El presidente Alberto Fernández coronó con un modesto acto en el Conurbano bonaerense una semana en la que la improvisación pareció convertirse una vez más desde que asumió en el cargo en el rasgo principal de sus acciones o comentarios en público, apenas horas después, incluso, de que uno de sus subordinados lo contradijera.
Así como Fernández emprendió días atrás una gira por Europa sin una hoja de ruta concreta establecida de antemano, cuando regresó al país tras visitar España, Alemania y Francia, desde donde agitó la interna encarnizada en la que está sumergido hoy el oficialismo, retomó sus actividades en la Casa Rosada sin una agenda definida, antes de concentrar sus energías en supervisar el censo realizado el miércoles pasado.
Según pudo averiguar NA, la gira por el Viejo Continente se tornó caótica por momentos, más allá de que el jefe de Estado logró llevar adelante una estrategia comunicacional que consistió en responder desde allí -y especialmente por intermedio de la prensa europea- a las críticas que recibe su gobierno de parte del kirchnerismo, y en ese contexto debió cancelar un encuentro con autoridades de Volkswagen en Alemania.
Lo que ocurrió fue que la comitiva oficial debió partir un día antes de tierras germanas rumbo a Francia para que Fernández pueda reunirse en París con el presidente galo, Emmanuel Macron, y por ese motivo la cita con directivos de VW -que posee una fábrica en la localidad bonaerense de General Pacheco- no pudo concretarse. Incluso los periodistas que acompañaron al presidente durante su gira europea perdieron la noche de hotel que tenían reservada con anticipación en Berlín.
En Europa, además, el jefe de Estado en un primer momento confirmó sus aspiraciones de ir en busca de una reelección en 2023 y luego minimizó esa posibilidad, o le restó importancia, como si una vez más se hubiese dejado llevar por sus emociones, por un impulso espontáneo, en lugar de haber ensayado -en este caso- un movimiento comunicacional de alto impacto mediático previamente meditado, diseñado y consensuado con sus colaboradores o, al menos, con su equipo de prensa.
Tibias muestras de apoyo recibió Fernández de parte de miembros de su Gabinete tras sus comentarios en el Viejo Mundo sobre su deseo de competir el año que viene por una renovación de mandato en Balcarce 50 y después de su regreso al país, aquellas sensaciones que ventiló en público durante una entrevista en Madrid rápidamente quedaron diluidas por una coyuntura nacional que, por cierto, no da tregua.
Esta semana, el mismo día en el que se cumplieron tres años de aquel sábado 18 de mayo de 2019 en el que Cristina Fernández de Kirchner lo anunció como candidato a presidente de la Nación, encabezando la boleta del Frente de Todos con la que el peronismo unido logró recuperar el Poder y dar así por terminado el Gobierno de Cambiemos encabezado por Mauricio Macri, Fernández supervisó junto a su cuestionado ministro de Economía, Martín Guzmán, la realización del censo nacional 2022.
Feletti, ahora bajo la órbita de Guzmán
Según pudo averiguar NA de fuentes oficiales, el jefe de Estado y Guzmán permanecieron reunidos en la Quinta Presidencial de Olivos antes de acercarse a la sede del INDEC a brindar su respaldo al titular del organismo, Marco Lavagna, en medio de quejas en redes sociales por deficiencias en el operativo montado por el Estado para llevar adelante el relevamiento.
El titular del Palacio de Hacienda logró completar en el cargo una semana más, aunque en esta ocasión sin haber tenido que resistir tanto "fuego amigo" por parte de referentes del núcleo duro kirchnerista dentro del Frente de Todos como en días anteriores. De hecho, aminoró recientemente el chicaneo verbal entre albertistas y cristinistas en medios de comunicación, lo que permite suponer que el intercambio de mensajes haya comenzado a producirse en otros niveles, menos públicos.
Incluso, el Ministerio de Economía que lidera Guzmán absorbió en las últimas horas a la Secretaría de Comercio Interior, a cargo de Roberto Feletti, en un intento por robustecer la batalla del Gobierno contra la inflación, la principal preocupación de la sociedad en la actualidad. Se trata, de todas maneras, de un traspaso con fuerte contenido político.
Feletti se había mostrado crítico de la gestión de Guzmán días atrás y su desembarco en oficinas de Hipólito Yrigoyen 250 permite ensayar dos lecturas contrapuestas tras las ráfagas de pirotecnia verbal desatadas con motivo de la interna en el oficialismo: o bien que el titular del Palacio de Hacienda se fortalece al tenerlo como subordinado y tomar las riendas de las políticas de precios, o bien que el secretario, con el respaldo del núcleo duro K en el Gobierno, comienza a probarse el traje de ministro del área. Como suele suceder en política, el tiempo dirá.
En ese mismo edificio, por cierto, pero en el piso 12, empezó a circular en las últimas horas la versión de que el actual diputado peronista Florencio Randazzo podría incorporarse al Gabinete nacional como nuevo ministro de Transporte, dependencia liderada hoy por el massista Alexis Guerrera y que no se ha visto últimamente tan afectada por las disputas palaciegas como sí sucede con otras carteras, cuyo funcionamiento luce adormecido.
"Tenemos que mantenernos enfocados en la gestión, no podemos desentendernos de lo que nos pide la gente, que gobernemos", dicen en el entorno de Guerrera. Justamente allí enfrente, cruzando la calle Yrigoyen, en la Casa Rosada, el equipo de comunicación de la Presidencia de la Nación buscará en los próximos días instrumentar una nueva estrategia inspirada en similares preceptos: menos "grieta" interna, más noticias relacionadas con los logros de la administración Fernández.
La pelea dentro del Frente de Todos "opaca la gestión y termina copando la agenda oficial", resaltaron a Noticias Argentinas fuentes con despacho en Balcarce 50, que agregaron: "Tuvimos muchas acciones importantes que pasaron inadvertidas". El eslogan de esta remozada campaña será, "Primero la gente".
El presidente busca relanzar su gestión
De hecho, y más allá de las especulaciones en torno del pase de Feletti del Ministerio de Desarrollo Productivo al Palacio de Hacienda, el Gobierno intenta con éste y otro tipo de decisiones demostrar a la sociedad su intención de maniatar a la inflación y espera que la población valore su esfuerzo, en momentos en los que algunos economistas estiman que el aumento -anual- del costo de vida podría rondar el 70 por ciento en 2022.
De todos modos, en el marco del nuevo plan comunicacional de la Casa Rosada, el primero que debería estar alineado lógicamente es el presidente de la Nación, que concluyó la semana de manera errática e improvisando en una entrevista una arenga para que el Congreso retoque al alza las retenciones a las exportaciones de granos, antes de que uno de sus subordinados, el ministro de Agricultura, Julián Domínguez, saliera públicamente a negar que esa iniciativa estuviera -en efecto- en los planes del Gobierno.
Más tarde, un Fernández desautorizado por Domínguez encabezó un modesto acto en Esteban Echeverría, en el sur del Gran Buenos Aires, junto al secretario general de la UOCRA, Gerardo Martínez, y parte de los integrantes de su Gabinete -no todos-, sin la presencia del gobernador Axel Kicillof ni del intendente local, Fernando Gray, que había viajado a Roma para entrevistarse con el papa Francisco en El Vaticano.
También el mandatario chaqueño, Jorge Capitanich, visitó al religioso argentino esta semana, buscando darle un espaldarazo adicional a sus pretensiones de competir el año que viene por la Presidencia de la Nación, luego de la "bendición" que recibió días atrás de parte de Cristina durante un acto que ambos compartieron en Resistencia.
Tras su presentación junto a Martínez frente a un moderado grupo de militantes y trabajadores de la construcción a la vera del Camino de Cintura, en donde el líder gremial no escatimó en críticas al kirchnerismo, se espera que Fernández encabece el próximo miércoles 25 de mayo un acto visto por el albertismo como una suerte de "relanzamiento" de su gestión, de cara al tramo final de su Gobierno.
Finalmente, el área de Prensa de la Casa Rosada, en el corolario de otra semana agitada, también debió salir a aclarar que fue la Unidad Médica Presidencial (UMP), a cargo del doctor Federico Saavedra, la encargada de comprar con dinero público una serie de insumos -como mamaderas- y otros elementos destinados al recién nacido hijo de Fernández, y no necesariamente el primer mandatario.
Incluso la propia UMP divulgó un comunicado tras la publicación de un artículo periodístico de NA con información oficial al respecto. En el texto, se detalla que el equipamiento adquirido no se encuentra en poder de la familia presidencial, "que desconocía esta adquisición -por 16.776 pesos- como cualquier otra que realice esta Unidad Médica". ¿Entonces, a quién le reporta Saavedra si no es al jefe de Estado? ¿Es posible que se maneje con semejante nivel de autonomía?