Hace apenas unos días, el 30 de diciembre de 2007, publicamos en este mismo sitio un artículo titulado: “La gran farsa de Chávez y Kirchner, la liberación de los rehenes colombianos”. Donde señalábamos, entre otras cosas: “Como todos los manuales antiterroristas dicen que de ninguna manera se debe realizar ningún tipo de negociación con organizaciones guerrilleras, cuando esto ocurre, se realiza en el más absoluto secreto.” Y también “Los terroristas, muy pocas veces —aunque podríamos decir casi nunca, sin temor a equivocarnos— liberaron rehenes para mostrar cierta voluntad de diálogo, y mucho menos a cambio de nada.”
Por último, también decíamos: “Es necesario aclarar que de ninguna manera se esté negando que la liberación de los rehenes sea beneficiosa, ya que cuando este artículo esté publicado posiblemente estos ya estén liberados, solamente se cuestiona el por qué.”
Este último párrafo, para hacer honor a la verdad, estaba inspirado más en una expresión de deseo que en la utilización del sentido común, y lamentablemente nos equivocamos, ya que los rehenes no aparecieron. Por desgracia, no fue así con las afirmaciones anteriores.
Francamente es muy difícil equivocarse cuando se trata de analizar el accionar o metodología de guerrillas de izquierda si aplicamos la lógica, que según el diccionario de la Real Academia Española significa: “Aplícase a toda consecuencia natural y legítima”. Por lo tanto, si establecemos un común denominador en el desenlace de “los procesos revolucionarios” y/o el accionar de la inmensa mayoría de grupos terrorista, podemos ver que el hilo conductor de estos grupos es, principalmente, la falta de gestos humanitarios, la total carencia de ética y por supuesto, la traición, principal característica del terrorismo.
Es tan profunda y arraigada la traición en el terrorismo, que no sólo se limita a matar gente, incluso inocentes, mediante atentados, acto traicionero por excelencia, sino que se extiende a la traición mutua.
Un poco de historia
Podríamos citar, como ejemplo, algunos casos de traición de “revolucionarios idealistas”.
La primera la encontramos en la mismísima primera revolución marxista, la revolución rusa de 1917, cuando Vladimir Lenín traiciona a Leon Trotsky. Incluso, no bastó con su refugio en México, sino que fe asesinado, por las dudas. Por supuesto podríamos incluir, en este mismo caso, la traición del marxismo-leninismo al pueblo ruso, a quien le prometía, entre otras cosas, “bienestar y libertad”, y jamás un proletario ruso tuvo bienestar y mucho menos libertad, sí los líderes del partido.
Otra traición que nos llega más de cerca, es la de Fidel Castro a nuestro cuasi procer el “Che” Guevara, a quien le había prometido continuar con ”la revolución en toda Latinoamérica” una vez afianzado su gobierno en Cuba, pero evidentemente, el viejo dictador cubano se sintió más cómodo en su país, disfrutando del subsidio que le propinaba la URSS y decidió traicionar a quien lo puso, prácticamente en el poder, su compañero de armas, el “Che”, a quien dejó librado a su suerte, sin mandarle siquiera víveres y armamento. Por supuesto que en este caso podríamos incluir, como en la revolución rusa, la traición al pueblo cubano, a quienes les había prometido bien estar y libertad... después de casi cincuenta años de régimen comunista, los cubanos están cada vez peor y cada vez más prisioneros del régimen.
Siguiendo con esta lista de traiciones de guerrilleros marxistas, podríamos incluir la de los montoneros al mismísimo General Juan D. Perón y la de los líderes montoneros a los mismos montoneros de menor jerarquía, cuando Mario Firmenich, y compañía negociaron su huida del país con los militares a cambio de la entrega de compañeros.
También podríamos citar las innumerables traiciones, en nuestro país de los numerosos partidos y organizaciones de izquierda, para comprobarlo nos podríamos remitir a la fractura del PC en la década del 60 y luego la atomización sucesiva más de una decena de partidos, que no responde a otra cosa que ambiciones personales.
Para finalizar, podríamos incluir a terroristas islámicos, que si bien no son de izquierda, tienen en común el autoritarismo, la ideología totalitarista, y el mismo criterio fascista de imponer su ideología por la fuerza.
Los casos más emblemáticos son la traición de Bin Laden a los EEUU, ya que cuando la URSS invadió Afganistán, este le pidió ayuda a los yankis y luego todos sabemos lo que ocurrió con los atentados de 11 de septiembre.
Algo parecido ocurrió con el presidente Saddam Husseim, cuando en el año 1981 estaba en guerra con Irán y pidió ayuda a los EEUU. Luego se convirtió en enemigo. Más allá de ser cuestionable la política exterior de EEUU, esto no quita que las actitudes de ambos líderes islámicos sea cuestionable, y de lo peor, ya que la traición existió.
La misma metodología, el mismo resultado
Por supuesto que las FARC no podían ser de otra manera, pero como en este caso se trata, además de terroristas marxistas, de narcotraficantes, la traición no puede faltar, aunque en este caso es más contundente. Por eso, por más que Chávez argumente que el motivo del fracaso de la liberación de los rehenes haya sido “la falta de garantías por parte de la milicia colombiana” o cuanta excusa se le ocurra, la verdadera razón no es, ni más ni menos, la traición de las FARC a Chávez.
En el artículo arriba mencionado, también asegurábamos, textualmente: “ninguna organización terrorista libera rehenes por que sí, y todo hace suponer que para que la operación se lleve a cabo Chávez tuvo que pagar (...) Hace pocos días nos confirmaron que se pagaron u$s 500 millones por la liberación de las tres personas".
Lamentablemente, no nos equivocamos, y el verdadero motivo de la “postergación” de la entrega de los rehenes , según nos aseguraron fuentes confiables, que las FARC, estarían pidiendo una suma “extra de dinero” a Hugo Chávez, además de otras peticiones “secundarias”, como aprovisionamiento de armamento y que se les otorgue un área para su control.
Un verdadero despropósito.
Pablo Dócimo