Todo el mundo habla de "energía";
tanto los físicos de partículas subnucleares, como los cultivadores del
esoterismo. La diferencia está en que los primeros se fundamentan en las
experiencias con los gigantescos artefactos denominados aceleradores de
partículas como los ciclotrones,
betatrones, sincrotrones,
sincrociclotrones, cosmotrones, etc., mientras que los segundos
sólo ponen al vuelo sus dotes de fantasiosos, imaginándose cosas que no
existen, tratando de convencer a los demás de que sí existen.
Miríadas y miríadas de clarividentes; ocultistas de todas las
especies; adivinos, videntes, magos, nigromantes, astrólogos, arúspices,
iluminados, cohen, vates, nigros, augures y otros charlatanes de toda
laya, se ocupan de cultivar pseudociencias y pura charlatanería, la
mayor parte de ellos con propósito de lucro a costa de los incautos, a
expensas de un concepto milenario, quizás tan antiguo como el hombre
mismo: el espíritu, el
alma, ánima, "principio vital", "soplo de Dios", manes (en la
mitología romana, las almas de los muertos),
demonio..., y otros "motes",
aparte... cierto borroso concepto de
energía como algo que nos rodea, nos envuelve, nos enferma, o nos
cura si la invocamos o nos ponemos en sus manos.
¡Energía! ¡Cuantas cosas
encierra este término! Energía eólica, térmica, solar, hidráulica...
etc.
Mas si recurrimos a la filosofía, el concepto de energía equivale,
desde los tiempos de Aristóteles, al de capacidad de trabajo o de
producir un efecto, aunque el conocimiento de su naturaleza íntima
entraña una tan alta dificultad, que hasta hoy en día, el hombre ha
tenido que conformarse (así como para entender el concepto sobre lo que
es la materia), con solo atisbar lo que encierra en sí la energía, por
la percepción de sus efectos.
No obstante, las experiencias científicas han logrado dos leyes muy
importantes, a saber: su conservación y su degradación.
Para tener una idea sobre la
materia-energía, según el Diccionario Espasa Calpe "modelo
1975", en la acepción: energía,
leemos la siguiente tontería:
"El materialismo creyó, en un
principio, que había hallado por fin la clave para imponer íntegramente
su doctrina. Para ello bastaba sustituir en su esquema del mundo materia
y movimiento, el término segundo por el de
energía excluyendo toda
causalidad. El mundo, que gracias
a la conservación de la energía en nada se alteraba, sería eterno y nada
que fuera extrínseco tendría que influir sobre él. Esta suposición
materialista era, sin embargo,
insostenible porque la identificación de la constancia del movimiento
con la energía resultó plenamente ilusoria y porque el temido dualismo
-causa y efecto- se ha hecho cada vez más irreductible en la conciencia
del hombre. Camino inverso ha seguido la filosofía que reconoce la divinidad y la existencia del
espíritu (el subrayado me pertenece)
pues acepta el principio y reconoce que
permite vislumbrar la armonía de la creación mejor que otras
concepciones físicas del Universo. Por lo demás, la ley de conservación
de la energía nada dogmatiza acerca de la esencia íntima de ésta, y
puede hermanarse con dicho principio cualquier dualismo y todo sistema
de causa y efecto. En el campo de la biología, la conservación de la
energía tampoco se opone a la admisión de
causas finales considerando a los
seres vivos, plantas y animales, como transformadores de unas formas de
energía en otras, como no lo están la
libertad humana y divina.
En todo caso la energía universal se utiliza, se transforma, se dirige;
nunca aumenta ni disminuye. Los recientes descubrimientos logrados por
la vía de la desintegración del átomo, que tanto progreso representan en
otros órdenes de la ciencia o de la técnica, no ha traído ninguna
aportación que sirva de base para el conocimiento esencial de la
energía."
Bien, hemos acentuado la cuestión de la intimidad
materia-energía, pero ¿qué es en concreto la energía?
Existen varios conceptos sobre esta entidad, como eficacia, fuerza,
poder; en física: capacidad de un cuerpo o sistema para producir
trabajo.
Sabemos también, que existen varias energías como la calorífica,
eólica, geotérmica, hidráulica, maremotríz, mecánica, química, solar,
etc. Nada de esto interesa para mi concepto de energía, salvo la
nuclear o
atómica, es decir, la liberada por reacciones entre núcleo y
partículas atómicas. Según mi óptica, de eso estamos compuestos, tanto
una araña, una pulga, una bacteria o virus... como un cachalote y un
ombú de las pampas argentinas.
¿Por qué somos sólidos (huesos) y líquidos (sangre) junto con otros
humores entonces? Porque la energía en forma de hueso, carne, grasa,
piel, seso... etc. se halla "dibujando", por decir así, nuestros
órganos, tejido muscular y esquelético, aparato digestivo, circulatorio,
nefrítico, sexual... etc.
De este complejo, para explicar por qué pensamos, es necesario
separar el seso, esa maraña de neuronas, glías, axones, dendritas..., y
ya entonces tenemos en nuestras manos eso que todo el mudo que ignora
los procesos a nivel de la física, ha denominado y denomina
alma como ente simple, sustancia
"inmaterial" capaz de entender, querer y sentir, que informa al cuerpo
humano y con él constituye la esencia del hombre (según así reza el
diccionario enciclopédico). Pero allí, en ese conjunto de neuronas y
otros elementos cerebrales es donde
se halla el mecanismo que genera pensamiento, recuerdos, imágenes... y
todo el resto de las manifestaciones psíquicas.
El concepto de alma, huye entonces, se esfuma, cae en la nada, y
sólo nos quedan entre manos, formas de energía que "dibujan" psiquismo.
Esta es al menos, mi opinión basada en los últimos adelantos de la
física y la psicología de última generación.
Ladislao Vadas