¡El universo! Sinónimo de "El Todo". ¡Palabras mayores! ¡Fuente de intrigantes preguntas!
¿Qué es el universo? ¿Existe realmente? ¿Es sólo una ilusión?
¿¡Interrogantes filosóficos o, cuánticos!?
Algunos filósofos, aunque parezca mentira, negaron su existencia.
Johann Gottlieb Fichte fue uno de ellos al borrar el mundo de un
plumazo.
¿Todo ilusión entonces? ¿Todo está sólo en la mente? ¡Qué locura!
¡Y sin embargo hubo pensadores que cayeron en ella sin advertirlo, o...
la padecieron!
Si me martillo un dedo, chillaré como un marrano y despotricaré
contra el mundo, por más que me digan que todo es sólo una ilusión.
La denominada física cuántica, en su faceta de pseudociencia, es
decir, en una de sus ramas para mi equivocada, no anda muy lejos de
aquella interpretación de la realidad, y nos sale diciendo, por ejemplo,
que un gato metido en una caja de pruebas cuánticas ¡está vivo y muerto
a la vez! hasta tanto no se abra dicho habitáculo para observarlo. Este
"fenómeno" se da en denominar zoológicamente: "el gato de Schrödinger
(en honor a un físico austriaco Premio
Nóbel).
Leamos las propias palabras de un investigador de la física
cuántica, Edwin Schrödinger, quien imaginó la siguiente experiencia: "En
el interior de una gran caja tenemos, junto con la fuente de luz ya
conocida, el polarizador y el detector, un revólver cargado (o algún
otro dispositivo mortal) y ¡un gato! Además, la aguja del detector está
ahora conectada al gatillo del revólver de tal modo que si se detecta un
fotón polarizado según la
vertical el revólver dispara y mata al gato, mientras que si el fotón lo
está horizontal no afecta al revólver y el animal sigue vivo". A
continuación viene la inocente pregunta del físico: "¿Implica la física
cuántica que hasta que no se abre la caja y se mide su estado, el gato
no está ni vivo ni muerto?"
(Véase Alastair I. Rae: Física
cuántica, ¿Ilusión o realidad? Alianza Editorial, Madrid, 1988,
págs. 86, 87 y 88; el subrayado me
pertenece).
Todo esto nos deja perplejos: ¡Sin habla!
Aunque parezca mentira, esto lo han pensado varios sesudos
investigadores.
¡Así es la física cuántica en una de sus experiencias mal
interpretadas, y sus "asombrosos" resultados rayanos ya en una
pseudociencia! Al punto que, el sabio Einstein, ante las ideas de los
físicos de Copenhague con Niels Bohr a la cabeza, que sostenían ese
criterio, formuló algo así como: "Dios no juega a los dados". (Véase de
Paul Davies: Otros mundos;
editor: Antonio Bosch, Barcelona, 1983).
Según esta pésima observación de estos físicos, todos los seres,
desde un plus ultra
microscópico virus, hasta una descomunal ballena azul de más de 30
metros de largo, pasando por el hombre y todos los seres intermedios del
planeta en tamaño y forma, estamos vivos y muertos a la vez, hasta tanto
alguien nos observe ¡como vivos o muertos!
¿Consecuencias? El universo existe y no existe, ya que, está
formado de elementos cuánticos. Para unos es una ilusión y no hay que
hacerles caso; para otros, ¡es una realidad atroz cuando sufren dolores
insoportables en la vida!
Corolario en forma de interrogante: ¿Finalmente, el universo existe
o no existe? ¿Tiene existencia real o es una ilusión nuestra?
Pienso que todo esto es sólo un camino errado de la física
cuántica, destinada esta ciencia, una vez depurada de errores de
interpretación, a ser una de las claves más importantes para descifrar
la esencia del universo.
Parangonando, para continuar esta vez, con la filosofía (alias,
supuesto saber sin supuestos), podemos recalar en el pensamiento del
famoso filósofo Hegel, para quien "el movimiento de la materia no es más
que el movimiento 'enajenado' del
espíritu. (Véase: Historia de la
filosofía, de Johannes Hirschberger, tomo II, pág. 256 y
siguientes, Editorial Herder, Barcelona, 1970; y también:
Historia universal de la filosofía,
de Hans Joachim Storig. Tecnos, Madrid 1997, pág. 701). Luego, si
hacemos caso a este pensador, el universo entero, hasta la última
galaxia, y... algunas teorías como la del ruso Andrei Linde con su
universo inflacionario
autorregenerante, nos enseñan que el universo es tan solo un
movimiento, mientras que: ¡el espíritu lo sería todo!.
No obstante, el espíritu se
halla en franca retirada en la medida en que avanza le ciencia. Nos
vemos obligados entonces, a dejar atrás a esos "agudos" pensadores sin
datos científicos de avanzada que idearon "mil cosas" pretendiendo
explicar vanamente el mundo, arrastrando aún hoy en día viejos
prejuicios del pasado remoto. Sólo nos queda la actual investigación
científica seria, como único método fiable para aproximarnos a la
realidad y... aunque parezca una brusquedad, nos vemos obligados a tirar
al tacho de la basura todas las filosofías de antaño que partieron de
puras y meras lucubraciones mentales para explicar el mundo, dejando de
lado, o ignorando, toda experiencia científica.
Estos últimos, no han hecho otra cosa que endiosar a la mente
humana de la que, cual galera mágica, podía surgir, como por ensalmo, la
verdad absoluta sobre el mundo, la vida y el hombre (o tal vez iluminada
por un supuesto ente omnisciente, creador de todo lo existente), dejando
de lado toda investigación seria. Nada de telescopios, radiotelescopios,
sondas y naves espaciales, aceleradores de partículas, observaciones
sobre la naturaleza, mediciones, microscopios... todo el instrumental
científico. "¿Para qué, si con la sacrosanta mente humana sola, bastaba
y sobraba para entender la realidad?"
Este fenómeno, si es que lo
podemos denominar así, también se inmiscuye (aunque parezca mentira), en
las propias mentes de los investigadores, que, impregnados aún de viejos
mitos inculcados en su niñez, tratan de fundarse en antiguos textos,
bases de las religiones del mundo, como las orientales y el famoso
intitulado "libro de los libros" de los occidentales quienes adoptaron
ese escrito judaico, la Biblia, como
"fuente infalible de todo conocimiento, y, por ende, segura para
explicar el mundo y la vida.
Cuando leemos a ciertos hombres de ciencia de la actualidad,
no es raro hallar en sus pensamientos, como telón de fondo, el mito de
la creación de la nada. Algunos
cosmólogos modernos también andan por ahí explicándonos que el universo
entero, desde nuestro planeta hasta la última galaxia, surgió "como un
hongo" de un punto ¡menor que un átomo! ¡Prácticamente de la nada!
(Según un tal Alan Guth, astrónomo, con su
teoría inflacionaria).
Este enfoque y el Génesis
bíblico, por ejemplo, van de la mano cual buenos camaradas.
Estas son, sin tacha, aberraciones científicas, alias
pseudociencias (como el caso de una interpretación errónea de las
experiencias en física cuántica que ya hemos visto), ¡pero bueno!
desviemos la mirada hacia ellas y vayamos hacia la racionalidad (todo
quehacer humano para descifrar la realidad, tiene su detractores, esto
parece ser una maldita ley general), desde allí podemos hallar el
verdadero conocimiento desgajado de mitos y lucubraciones baratas de
mentes primitivas e ignorantes que hasta el día de hoy se proyectan
confundiendo a nuestros jóvenes estudiantes.
Estos exabruptos científicos, estas fantasías tomadas "seriamente"
como verdades por estudiosos y alumnos (estos últimos inocentemente)
como posibilidades reales en el terreno cosmológico y físico, creo que
deben ser combatidas por la razón aunada con la lógica surgida de las
observaciones atentas y profundas de la realidad, so pena de caer en
ridículo ante los investigadores sobrios abocados a las experiencias
dejando de lado toda tendencia a la especulación infundada al estilo de
los antiguos, que solo se valían de su pobre razonamiento mal fundado
por falta de una tecnología experimental como hoy la tenemos.
Esos tiempos ya pasaron, no los rescatemos para continuar
especulando con nuestra fantasía. Sepultemos un pasado huérfano de
tecnología de avanzada, cuando los hombres solo conocían el mundo con
sus ojos, oído y tacto. Hoy tenemos la alta tecnología, aprovechémosla
dejando las especulaciones baratas para los legos y aprovechados en
materia científica y... a estos, no les hagamos caso cuando, disfrazados
de sabios, nos salen con "el gato de Schrödinger" y la "amiga de Wigner"
(otra pseudoexperiencia), quienes, desde una cabina, nos pueden informar
sobre el estado cuántico de un fotón, o (lo que es equivalente) si un
espiritista nos pretende clarificar un fenómeno
psi; un parapsicólogo los casos
de levitación, un "angelólogo" la
intromisión de seres espirituales en nuestras vidas privadas; un ufólogo
(creyente en platos voladores del espacio exterior), de que existen los
seres alienígenas y en consecuencia, la incursión en nuestro cielo de
seres extraterrestres en bellos platillos voladores, cigarros gigantes,
"misteriosas" bolas luminosas y otros supuestos vehículos espaciales), o
un médico certificar que hay vida después de la muerte (Véase Raymond A.
Moody: Vida después de la vida;
Edaf, México, 1982), y otras charlatanerías por el estilo.
Ladislao Vadas