El baboso y arrastrado individuo que hoy ejerce de Presidente comenzó la presente saga cuando dejó de ser, en 2008, Jefe de Gabinete de Cristina Fernández y se transformó en el principal detractor de la emperatriz hotelera, a quien acusó durante una década de las peores cosas y de innumerables delitos. Al ser designado por un tuit de su víctima para encabezar la fórmula en 2019, creyó que la ya condenada por ladrona había hecho de la necesidad virtud y, por ser su única posibilidad de su retorno, había perdonado tantos agravios.
El sexo femenino se caracteriza por su infinita memoria, que impide que algo prescriba. Ahora, con el indudable fracaso de una gestión de la cual pretende inútilmente despegarse, esos recuerdos afloran y, desde los bastiones de La Cámpora, ella lo somete a humillaciones y desprecios que nadie, aún careciendo de principios morales, podría soportar. El último, y tal vez el más grave, estuvo a cargo de la nueva trifecta formada por Axel Kiciloff, Máximo Kirchner y Sergio Aceitoso Massa para bloquear a Alberto Fernándezla intención de reelección.
Si, al menos, tuviera algún resabio de dignidad y ningún miedo a los carpetazos, el Caracol debería renunciar ya mismo y tirarle el Gobierno por la cabeza a la abogada exitosa. Al hacerlo, la pondría ante una terrible disyuntiva: asumir la Presidencia o renunciar, con todos los riesgos personales que implicaría esto último para su situación ante la Justicia penal. Si decidiera cumplir el mandato y asentar sus posaderas en el sillón de Rivadavia, quedaría nuevamente al frente de una crisis terminal que, por lo corto de la mecha, esta vez seguramente le explotaría en las manos impidiendo, como en 2015, pasarla intacta a un más que inocente sucesor.
Si se calzara la banda, y aún cuando los adelantos de las elecciones provinciales muestren hasta qué punto los señores feudales descreen de cualquier probabilidad exitosa en los comicios nacionales, se beneficiaría con el fin de la interna salvaje que hoy destruye al Frente para Todos, ya que su dedo recuperaría algunas facultades decisorias. Pero también acercaría el horizonte de violencia que, preveo, será su último recurso para intentar salir impune de sus delitos, porque, con seguridad, los actuales conflictos institucionales, pero sumando a otros importantes actores, se exacerbarían y la sociedad civil, al final, se vería obligada a salir de su tradicional abulia para resistir en la calle.
Amerita un párrafo la divulgación tan tardía de los datos provisionales del censo de 2022, en la medida en que prueba que, también en ese aspecto, Cristina Fernández robó para sostener su reinado sobre la Provincia de Buenos Aires, en la cual La Matanza resulta esencial. Para lograr inclinar tanto la cancha a favor de ese paupérrimo feudo con enorme cantidad de dinero -$ 85.000 millones en doce años-, no dudó en inflar descaradamente, en el censo de 2010, las cifras de su población en detrimento de los restantes municipios, ya que los recursos coparticipables se distribuyen en función de la cantidad de habitantes.
En medio del ruido –sólo importa a los más informados, como probó la escuálida asistencia a la protesta del miércoles ante el Palacio de Justicia- que genera el juicio político a la Corte Suprema, el kirchnerismo, con su mezcla pestífera de ideología y vana ilusión de financiamiento, sigue avanzando en la entrega de territorio nacional a China; comenzó a recorrer esa penosa deriva durante la Presidencia de la arquitecta egipcia con la concesión para la construcción de las represas - no prioritarias para el país- sobre el río Santa Cruz y, sobre todo, con la cesión de soberanía para una base militar en Bajada del Agrio, Provincia de Neuquén, con capacidad de intervenir en una eventual futura guerra espacial.
Ahora, a través del militante Gobernador de Tierra del Fuego, Gustavo Melella, pretende permitir que Xi Jinping erija un puerto de apoyo logístico para las depredadoras flotas pesqueras chinas y, claro, militar. Así, no sólo perderemos más territorio sino que se comprometerán nuestros derechos en la próxima renegociación del Tratado Antártico, amén de convertir a la Argentina en un objetivo bélico si se desatara un conflicto armado entre las grandes potencias, algo que no parece imposible si se observa qué está pasando en el Pacífico sur, principalmente alrededor de Taiwan.
Por lo demás, la experiencia mundial en la materia señala que la tan mentada “Ruta de la Seda” es, en realidad, una campaña de conquista armada con préstamos chinos impagables para puertos, represas, energía, puentes y autopistas, garantizados por verdaderas hipotecas sobre cada activo que, además, ya muestra defectos graves de construcción que ponen en peligro su sobrevida, tal como sucede en Ecuador, Angola o Montenegro.
Simultáneamente, el Gobierno entrega a los falsos mapuches enormes extensiones de tierra en Mendoza que -sólo por casualidad, claro- están sobre yacimientos de petróleo (20 pozos), mientras forma mesas de diálogo con estos usurpadores violentos y terroristas, pero se abstiene de convocar siquiera a los damnificados directos. Y envía a energúmenos rentados, encabezados por el asesino montonero Julio César Urien (que se suma a sus colegas Roberto Perdía y Fernando Vaca Narvaja, ya presentes) a provocar nuevos conflictos en el sur del país con invasiones a propiedades privadas.