Después de largo filosofar,
el hombre sabio se dio cuenta cabal de que sólo el conocimiento basado
en la experiencia podía dilucidar el enigma del mundo y la vida.
De a poco y a escondidas (por hallarse rodeada de un mar de
prejuicios y supersticiones al principio) la
Reina del conocimiento (léase
Ciencia Experimental ) comenzó
a avanzar y a expandirse tímidamente al comienzo, pero valientemente
después... enfrentando a la colosal mole de prejuicios y creencias tanto
religiosas y supersticiosas, como filosóficas de corte espiritualista de
toda laya.
Tuvo que afrontar a estos ogros inconscientes nadando en el mar del
espiritualismo que la trataba
despectivamente de mero materialismo
.
¡Le costó emerger! ¡Ya lo creo que sí! Los prejuicios fueron
tremebundos, siempre amenazantes, de carácter absoluto por parte de los
antaño "dueños de la verdad absoluta". (Léase prejuicios filosóficos y
religiosos).
Le costó emerger y sostenerse, hay que reconocerlo, ¡y contra
viento y marea!, pero... a pesar de todos los prejuicios y tenaces
oposiciones ¡bendito sea!, ¡aquí estamos!: en el mundo moderno con sus
altibajos (por supuesto, inevitables), pero estos últimos no por causa
de la noble y sabia ciencia misma, sino por la índole malsana del autoclasificado Homo sapiens en
su faceta negativa.
Repito (y repetiré siempre) una vez más como adicto apasionado al
conocimiento (y me enorgullezco de serlo), que lo mejor que produjo la
mente humana en este, su planeta Tierra, ha sido el "invento" de la
Ciencia basada en la noble, "sacrosanta" y sana experiencia, con fines
al progreso y bienestar para toda la humanidad.
¿Sus detractores? ¡Allá ellos! Algún día desaparecerán rendidos
ante la evidencia de un mundo mejor pregonado por este detractor del
oscurantismo y de las pseudociencias que escribe el presente artículo.
(También ellos, los detractores, acuden a la ciencia médica cuando se
sienten enfermos o perdidos).
El mundo fue y aún continúa siendo, en buena parte, un mayúsculo
enigma. Sin embargo, nadie, pero nadie, me puede negar que la Ciencia
Empírica no haya sido y es una luz en el camino que apartó y continúa
apartando las "diabólicas" tinieblas de la ignorancia con sus pobres
víctimas inocentes.
Ya no estamos ubicados en un pozo tan profundo y oscuro como en los
albores y avances de las filosofías de antaño. Estamos ciertamente a
años luz de los presocráticos, de Sócrates, Platón, Aristóteles y... la
legión que vino después con ansias de "esclarecer el mundo" y... no sólo
eso, a distancias siderales de las religiones que pretendían (y aún
pretenden a su manera) dar una explicación del mundo, la vida y la
conciencia.
Si historiamos un poco, comprobamos que la Tierra, como niña
mimada, reina del Universo, fue destronada, para ser reducida a un
"simple" planeta más, entre los ocho restantes orbitando al "rey" Sol.
Entonces claro (pensaron muchos), tenía que ser el Sol el centro de todo
el sistema planetario y del universo entero. Sin embargo, más tarde, el
mismísimo Sol fue "pateado" de su privilegiado sitial para ser colocado
a un costado cualquiera de la colosal Vía Láctea, nuestra verdadera
patria "celeste". Pero a su vez nuestra propia "lechosa" galaxia, fue
desalojada de su privilegiado sitial en el Universo, para transformarse
en un puntito más "del montón" en el concierto universal.
Así también en el futuro, cuando mediante observaciones de mayor
amplitud, se avance más en el conocimiento astronómico, nuestro Universo
tenido por único quizás se transforme en un universo más (con
minúscula) "del montón", según mi audaz hipótesis.
Sabemos que hoy por hoy, la montaña de prejuicios contra la Ciencia
es colosal, casi aplastante, si no fuera por el estoicismo científico.
Más que montaña, se constituye en una verdadera cordillera como muro de
contención a los avances del conocimiento empírico. Mitos, religiones,
filosofías extraviadas y molestas
pseudociencias y otras yerbas,
siempre se opusieron al avance de la claridad (léase Ciencia Empírica),
al punto de condenar a muerte a los adalides de la verdad.
Reparemos en la historia para caer de bruces en la tristemente
célebre Inquisición, inventada
por el clero católico de antaño, para tener una idea del horror
anticientífico. Las persecuciones, anatemas, hogueras, torturas para
retractarse y ejecuciones, por pretender iluminar la realidad del mundo,
fueron tristemente célebres en la historia del fanatismo religioso
encabezado por los jefes "infalibles" de turno (léase Papas).
¡Pobre de aquel que osara contradecir la "verdad" dogmática
afirmando que ¡la Tierra se mueve! (Galieo). O
que se atreviera a abrir el vientre de un hombre vivo con fines de
estudio, para ver qué había adentro! (Vesalio) o al que se arriesgara a
informar al mundo que: ¡existen otros mundos! (Giordano Bruno).
¡Sí! Religiones e ignorancia por ausencia de conocimientos
científicos, desde los tiempos más remotos siempre fueron de la mano
junto con las pseudociencias ¡como buenos, alegres e inseparables
camaradas!
Los detractores de la verdad, son legión. En efecto, vemos cómo los
parapsicólogos se dedican al estudio de lo que no existe, a saber:
telepatía,
levitación, premoniciones, telequinesia y otras fantasías.
También tuvimos entre nosotros los alucinados "ovnílogos" (alias
platillistas) persiguiendo tenazmente y por todas partes a los
escurridizos platos voladores y
a sus fantasmagóricos tripulantes alienígenas; mientras que los
tramposos espiritistas tratan aún de comunicarse con las almas errantes
de sus parientes difuntos, mientras que los cartománticos tarotistas y
los "sabios" astrólogos obtienen sus pingües ganancias a costa de los
incautos.
Será mejor que nos detengamos aquí, pues la mole de prejuicios y
falsedades es inconmensurable, y ocuparse de todos estos temas sería
perder vanamente el tiempo y gastar tinta al divino botón. Sólo conviene
replicar racionalmente a los detractores de la Ciencia Experimental y
sus resultados.
Existen por desgracia muchas corrientes contrarias al avance de la
ciencia y la sana tecnología. ¡Con la ciencia y la tecnología están
destruyendo el planeta! gritan unos. ¡Rompen el equilibrio biológico!
vociferan otros. ¡Nos están ahogando con emanaciones tóxicas braman aún
otros y... así por el estilo
No obstante, aquí se hace imprescindible bajar los decibeles al
mismo tiempo que poner los puntos sobre las íes.
Para rescatar a la sana ciencia de este marasmo y elevarla
victoriosamente al pedestal de la salvación, progreso y futuro dichoso
de la humanidad, se hace imprescindible poner de una vez por todas, las
cosas en su lugar.
Comencemos: no es lo mismo un científico con sana vocación, que se
quema las pestañas investigando en las retortas durante toda su vida
para el bien de sus semejantes, que un ambicioso aprovechado, quién sólo
desea obtener pingües ganancias empleando malsanamente los
descubrimientos de otros.
Tampoco es lo mismo la buena tecnología, hija de la ciencia
experimental, que trata de lograr una vida mejor sobre el planeta, que
un industrial codicioso y falto de escrúpulos, quien envenena con sus
productos el ambiente ecológico.
Sepamos entonces distinguir separando la paja del trigo. Los malos
de la película, no son la ciencia
y su resultado: la tecnología ,
que tienden a hacer un mundo mejor en todos los aspectos, sino la
ambición desmedida, léase intereses económicos, cuya incidencia en las
poblaciones es bárbara.
Aquí no yerra la ciencia, señores, lo que falla es la índole
polifacética del Homo sapiens,
especie viviente que ahora divido en dos o tres (aunque protesten lo
antropólogos y los taxonomistas), a saber: el
Homo sapiens prudens (hombre
sabio prudente), y el Homo malignus
barbarus (hombre malo, fiero y cruel). En el intermedio podríamos
ubicar también a la subespecie Homo
sapiens imprudens entis (hombre sabio imprudente)... entre
muchísimas otras posibles reclasificaciones.
Los alcances de la santa Ciencia Empírica, junto con su aliada, la
Tecnología sana, son fabulosos Ambas están destinadas a cambiar
radicalmente el mundo, y ¡no solo eso!, también al mismísimo
Homo, sea de la "especie" que
fuera (según mi reciente reclasificación).
Es de señalar que el huracán del conocimiento científico, barrió
con todo un mundo de supersticiones y vanas lucubraciones y toda clase
de prejuicios. Equivalió ciertamente a pasar una máquina barredera
arrollando todo el colosal mundo de ficción salido de la mente humana,
dentro del cual, no obstante, aún se halla sumida la mayor parte de la
humanidad nesciente y supersticiosa.
Se hace imperioso difundirla, pero por desgracia, los medios
prestan más atención a los chismes, a los personaje de la farándula y a
los vaivenes de la politiquería, que a la sacrosanta ilustración.
Hoy se han vencido y se continúa paliando infinidad de enfermedades
y somos más longevos. Hoy vivimos más cómodamente en nuestros hogares y
podemos viajar por el orbe si disponemos de dinero para ello Hoy nos
comunicamos con todo el mundo y tenemos noticias de todas partes de la
Tierra e incluso de otros planetas y lunas. Hoy tenemos mayor acceso a
la educación y la cultura. Las máquinas nos ahorran múltiples tediosas y
pesadas tareas... y la ciencia genética está avanzando a pasos
agigantados para el bien de nuestra salud y longevidad...
Soy consciente de que aún falta mucho. Hay regiones del Globo donde
aún se vive en pleno atraso, pero es indudable que el avance
científico-tecnológico es imparable.
Podemos mejorar nuestro planeta, incluso su clima Nos esperan otros
mundos: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y
Plutón. ¿También otros sistemas solares? ¿quién puede expresar un no
rotundo?
Y esto aún no es todo, pues finalmente, cual "augur", pienso que en
un futuro, incluso el propio hombre podrá mejorarse genéticamente
gracias a la ciencia de avanzada, para dejar atrás terribles dolencias e
instintos criminales y todo gracias a la sana Ciencia a años luz de
todas las pseudociencias tenidas falsamente por auténticos
conocimientos.
Ladislao Vadas