Finalmente, comenzamos un nuevo año y, más allá de
brindar una hora antes —que en realidad son dos— el año empezó más o menos de la
misma manera que los anteriores.
Las mismas notas de color en los noticieros, mostrando
la ciudad de Buenos Aires desierta, el primer nacimiento del año, la llegada del
primer turista a Mar del Plata, como reciben el año en otras partes del mundo,
la maratón San Silvestre, y las tristemente célebres de los accidentados por
usar pirotecnia, los accidentes automovilísticos por conductores alcoholizados y
bla bla bla... aunque este año debimos agregar noticias tales como la falta de
electricidad en muchos barrios porteños y el corte del suministro de agua en
gran parte de la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano, además del conocido
aumento de las tarifas del transporte público y la noticia estrella de esta
última semana, la liberación de los rehenes colombianos, con la tristeza y
amargura de haberse frustrado.
Y como cada año, se renuevan las esperanzas, los
proyectos, las ilusiones... pero ¿qué debemos esperar en este año que recién
comienza los argentinos?
Básicamente, no será un año de grandes cambios, así
como no será muy distinto del anterior.
En el plano económico, fundamentalmente, todo hace
prever que las condiciones internacionales seguirán siéndonos favorables,
manteniéndose los precios de los comodities, lo que permitirá al Estado
seguir recaudando a través de las retenciones. En este sentido, lo único que
podría causar algún tipo de turbulencia podría ser el verdadero índice
inflacionario —no el que arroja el INDEC, por supuesto— y dependerá de las
medidas que se adopten para sortearlo favorablemente o no. La base para seguir
manteniendo un “supuesto” plan económico no es otra que continuar sosteniendo un
dólar alrededor de los $3,30, eso es todo.
En el aspecto político, tampoco habrá grandes
cambios... se continuará con la misma relación —metafóricamente hablando, claro
esta, ya que no existe— con la oposición y el periodismo.
También ya quedó demostrado que en lo que a relaciones
exteriores se refiere no debemos esperar grandes novedades, ya que, entre otras
cosas, se reafirmó uno de los más groseros errores del ex Presidente Kirchner,
seguir siendo colonia de Venezuela, o mejor dicho, de Chávez; sí hay algunos
cambios en la relación con la Iglesia y el líder de la CGT, Hugo Moyano. Aquí
parecería haberse invertido los roles, ya que en sus primeros contactos con
Monseñor Jorge Bergoglio Cristina tuvo una actitud mucho más conciliadora que su esposo;
todo lo contrario ocurrió con el líder sindical, con quien no bien asumió se
produjeron los primeros chispazos.
Pero... siempre hay un pero... existe un gran
inconveniente que aparentemente no estaba en los planes de nadie, y es la
intervención de la justicia estadounidense en el caso de la valija venezolana.
Este será, sin dudas el principal escollo que deberá afrontar el Frente Para la
Victoria durante un largo tiempo.
Es verdad que también podrían ser los ya conocidos casos de
corrupción kirchnerista, principal punto de objeción en la administración de
Néstor K, pero como estos casos los maneja la Justicia argentina, no parece
haber ningún problema al respecto.
Finalmente, en lo social, el FPV deberá solucionar
algunos temas pendientes. El principal, la inseguridad, y en este sentido, no
debemos esperar grandes cambios, por lo tanto, no habrá grandes soluciones.
Tampoco debemos ser optimistas en cuanto a mejoras en
el sistema de salud y la educación, ya que como en el gobierno anterior, las
políticas de Estado todavía brillan por su ausencia.
Otro tema que traerá grandes dificultades a la Sra.
Fernández de Kirchner es la crisis energética, ya que la medida de cambiar el
horario y la recomendación de reemplazar las lámparas comunes por las de bajo
consumo es insignificante frente a la magnitud del problema.
Sin embargo, existen dos puntos que no son muy tenidos
en cuenta: uno es la gran deuda pendiente del gobierno anterior, en la que
Cristina señaló, demagógicamente —como no podía ser de otra manera— su principal
compromiso con la sociedad: “la inclusión social”. En este sentido, sería bueno
que nos cuente cómo piensa hacerlo, y que alguien, alguno de los alcahuetes de
turno, como los Fernández, por ejemplo, le avise que durante la gestión de su
esposo la brecha entre ricos y pobres creció sideralmente; un dato para
corroborarlo es que, si bien la construcción creció notablemente durante los
últimos tres años, sólo benefició a los sectores de clase alta y media alta.
El segundo punto a tener en cuenta tiene que ver con la
necesidad de poder controlar el
gran endeudamiento del Estado, tema que no tuvo muy en cuenta, ni la opinión
pública ni los grandes medios de difusión. Esto es, sin dudas, algo
fundamental, ya que sencillamente refleja a las claras los resultados obtenidos.
Creo, sin temor a equivocarme, y sin tratar de hacer
futurología, que este será el panorama que nos tocará vivir a los argentinos en
el 2008. Esperemos, por supuesto, que nuestros gobernantes se iluminen, y
podamos llegar al final del nuevo año mejor de lo que lo hicimos en 2007.
Al
menos sin tener que lamentar tantos hechos de "korrupción".
Pablo Dócimo