Este sábado, con la excusa de avanzar en una “cumbre peronista”, el PJ le marcó la cancha a Alberto Fernández. Lo curioso es que la convocatoria refería a la necesidad de unir las diferentes facciones de ese movimiento, pero el presidente ni siquiera pudo participar de la misma vía Zoom, como sí lo hicieron otros referentes, como Axel Kicillof y Sergio Massa.
Quien se avivó a tiempo de la movida fue el jefe de Gabinete, Juan Manzur, quien, sabiéndose no querido, se excusó de ser parte.
El título que se eligió para presentar la cumbre lo dice todo: Peronismo Futuro. O sea, bien puede presumirse que lo que se dijo en las últimas horas es lo que los principales referentes del PJ imaginan para el futuro de aquel movimiento. Cabe preguntarse, en sentido directamente proporcional: ¿Todo lo demás es pasado?
La organizadora del exitoso evento fue Anabel Fernández Sagasti, uno de los principales alfiles de Cristina Kirchner. En buen romance, bien podría presumirse que, quien motorizó la cumbre, fue la mismísima vicepresidenta, por carácter transitivo.
Los discursos de los que hablaron fueron claros y contundentes, sin lugar a malas interpretaciones. Por caso, la propia Sagasti advirtió: “Lo que estamos haciendo es actualizando la doctrina del peronismo y la idea es revincular las demandas sociales con nuestros pensamientos y nuestras ideas”.
No se trata de términos utilizados al azar. Según la Real Academia Española, “actualizar” es “hacer actual algo, darle actualidad”. ¿Acaso el peronismo de Alberto es viejo? ¿Precisa aggiornarse? ¿Y el de Perón? Mejor no preguntar.
Luego, Fernández Sagasti habló de imponer “nuestros pensamientos” y “nuestras ideas”. ¿Lo hizo desde su lugar como líder de La Cámpora o como militante peronista? La respuesta a tal interrogante es crucial.
Pero no fue todo: a su tiempo, Axel Kicillof criticó con dureza el acuerdo de Alberto y Guzmán con el FMI. “Sin independencia económica, con sometimiento a las finanzas internacionales también se pone en juego y en jaque la democracia en sí”, sostuvo. ¿No será mucho?
No obstante la pasión discursiva, aquella elocuencia no parece nada casual: todos los que hablaron, uno tras otro, parecían hablar por boca de Cristina.
Como sea, la gran pregunta a esta altura es: ¿Qué hará ahora Alberto? ¿Se hará el desentendido, como siempre, o se allanará a los pedidos del pero-kirchnerismo?
Va de nuevo, por si no se entendió: un montón de dirigentes —los principales del país— del partido que gobierna la Argentina, se reunieron a efectos de darle un mensaje directo al mismísimo presidente de la Nación. Todo lo que se diga en contrario, es pura sarasa.
Si realmente la idea del PJ hubiera sido la de “pensar” el futuro de su propio movimiento, como se argumentó, Alberto hubiera sido uno de los expositores principales. Y ello no sucedió.
No solo estuvo desdibujado el jefe de Estado, sino que debió tolerar que se “floreara” entre los presentes el candidato favorito de Cristina para sucederlo, Sergio Uñac. Por ahora, es una suerte de “secreto a voces” en los corrillos del poder, pero pronto se hará oficial.
El hoy gobernador de San Juan lo sabe y se prepara para lo que viene, no solo a nivel político, sino también —sobre todo— en lo que refiere a lo financiero. Téngase presente que las campañas presidenciales son muy onerosas.
Por ello, Uñac mira con detenimiento el avance de dos minas de cobre sanjuaninas que serán las más importantes de Sudamérica: Pachón y José María. Le dejarán un buen rédito económico, pero harán un insalvable estrago ambiental. No lo dicen los activistas de siempre, sino reconocidos expertos promineros.
Un periodista llamado Ricardo Vargas, junto a un abogado de nombre Diego Seguí, vienen alertando en solitario sobre lo que viene, incluso han presentado puntuales denuncias ante la Corte Suprema de Justicia. Pero no han tenido éxito, al menos hasta ahora.
Oportunamente, lograron que el portal Infobae les replicara alguna que otra presentación judicial. Pero 14 millones de razones —verdes— convencieron a Daniel Hadad de no seguir haciéndolo. Nada que deba sorprender conociendo los antecedentes de este último.
En otro orden de cosas, está por aparecer en escena un personaje incómodo a los intereses del presidente de la Nación. Se trata del exproductor de seguros Hector Martinez Sosa, quien aparece en la declaración jurada de Alberto como acreedor de una importante suma de dinero. Una denuncia judicial lo expondrá nuevamente.
Sosa es un personaje de novela: en los años 90 vivía en Ushuaia, donde quebró, se instaló en Buenos Aires con una mano atrás y otra adelante, y logró volverse millonario gracias a la mano que le dio el hoy jefe de Estado como titular de la Superintendencia de Seguros de la Nación. Alberto le abrió la puerta a negocios lícitos e ilícitos, sobre todo estos últimos.
Finalmente, una curiosidad: Horacio Verbitsky obligó al gobierno nacional a cambiar sus slogans de comunicación oficial. Según se anunció en las últimas horas, habrá un nuevo lema institucional: “Primero la gente”.
De lo que pocos se percataron es que, hace unos días, Verbitsky había cuestionado “la producción publicitaria” de Presidencia de la Nación. “Tanto la gráfica como el audiovisual, heredados de la gestión Biondi, incluyen tres consignas que oscilan entre lo superfluo y lo contraproducente”, sostuvo el periodista K en su blog El Cohete a la Luna.
Se refería a las frases “Reconstrucción Argentina”, “Argentina Unida” y “Argentina Presidencia”.
A contrario sensu, Verbitsky destacó la publicidad oficial de la Ciudad de Buenos Aires, que sostiene: “En todo estás vos”.
Según el periodista, se trata de un “spot de apenas 15 segundos, donde la voz de Horacio Rodríguez Larreta cierra una rápida sucesión de imágenes muy bien musicalizadas, con apenas cuatro palabras. Los hechos a los que se refiere son discutibles y discutidos, pero el mensaje es de una profesionalidad impecable”.
Está claro que el poder de Verbitsky permanece intacto… sigue siendo un ministro sin cartera del gobierno.