Aunque parezca mentira, la relación entre un instructor ucraniano de kick boxing buscado por narcotráfico internacional y lavado de activos, un empresario vinculado a personsajes oscuros y uno de los abogados más conocidos del país quedó al descubierto por una acusación demasiado menor para lo que están acostumbrados soportar: Encripdata pudo saber que el juez federal de San Isidro Lino Mirabelli procesó a los dos argentinos como «partícipes necesarios del delito de falsificación de documento privado reiterado en cuatro ocasiones que concurren idealmente entre sí» por intentar conseguir la prisión domiciliaria del extranjero acaso para burlar el pedido de extradición hacia Canadá.

A Víctor Vargotskii, el ucraniano acusado de lavar activos del narcotráfico en Canadá, los detectives de la división Interpol de la Policía Federal (PFA) lo atraparon el 28 de septiembre de 2020 en la puerta de un gimnasio de Rincón de Milberg, Tigre, donde daba clases de kick boxing.

Hasta ese momento, no parecía más que un proceso de extradición, donde el juez Mirabelli no tenía que analizar las pruebas en su contra sino, simplemente, comprobar que las autoridades requirientes cumplieron con el trámite formal para proceder a su entrega, pero todo cambió cuando el abogado Juan José Ribelli se presentó como el defensor del extraditable.

En busca de la prisión domiciliaria para su cliente, el letrado presentó varios estudios de salud, pero el magistrado descubrió que en realidad pertenecían a otra persona. No solo no le concedió el arresto domiciliario a Vargotskii sino que abrió una investigación por la falsificación de esos documentos privados.

En su defensa, Ribelli aseguró que esos estudios de salud los había recibido «de manos de Menchi el 29 de septiembre de 2020 en la puerta del juzgado instructor momentos antes de que se celebrara la audiencia».

En consecuencia, planteó que, en su función de abogado, solo se limitó a aportar la documentación «tal como llegó» a sus manos, sin realizar modificación alguna y obrando de buena fe, por lo que no había habido dolo -responsabilidad subjetiva- de su parte.

Por su parte, Eduardo Ariel Menchi, afirmó que como era alumno de Vargotskii, entró a su casa, buscó los estudios de salud y se los entregó a Ribelli, por lo que tampoco había actuado con dolo.

Menchi es un viejo conocido: fue socio de Martín Lanatta en Homeland Security Brokers, una empresa de seguridad, hasta que a Lanatta lo condenaron por el triple crimen de General Rodríguez. Tras bajar el perfil por un buen tiempo, su nombre volvió a quedar pegado al Marcelo D’Alessio, el falso abogado que se hacía pasar por agente de la Drug Enforcement Administration (DEA) de los Estados Unidos para acceder a información reservada para con eso extorsionar.

El juez Mirabelli solicitó información a los centros médicos mencionados en esos documentos y todos respondieron que no tenían registros de ingresos a nombre de Vargotskii. Para el magistrado, no quedaron dudas de que Ribelli y Menchi presentaron documentos de otro paciente, a los que le cambiaron el nombre verdadero por el del ucraniano buscado por Canadá, para alcanzar su objetivo.

Vargotskii no pudo salirse con la suya: la Interpol lo devolvió en febrero del 2021 al lugar de donde se había escapado por temor a caer en medio de una ráfaga de allanamientos, Montreal, Canadá.

Un tribunal de Montreal finalmente condenó a 2 años y medio de prisión al instructor ucraniano de kick boxing por su otra profesión: lavador de activos. Encripdata pudo saber que la pena fue menor a la que le correspondía porque se declaró culpable.

En la Argentina, mientras tanto, dejó el misterio de cómo y para qué llegó a relacionarse con Menchi y Ribelli.