, como director del Servicio de Genética Forense del CMF conservar los elementos esenciales para la obtención de pruebas genéticas.
Llamativamente, poco tiempo después del juicio, Canónaco, en conjunto con Caputo y Corach, presentó un trabajo en un congreso de genética forense, en el cuál menciona al corte de uñas como un procedimiento recomendado.
Independientemente de si el error fue responsabilidad de Canónaco o del tanatólogo, lo cierto es que nuevamente se privó a la defensa de la posibilidad de repetir la pericia sobre la “prueba madre de la causa”.
Con posterioridad, el Juez de Instrucción Javier Feliciano Ríos, aprovechando la exhumación del cuerpo solicitada por la segunda junta médica, ordenó por su cuenta el hisopado de las uñas del cadáver. Naturalmente, tras estar más de 70 días bajo tierra, el peritaje arrojó resultados completamente inconcluyentes, no pudiendo encontrarse material genético analizable en varias de las uñas.
© Tribuna de Periodistas, todos los derechos reservados
Segun el Artículo 275 del Codigo Penal de la RA, los peritajes forenses efectuados negligentemente, manipuleados o tratados incorrectamente, con fines de afectar a sentencias judiciales, son considerados Falso Testimonio y llevan una condena de 10 años de carcel. En este caso particular, habría los agravantes de Incumplimiento de Deberes de Funcionario Publico y otros. Habria qué ver, ademas, si ése Corach no ha cometido los mismos errores en otros casos. Por otra parte, si a los de la UBA les queda una pisca de Moral, deberían suspender, preventivamente, a Corach de su cargo de profesor allí. No creo qué lo hagan, si permitieron qué Fernandes egrese de abogado y luego lo nombraron profesor, no hay nada qué esperar
TERMINA CON TU HISTORIA.......DEJATE DE SANATEAR Y DE COMPLICAR, LO QUE ES SIMPLE Y PONETE EN EL LUGAR DE ESA JOVEN QUE SUFRIO EL EMBATE DE ESTE CERDO.