La dinámica inflacionaria volvió a estar en el centro de la escena económica en los últimos meses y la preocupación se profundizó luego de que el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) informó que en abril último la inflación fue del 6% y el incremento interanual llegó al 58%, el valor más alto en 30 años.
En este escenario, el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) -que elabora el Banco Central de la República Argentina (BCRA) en base a datos de consultoras privadas- prevé para 2022 una inflación en torno al 60%.
En esta nota repasamos qué métodos utilizaron algunos países que lograron bajar sus niveles de inflación y cuánto tiempo les llevó lograrlo.
Un plan para cada situación
No existe un único camino a seguir en la lucha contra el aumento de la inflación. Gabriel Palazzo, economista de la consultora Equilibra -que dirige el economista Martín Rapetti- y especialista en el tema, indicó a Chequeado que “hay que aplicar una receta indicada según el contexto indicado”.
“Si el objetivo es detener la inflación en un país que en los últimos 10 años tiene un incremento anual del 30%, la forma es más gradual que la que podría implementarse en una economía con una inflación del 20% mensual”, aseguró Palazzo, y agregó que el “shock” puede aplicarse en caso de inflación alta o hiperinflación. En nuestro país, la inflación se encuentra por encima del 20% anual ininterrumpidamente desde marzo de 2010.
El economista evaluó que la Argentina se encuentra hoy “en una transición entre una inflación moderada a una moderada alta o alta”. Y aseguró que “dentro de unos meses veremos si efectivamente se pasó de un régimen a otro”.
En relación con las políticas de reducción de la inflación en economías con inflación prolongada como la de nuestro país, Marcelo Elizondo, consultor en negocios internacionales y director de la Fundación Exportar entre 2002 y 2010, dijo a este medio que la mayoría de los países que lograron bajarla apelaron a “la independencia del Banco Central, que no emita dinero para financiar déficit y establezca una política monetaria sana, el equilibrio presupuestario -o, en su defecto, la posibilidad de apelar a mercados internacionales para financiarlo- y la apertura de la economía”.
En el mismo sentido, Palazzo aseguró otros 2 ingredientes importantes en los planes de estabilización de una alta inflación son el financiamiento externo y la denominada “ancla cambiaria”, un tipo de cambio fijo que “sirve para alinear expectativas, porque si hay menos devaluación se entiende que habrá menos inflación, además del efecto que tiene sobre los bienes importados y exportables”.
El caso de Israel
A mediados de la década del ‘80, Israel contaba con una inflación promedio del 500% anual. En 1985, el Gobierno aplicó un plan de shock que logró reducir el crecimiento del índice de precios al 20% en la década del ‘90, para llegar paulatinamente a un índice actual de entre el 1 y el 3%.
Los economistas Nissan Liviatan y Oscar Franco explicaron en su artículo “Inflación y estabilización en Israel. Aspectos conceptuales e interpretación de los acontecimientos” que el plan aplicado por el gobierno israelí para bajar la inflación consistió en “un complejo sistema de políticas de ingresos y congelamiento de precios, combinado con una política de tipo de cambio fijo”.
Por su parte, Karnit Flug, presidenta del Banco Central de Israel entre 2013 y 2018, explicó durante su participación en las Jornadas Monetarias y Bancarias 2016 organizadas por el BCRA que “había algunos elementos heterodoxos y ortodoxos en el programa de estabilización”.
Concretamente, el Gobierno de ese país redujo fuertemente el déficit fiscal y prohibió por ley que el Banco Central financie el rojo en las cuentas públicas, reduciendo la emisión monetaria. Paralelamente aplicó una devaluación del 25% en el comienzo del ciclo y luego congeló el tipo de cambio. También estableció topes salariales y controles de precios, con congelamiento en algunos productos básicos.
Esteban Klor, profesor del Departamento de Economía en la Universidad Hebrea de Jerusalén e investigador de la Fundación Israelí de Ciencias, indicó en este artículo que “la mayoría de las medidas de política monetaria implementadas por el gobierno en 1985 ya no están vigentes. No hay control de precios, de salarios ni del mercado de capitales. Además de esto, el tipo de cambio es totalmente flexible y determinado por la oferta y la demanda”.
México: un pacto para bajar la inflación
En 1987, México alcanzó una inflación anual del 160%. Frente a esta situación, en 1989 el gobierno de ese país puso en marcha el Pacto para la Estabilidad y el Crecimiento Económico (PECE), que logró una caída paulatina de la inflación hasta llegar al 2% anual en los primeros años de la década de 1990.
El PECE consistió en una serie de compromisos asumidos por el gobierno, los empresarios y los sindicatos. El Estado prometió no aumentar los precios de las tarifas e impuestos, a cambio de que los empresarios no incrementaran el valor de los productos y las organizaciones sindicales no exigieran aumentos salariales.
La batería de medidas también incluyó el compromiso del gobierno de lograr el superávit fiscal y una política de devaluación por “goteo” a razón de 1 peso mexicano diario durante los primeros meses del plan.
Si bien el PECE logró reducir la inflación, la estabilización no perduró en el tiempo: el “efecto Tequila” de 1994 provocó una inflación del 52% en 1995 y los siguientes.
En este caso, la respuesta del Gobierno fue diferente. Como se explica en este documento del Banco de México, se aplicó una fuerte devaluación, acompañada de un recorte del déficit fiscal a partir de un aumento impositivo (sobre todo el IVA), la suba del precio de los servicios y el recorte del gasto público.
Por otro lado, el Banco Central comenzó a operar sobre las “expectativas” del mercado, publicando una proyección de la base monetaria de cada año, con el objetivo de ordenar las expectativas de inflación.
A partir del 2001, luego de corregir los desajustes introducidos por el “efecto Tequila”, el Banco de México anunció los objetivos de inflación para cada año, llevando así una mayor previsibilidad al sistema. Con esta segunda experiencia, la inflación bajó a valores cercanos al 4% desde 2003.
No obstante, las medidas provocaron inicialmente un “shock” inflacionario y una fuerte caída del Producto Bruto Interno (PBI), que comenzó a recuperarse en los años siguientes, conforme avanzaba el proceso de desinflación.
Colombia: metas de inflación y efectos colaterales
Colombia inició la década de 1990 con una inflación promedio del 35%, pero logró reducirla al 4% en los siguientes 10 años. Para ello, en 1991 se introdujo un artículo constitucional que le otorgó independencia al Banco Central, con lo que le dio a esa entidad el control de la política monetaria y bloqueó el financiamiento del déficit por la vía de la expansión monetaria (impresión de billetes).
Como en México, en Colombia también se incluyó la comunicación de metas de inflación como una medida destinada a moderar las expectativas del mercado.
Fernando Morra, doctor en Economía y actual secretario de Política Económica de la Nación, indicó en este trabajo que “la instrumentación de la política monetaria en Colombia incluyó un régimen mixto, donde la meta de inflación se constituía como un anuncio intermedio, mientras instrumentaba una política directa sobre los agregados monetarios y se mantenía la prerrogativa de intervenir sobre el mercado cambiario en caso de ser necesario”.
Estas medidas, no obstante, tuvieron un impacto negativo: el economista de la Universidad de Los Andes (Colombia), Sergio Clavijo, indicó en este trabajo que el desempleo promedió el 18% durante los primeros años del plan, frente a un promedio histórico cercano al 10%. También destaca que el crecimiento de la economía hacia fines de los ‘90 “fue casi nulo”.
Chile: trabajo sobre las expectativas
A principios de la década de 1990, la inflación en Chile se ubicaba en torno al 30% anual, pero en 4 años ese nivel se redujo al 12%.
Como en Colombia, en Chile también se estableció la independencia del Banco Central y a partir de 1990 la entidad comenzó a hacer públicas las metas de inflación y a establecer límites al déficit fiscal, al tiempo que adoptó un sistema de banda cambiaria para definir la devaluación de su moneda y aplicó una tasa de interés real (es decir, por encima de la inflación).
Un documento de trabajo del Banco Central de Chile destacó que “la adopción de una meta de inflación anunciada y de carácter permanente fue esencial para reducir la tasa de inflación en el periodo 1991-97. La meta consiguió alterar las expectativas inflacionarias y reducir gradualmente la inflación”.
El trabajo indicó que otro factor relevante para contener y reducir la inflación fue la apreciación real del peso chileno frente al dólar, a partir de la entrada de capitales externos que aseguró mantener un buen nivel de divisas.
Hermann González, economista y ex jefe de Asesores del Ministerio de Hacienda de Chile durante la última Presidencia de Sebastián Piñeira, dijo a Chequeado que “lo central del proceso fue la autonomía del Banco Central en el año 1989, que terminó con el financiamiento monetario de los déficit del Gobierno. Esto se complementó con un sistema de flotación cambiaria en el año 1999 y con la regla de balance estructural para la política fiscal del año 2001”.
Cualquier PLAN ECONOMICO debe tener su correlato en un CONTEXTO POLITICO para que "germine y crezca". De nada valen las mejores "recetas" sino se producen las TRANS-FOR-MA-CIO-NES DE FONDO de puro contenido POLITICO con efectos en el marco JURIDICO, LABORAL Y SOBRE TODO EN LA EFICIENCIA DEL ESTADO como administrador de los RECURSOS PUBLICOS.
Casi cualquier teoría económica, aún las que tengan postulados opuestos, pueden eventualmente funcionar. El requisito primordial para que una teoría económica sea llevada exitosamente a la realidad es que le crean. Si los inversores crean riqueza (riqueza real, con mano de obra, no capitales golondrinas), si tanto personas locales como extranjeras traen capitales al país, entonces el programa tiene grandes posibilidades de éxito. La mejor receta es la credibilidad.
El gobierno no hará nada demasiado serio para bajar la inflación, porque su ideología anacrónica y la supervivencia de lo poco que queda del relato se lo impiden. De paso, si pierden las elecciones a fines del ´23, le pasarán el terrible problema al pobre infeliz que asuma, y desde el primer día conspirarán para que ese nuevo gobierno fracase. El kirchnerismo seguirá siendo una desgracia para el país hasta que se extinga cualquier vestigio de peso político de esa secta corrupta.
Mientras " nuestros políticos " no entiendan que no se puede vivir de prestado, y que el déficit fiscal conseguido es imposible de mantener acumulando más deuda pública, mientras se siga diciendo que la inflación es " multicausal " cuando todo el arco económico mundial ha establecido hace muchos años atrás, que el problema inflacionario es la emisión descontrolada de dinero sin respaldo que emite el BCRA para financiar al Tesoro, y al gobierno, mientras sigamos con los absurdos Ministerios conseguidos tras varias décadas de desgobierno perdidas, mientras el Estado siga manteniendo " Empresas Públicas deficitarias " mientras se sigan manteniendo los servicios públicos con subsidios, mientras existan estas leyes laborales en contra de la masa laboral que sigue en negro y que solo benefician a los señores sindicalistas, mientras se siga aumentando el empleo estatal, creciendo más rápido que la población, mientras haya burócratas que impidan exportar y que impidan importar, a menos que se paguen gravosos aranceles, para mantener a los empresaurios que viven de la costilla de los ciudadanos, mientras se siga perjudicando a las PYMES, beneficiando solo a los " amigos del gobierno " , mientras haya burócratas que digan cuando valen los alimentos, mientras esos mismos burócratas establezcan controles de precios absurdos, ya que nunca han tenido resultado per se, y mientras no haya por parte del gobierno una propuesta seria con personas serias informando a la población un programa anti inflacionario creíble, el país seguirá su pendiente cuesta abajo. El famoso shock de confianza de que se habla, solo es factible cuando el programa es dado a conocer por personas creíbles y se ejecuten al pie de la letra los postulados establecidos. El gobierno actual no tiene credibilidad, ni tampoco inspira confianza, por lo que lamentablemente, creo, esta situación inflacionaria continuara, y seguiremos la sangría populista hasta las próximas elecciones, que podrían darnos la solución que la política y también la justicia, en menor grado, nos han negado, hasta hoy día.
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