Hechos. En el Centro Cultural Kirchner (CCK) el 13/4/2022, en la apertura del Plenario de Parlamentarios Europeos y Latinoamericanos (EUROLAT), habló la vicepresidente argentina Cristina Fernández. Con deliberación dejó de lado el dicho que “la ropa sucia se lava en casa”.
No fue sólo megalomanía, fue una franca actitud irrespetuosa hacia la investidura presidencial. Eso con respecto al Presidente que ella eligió fuera de todo protocolo político. Y ya no soporta que Alberto Fernández no tenga una sumisión absoluta y la obediencia debida que ella exige.
Hechos. Dijo ante parlamentarios extranjeros, “Que te pongan una banda y te den un bastón, no significa que tengas el poder”. “Y ni te cuento si además no hacés lo que tenés que hacer, dejémoslo ahí”. En el país se conoce el divorcio A.F./CFK, ¿tenía que enterarse el mundo?
Cristina sumó perversidad, rencor, animosidad, desubicación (muchos parlamentarios extranjeros expresaron su malestar ante la situación suscitada), falta de educación, bochorno, resentimiento, todo eso y más, en nombre de la Nación Argentina. Un hecho vergonzoso y patético.
Cristina no se privó de mostrar su maldad, una vez más demostró ser la inventora del yo-yo y se dedicó a hacer política interna, evitó nombrar a su amigo Putin, bordeó el tema Ucrania y dejó a los parlamentarios preguntándose para qué habían sido convocados…
Ahora el país espera, sin demasiada convicción, que el Presidente tome alguna decisión sobre la actitud de su vice. Lo prometió, como prometió tantas veces tantas cosas que nunca cumplió. Mandó emisarios, Martín Guzmán, Aníbal Fernández y Santiago Cafiero a contestar por él.
“Hay que alinearse con la política económica” (o se van), “el Presidente es imprescindible”, los cambios vendrían a partir del lunes. ¿Vendrán? ¿Los que quiere el Presidente o los que quiere la vice? Ambos quieren países diferentes, ¿lo quieren en serio, a veces o siempre? No se sabe.
A Cristina hay que reconocerle que mantiene la misma posición “vamos por todo”. El Presiente es maleable, depende del día, del momento y de cómo ladre Dylan. Pero si se estudia la situación de lo que depende del Ejecutivo, todo se aclara. Aunque todo sea muy oscuro. Demasiado.
El 71% del control del presupuesto nacional (que no existe, se usa el de 2021), está en manos de Cristina Fernández. El Presidente sólo maneja el 29%. Los dos formaron una coalición con Sergio Massa. Tres patas para el Frente de Todos. Los votos también tuvieron 3 orígenes.
El total del FdT fue de 48%. Pudiera que Cristina aportara un 33%, Massa un 10% y Alberto el 5% restante. El Presidente no tiene territorialidad ni partido propio. Su debilidad es visible y no ha sabido construir poder. Todos los organismos estatales que manejan dinero dependen de CFK.
En ANSES está María Fernanda Raverta; en el PAMI, Luana Volnovich; en la AFIP, Mercedes Marcó del Pont; en Aerolíneas Argentinas, Pablo Ceriani; y se puede seguir sumando. El Presidente debería echar a todas las personas de la Cámpora de su gobierno, ¿pero puede hacerlo? Difícil.
Si lo hiciera rompería la coalición gubernamental y se quedaría sin gente. Cristina puede sacar a la calle a las organizaciones sociales y a los “chicos” de la Cámpora. El presidente no tiene con quién contestarle. Las FFAA que lo deberían sostener son debilidades desarmadas.
Y aprendieron con poca justicia y demasiadas injusticias que es mejor no meterse. Todas las Fuerzas de Seguridad serían prescindentes. Alberto se quedaría con Guzmán, Cafiero, Vilma Ibarra, Cecilia Todesca, Olmos y algunos más. Dejaría de ser Presidente. Pero y debe llegar al 10/12/2023.
Alberto F. seguirá estirando la confrontación todo lo posible. Sabe que va a perder. Mientras, CFK lo seguirá esmerilando, porque no le conviene heredar este desastre. Quiere separarse del gobierno del FdT (SU gobierno) para tener alguna chance en 2023. Parece poco probable.
El emocionante, empobrecedor y desgastante culebrón argentino seguirá su rumbo, por el momento hacia el abismo. La inflación del 6,7% de marzo con el 7,2% en alimentos (lo único realmente imprescindible), no auguran nada bueno. La casa no está en orden. A pesar de todo, ¡Felices Pascuas!
*Sabio y antiguo dicho, “la ropa sucia se lava en casa”.