En la víspera del Día de Reyes, el presidente Alberto Fernández dijo: “Entendamos que el problema de la deuda es muy serio y que va a trascender en mucho a mi mandato”. En el Museo del Bicentenario, acompañado por el ministro de Economía, Martín Guzmán, el Presidente parecía estar preparando el agua y el pastito para los camellos: “La palabra ajuste está desterrada de la discusión con el FMI”, aseguró.
¿Le habrán avisado al Presidente que “FMI” y “ajuste”, dos términos “fetiche” de la izquierda argentina de toda la vida, ya no están haciendo esa misma magia que antes deslumbraba a las masas?
FMI y ajuste, dos palabras que cambian
FMI y ajuste, dos palabras que la política argentina combina como flan con dulce de leche, ya no estarían generando mucha excitación mucho más allá de la militancia camporista y la izquierda trotskista: en la encuesta de diciembre de la Universidad de San Andrés, el rechazo a la necesidad de acordar con el FMI era del 24 por ciento.
La encuesta de D’Alessio IROL Berensztein de noviembre indicaba que Los argentinos y su postura frente al acuerdo con el FMI con el organismo multilateral: casi todos los votantes de Juntos por el Cambio, y el 85 por ciento de los propios electores del Frente de Todos.
Las encuestas están mostrando que la gran mayoría de los argentinos entendió que no hay salida sin acuerdo con el FMI y no se deja asustar por el “cuco” del ajuste.
Por el contrario: a esta altura la gran mayoría se dio cuenta de que los Fernández, que ya tienen más de dos años gobernando, no tienen otro plan que ajustar a la población con más inflación y más pobreza. ¿Puede haber más ajuste que una inflación de 50 por ciento anual?
Inflación, la principal preocupación
La misma encuesta de la Universidad de San Andrés muestra que la inflación es la preocupación número uno de los argentinos, por lejos, y que la deuda corre a los premios.
Los votantes ya se dieron cuenta de que el gobierno se la pasa ajustándolos cada vez que van al supermercado, pero, como el tero -que para engañar pone los huevos en un lado y canta en otro- les echa la culpa del alza permanente de precios a las empresas y trata de instalar que “ajuste” es lo que pide el FMI, y que su gobierno no tiene nada que ver con ese nivel de pobreza que supera el 40 por ciento.
La mayoría de los argentinos no solo prefiere que se acuerde con el FMI para evitar un default que, intuye, sería mucho peor, sino que siente que la supervisión del Fondo podría ponerle límites al derrape económico de la Argentina.
En 2006, Néstor Kirchner supo vender con gran épica que le pagaba innecesariamente una deuda al Fondo para “independizarnos” de su tutela. La plata que Kirchner le tiró al FMI en la cara se la terminó prestando a la Argentina el venezolano Hugo Chávez cuatro veces más cara.
El resultado de esa “independencia” fue que la “liberación” sólo sirvió para imprimir más billetes y falsificar las estadísticas del INDEC con el inefable Guillermo Moreno. Con el paso del tiempo, los argentinos le vieron las manos al mago.
Un plan propio
El resultado de las últimas elecciones muestra claramente el rechazo masivo a esa “no-política” económica del gobierno. Solo falta el encuestador que se anime a preguntar si los argentinos no confiarán más en un plan económico del FMI que en los desbarajustes de décadas de mala gestión de la política local: nos podríamos sorprender.
Pero en algo sí tuvo éxito la estrategia de comunicación del presidente Fernández: logró enganchar a la oposición en su propuesta de “enmarcar” el tema en “FMI sí o no, ajuste sí o no”. El que logra imponer el marco y los términos del debate tiene la batalla medio ganada.
La oposición de Juntos por el Cambio perdió la oportunidad de instalar que el debate no es si “acordar o no” o si “ajustar o no”: es presentar un plan económico creíble y que genere confianza en la Argentina.
¿Será que tiene cola de paja por no haber tenido el anterior gobierno de Mauricio Macri ese plan para generar confianza y por eso terminó llamando al FMI? El expresidente no hizo todavía un análisis profundo de qué debería haber hecho para evitar llamar al Fondo ni qué haría si a partir de 2023 le tocara ese tan anhelado “Segundo Tiempo”.
Pero tampoco nadie del espacio opositor salió a cambiar el eje del debate: no se trata de acordar o no, ni de cuáles exigencias pondrá el FMI, sino de presentar ese plan propio que haría que la deuda sea sustentable e hiciera crecer al país con estabilidad. ¿Será que presentar hoy ese plan significaría admitir que el gobierno de Macri no lo tuvo?
Por el contrario, los opositores se enfrascaron inútilmente en el debate propuesto por Fernández de “ir o no ir a la convocatoria al show político del presidente”, que los acusa de ser los culpables del endeudamiento: el Presidente se salió con la suya, porque la respuesta que mostraría que “los Reyes Magos son los padres” hubiese sido cambiar completamente el eje del debate hacia qué tiene que hacer la Argentina para crecer, terminar con la inflación y sacarse así el problema de la deuda.
De hecho, tampoco supo la oposición explicar que ese “problema tan serio” de la deuda con el que asusta el Presidente ni siquiera es tan serio: salvo la Argentina, ningún país paga sus deudas: por lo menos no lo hace con reservas del Banco Central ni con “la sangre del pueblo trabajador”, parafraseando el “discurso K”. Los países normales aprovechan la inmensa marea de capitales que buscan alguna rentabilidad para renovar permanentemente todos sus vencimientos a tasas cada vez más bajas y plazos cada vez más largos.
Y aunque es cierto que la Argentina tiene un endeudamiento sobre su PBI relativamente alto, hay montones de países con deudas proporcionalmente más altas que la argentina que no se hacen problemas por eso: crecen de manera normal y no tienen inflación. En el resto del mundo, se debaten otros temas.
El gobierno del presidente Alberto Fernández les propuso a los argentinos debatir “FMI y ajuste” -que es una discusión que en el mundo se volvió rancia hace medio siglo- en lugar de debatir cómo generar empleo, eliminar la inflación y atraer inversiones.
La oposición se está perdiendo la oportunidad de cambiarle el eje del debate al gobierno de los Fernández. De paso, podría usar ese cambio de debate para demostrar que a partir de 2023 estaría en condiciones de no repetir los errores de su anterior período.
Y es hora que los FEFRNANDEZ su ruta, a su casita, Hasta hoy no hicieron NADA, LA NADA ABSOLUTA en cualequier tema. Salvo gastar a lo loco, NADA,GESTIÓN "CERO ", RESULTADO " CERO ".
Si se hicieran siempre y por norma las cosas que pide el FMI, no sería necesario recurrir al FMI...
Y si el plan fuese - como creo yo - que no haya salida?